Maribel Alatrista Flor, Master Ciencias Sociales
*En el Perú persiste un acelerado proceso de redefinición de los territorios o "no lugares". *Los distritos se subdividen, empezando por donde operan las mineras transnacionales. *La poblacion aguarda el momento más adecuado para hacer valer su pertenencia a la región. El empleo mejor remunerado y la educación de calidad son demandas crecientes.
La presente investigación
es una descripción de un problema limítrofe en un territorio que abarca la
frontera del distrito de Acora (Puno) con el distrito de Carumas (Moquegua).
En
estos lugares hay fronteras previamente existentes, pero parece que diversos
intereses políticos y económicos, especialmente en cuanto la minería, conducen
a que no quisieran mantener los límites tal como existen.
Pasto Grande, es el
territorio en disputa, allí se han asentado diversos pobladores, los que atraídos
por el boom minero, permanecen en este lugar y aguardan una oportunidad, para
obtener el Documento Nacional de Identidad, instrumento que utilizan para hacer
valer su pertenencia a la región con más recursos y así, obtener un empleo y
educación para sus hijas e hijos.
En este contexto, hay
aspectos de las relaciones sociales representadas y simbolizadas en un pequeño
grupo que bajo el neoliberalismo del Estado y la distribución de la parte de la
renta que pagan las mineras transnacionales, redefine un espacio antes apenas
utilizado por la población.
Esta redefinición de acuerdo a las nuevas
circunstancias históricas convierten a una zona limítrofe no definida en algo
que se puede subsumir bajo el concepto de "no lugar" de Marc Augé.
Es
que el territorio indefinido para la población escasa se convierte en un
espacio "no lugar" entre dos regiones, entre las cuales se debate el
control del espacio. No son los pobladores que deciden, sino las autoridades
regionales, y más allá de ellas la autoridad nacional. Los pobladores con doble
identidad asentados en este territorio, optan por asociarse con uno u otro
gobierno regional interesado en controlar el espacio (por la renta esperada en
función de la minería) y, se subordinan a los intereses de los actores
superiores de acuerdo a los intereses de ellos.
Si bien el conflicto
alrededor de este lugar no ha terminado, es previsible que los pesos políticos
de ambas regiones frente al gobierno nacional definan el resultado de la contienda.
Así el "no lugar" nuevamente se convierte en un espacio indefinido,
en cuanto a las regiones actores, ya que no son ellos que deciden, sino la
autoridad nacional, a base de consideraciones ajenas a los intereses de los
habitantes locales, de las autoridades regionales, y quizás incluso las
nacionales, ya que son las opciones del capital transnacional que finalmente
definen el destino del "no lugar".
OBJETIVO
GENERAL
El objetivo general del
trabajo es la descripción de relaciones sociales que involucran un territorio
en la vertiente occidental de los Andes, originalmente habitado por poblaciones
de pastores y campesinos. Sin embargo, como la vertiente occidental en ésta
zona es semidesértica, la población original siempre ha sido y sigue siendo
bastante reducida.
Pero el territorio es objeto de intereses de grupos sociales
de otro tipo que no se originan allí, sino que tratan de controlarlo con fines
económicos. Uno de estos grupos son mineros, y otro son políticos de Puno y
Moquegua.
El interés de los mineros se deriva simplemente del hecho que hay
minerales en el subsuelo, cuya explotación generaría una ganancia para una
compañía minera. El interés de los políticos a su vez tiene la finalidad de
obtener una renta minera por la concesión y las ganancias de las compañías
mineras. Esta les permitiría enriquecer a los gobiernos regionales y por la
distribución del canon minero generar lealtades políticas. A su vez, la oportunidad de obtener
beneficios por el canon minero mueve a poblaciones a migrar esta zona y
asentarse en estos territorios.
MARCO TEÓRICO
Los pueblos en la vertiente
occidental de los Andes entre las alturas de la puna y los valles Moquegua
tienen características muy diferentes entre ellos. Por un lado hay en la puna
pueblos que viven básicamente de la crianza de ganado.
Dada la precariedad de
la precipitación de agua en la zona, el pastoreo depende por un lado del
crecimiento de pastos por precipitaciones pluviales ocasionales y por otro lado
de la filtración y del aprovechamiento de aguas a causa de que los glaciares en las montañas
que se van descongelando.
Ambas formas de crecimiento
de los pastos produce alimentos muy exiguos; por lo tanto, los pueblos tienen
un patrón de ubicación en la superficie terrestre altamente dispersa. Los hatos
de los ganaderos son reducidos y muy frágiles y los mismos pastores tienen que
dedicarse a lo que Núñez y Dillehay han llamado “movilidad giratoria”. Es decir
que van con pequeñas caravanas desde la puna hacia los valles y buscan los
pueblos de campesinos, con los cuales tienen relaciones de larga duración de
tipo espiritual pero no se producen relaciones de parentesco real entre
pastores y campesinos.
Los pueblos de los
campesinos a su vez son determinados por la cantidad exigua de agua de la cual
disponen. Prácticamente no hay cultivo posible en estas zonas que dependería de
la lluvia como en las comunidades más al norte. Es decir, los campesinos
necesariamente dependen de la irrigación artificial con las pocas aguas que
hay, las cuales provienen más del deshielo de glaciares y en muy pocos casos de
lluvias.
Este hecho conduce a que el calendario de los cultivos es diferente de
los pueblos más norteños. No dependen tanto de la época seca y de la época
húmeda, sino de la intensidad de la irradiación solar que contribuye a los
deshielos de los glaciares. De todas formas, si bien el período de cultivo
puede ser más largo que en pueblos con una agricultura de secano, en realidad
sólo permite extensiones muy limitadas de cultivo, y por lo tanto los pueblos
se ubican casi en las riberas de los ríos con canales muy cortos que llevan el
agua a sus chacras. Hay poca cooperación entre ellos y no hay lo que Murra
llamaba el archipiélago vertical.
"Comunidades de pastores y campesinos
son manejados por fuerzas externas"
El aumento de la población
tiene pocas posibilidades de ser solucionado en estas tierras irrigadas. De
esta forma también los campesinos tienden a buscarse trabajos de otro tipo,
especialmente en minas o en los pueblos costeños. En este sentido también los
pueblos de los campesinos son débiles, tienen poca posibilidad de presión
política, sino dependen de la existencia de minas y su búsqueda de mano de obra
o de la disponibilidad de trabajos eventuales en la costa. Esto hace que tanto
las comunidades de pastores, como las de campesinos con sus territorios y pueblos,
se prestan a ser manejados por fuerzas externas, que, como vamos a ver, son
básicamente mineros o políticos.
Tomamos como punto de
partida para la comprensión de la secuencia de acontecimientos, el escrito de
Marc Augé sobre “Los No Lugares”. La antropología que surgía en el siglo XIX
tenía claramente una lógica que se anclaba en el mismo colonialismo del cual
formaba parte. Los poderes coloniales habían conquistado espacios, en los
cuales vivían poblaciones que tenían una larga historia con los lugares, y se
dedicaban a estudiar las poblaciones en estos lugares, que eran espacios con
una naturaleza y unas particularidades orográficas, de superficies que estaban
claramente identificables.
Augé observa concretamente que esta coincidencia
entre lugares geográficos y poblaciones estudiadas por los antropólogos en el
presente perdía cada vez más sentido. No es solo que se estudiaba ahora
poblaciones que formaban parte de un lugar (ciudad) que congregaba grupos
diversos, sino estos grupos migraban, dejaban lugares y frecuentemente sus
actividades ya no tenían elementos específicamente ligados con lugares.
De esta
manera, grupos sociales sin referentes de lugares específicos que hubieran sido
factores importantes para comprender a las culturas de los grupos para él, eran
grupos que no tenían una relación con una ubicación específica en la superficie
terrestre. Todo lo contrario, estos sitios por los cuales deambulaban sin que
los lugares específicos hubieran tenido una importancia particular para el
desarrollo histórico de los grupos humanos los calificaba como “no lugares”. De
esta forma los grupos, sus culturas, las especificidades ecológicas de las
regiones se desvinculaban por completo. Esta tendencia le llevó a hablar de “no
lugares” para tales grupos desvinculados, grupo, cultura, región, etc.
El texto de Augé sobre los “no lugares” ha
sido interpretado por muchos lectores como una referencia para una
“posmodernidad” o una “sobremodernidad”. Es difícil calificar este texto en
referencia a lo que algunos titulan “modernidad”, ya que esta es una palabra
que se refiere a un presente. En la época de la globalización los presentes son
múltiples y difieren ampliamente de acuerdo a las condiciones históricas en las
cuales se dan.
Augé probablemente tenía ciertas ideas sobre la “actualidad”
sobre la cual escribía. Probablemente no conocía la superposición de
actualidades disímiles que tipifica el ámbito entre Chile, el sur-peruano y
Bolivia. Es que en este espacio, y este es el tema del estudio, interactúan
grupos sociales que parten de una historia muy compleja a partir de condiciones
sui generis. No son sólo los habitantes de un lugar con una actividad
económica, sino son actores que en muchos aspectos actúan en este espacio, pero
sus razonamientos, sus lógicas en el ordenamiento de sus actividades parten de
realidades muy diversas. No parten de la zona que está en el centro de lo
descrito, sino se ubican en la lógica económica de un mercado internacional de
minerales, los valores adscritos a estos minerales y sus formas de extracción.
En este sentido la lógica es una lógica de un no lugar.
El espacio concreto
sólo incide en cuanto la lógica de la extracción y del mercadeo de minerales
que abstractamente toma una forma en él. Y la lógica de los extractores se
realiza en un “no lugar”. Es más, los mismos actores probablemente persiguen
los fines originados en los métodos específicos de extracción y su voluntad de
generar una ganancia en una serie de sitios y evalúan todos estos sólo en
términos de la lógica minera. Sus habitantes son prácticamente inexistentes o
sólo un factor que puede causar costos adicionales o disminuir costos de
acuerdo a su comportamiento frente a los procesos extractivos.
Casi lo mismo se puede
decir sobre los actores políticos que actúan de acuerdo a una idea sobre rentas
que para ellos surgirían de la actividad extractiva. Su lógica es rentista
ligada a la actividad de la minera extractora. Poco les interesa si parte de
esta renta es distribuida de acuerdo a la ley y las poblaciones sobre las
cuales tienen control, ya que su fin, es su capacidad de ejercer poder, obtener
rentas, y hacer crecer su poder por una repartición de rentas.
En este sentido
ellos también actúan en un no lugar. Si bien los habitantes estarían ligados a
la repartición de una parte de las rentas que exige la ley, no importan las
poblaciones concretas, y en este sentido son anónimas, su actuación tiene una
lógica que no está relacionada con la población, sus vidas, sus necesidades,
sus formas de hablar, las relaciones sociales entre ellos. El espacio en este
sentido es un “no lugar” para ellos. Ahora, estas dos formas de “no lugares”
para cada uno de los actores son abstractos. Sus lógicas no coinciden. La de
las empresas es completamente diferente y se originan en circunstancias y
lógicas que sólo en cuanto a la renta obtenida se relaciona con la lógica de
los políticos.
Al respecto, si bien el
proceso en su totalidad es un proceso observable, la lógica de los actores
tienen que ser comprendidas y descritas como lógicas interconectadas, ya que el
todo es simplemente la superposición de “no lugares” de por lo menos tres
grupos de actores.
En el presente estudio se
ha ubicado un espacio en la vertiente occidental de los Andes centro-sureños, al
cual se refieren las actividades de los tres grupos, pero su relación con el
espacio es sólo en cuanto a los habitantes mismos, algo que tiene que ver con
una larga imbricación entre sus actividades, sus relaciones familiares, los
animales o territorios que controlan. Para ellos el espacio es un “lugar que es
parte de su historia”, para los otros actores esta imbricación no importa ni en
lo más mínimo, salvo como un factor que puede generar costos y por lo tanto,
mermar sus rentas.
Es más complicado por los políticos, ya que hay dos grupos
con lealtades para con poblaciones que se están debatiendo el control del no
lugar. Pero estas poblaciones son grupos sociales de espacios mayores que no
tienen mucho que ver con los inmediatamente afectados por los actores mineros y
los actores políticos. Es la población local la que tiene importancia para los
actores mineros o políticos, pero esto es una ficción. Es en este sentido, que las
ideas de Marc Augé parecen ser aplicables de una forma múltiple. El espacio
real es para los actores mayores, un factor que facilita o problematiza sus
acciones de manera abstracta, pero no de manera concreta.
Igualmente, las actitudes de la población
local en última instancia no dependen de las relaciones duraderas que han
desarrollado para con el espacio, sino de beneficios que podrían obtener en los
esquemas de acción de los otros actores. Entonces, la población históricamente
ligada con el lugar deja su historicidad y se vincula, como mano de obra
potencial, o como receptores de la distribución de una renta minera, con los
actores en sus “no lugares” específicos. De esta manera, hasta la población
lugareña se convierte en un actor que desarrolla relaciones más importantes con
la gente para la cual el espacio es un “no lugar” que con la historia que ellos
han creado en esta parte de la vertiente occidental.
Efectivamente esta situación acelera las
interacciones de una manera que interconecta a los actores, pero ninguno de
ellos comprende la totalidad de lo que está aconteciendo. Cada uno actúa según
su lógica y percibe los otros actores como factores anónimos en sus esquemas. Entonces
la superposición de actividades de actores anónimos relacionados con un “no
lugar” que para todos ellos deja cada vez más su característica de “lugar” para
volverse parte de una lógica que de una forma similar se podría dar en sitios
muy diversos. Ni es necesario que sean lugares andinos. Las lógicas de todos se
relacionan con “dinero” que se desliga de los esquemas y por cierto incluso el
dinero se convierte en algo que adquiere una realidad de características
relacionadas con sus vidas que no están interrelacionadas. Así que los “no
lugares” están conectados con un elemento de valor “no específico y diferente”.
Por cierto que esto no se deja relacionar con
la antropología original. Es una situación nueva contemporánea, moderna, que en
cuanto combina grupos de actores con lógicas diversas podría ser considerado
“postmoderno”, ya que la modernidad original suponía una coherencia mayor entre
los actores, sus ideologías y la lógica del espacio.
Pero habría que preguntarse si es realmente
algo “después” del mundo moderno y si no es más bien simplemente globalizado y
moderno, en el sentido que ya las formas tempranas de modernidad conducen a
lógicas que sólo se relacionan por medio de “elementos compartidos” pero no la
coherencia que caracterizaba las sociedades premodernas, en las cuales los
actores se relacionaban en dimensiones múltiples y se percibían en esta
multiplicidad. Son actores diferentes que sabían en algo de su existencia y de
sus necesidades.
HIPÓTESIS DE INVESTIGACIÓN
H1: Las actividades mineras ubicadas en
territorios sin límites y con una escasa población originaria, crea relaciones
sociales complejas, que en buena cuenta son ajenas a la historia social y
cultural previa del territorio. Surgen conflictos de toda índole, cuya
racionalidad se origina en sistemas políticos y económicos casi desligados del
territorio concreto. A mayor actividad extractiva minera mayor conflicto entre
las partes. Esto conlleva a la politización y juegos de poder en el territorio,
convirtiéndolo en un espacio en disputa. Cómo la lógica tiene características
desligadas de la población previamente existente en la zona nos parece posible
describirlos utilizando el discurso sobre los “no lugares” de Marc Augé.
H2: El boom minero y los ingresos por canon
en estos últimos años, aceleraron los procesos de migración de pobladores. En
ello se cede territorios, lo que sólo es posible previa consulta a los
pobladores asentados en el territorio en disputa.
H3 Los pobladores que viven en territorios
en disputa tienen mayor probabilidad de variar en mayor grado, su modelo de
organización comunal que los pobladores que viven en zonas delimitadas con una
formación social más asentada.
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