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“La cultura sin sentimiento no vale nada”, argumenta Diego Esposito, en una exposición en Lima que constata la antigua relación en Italia entre artesanos y artistas, que se traduce, para admiración del mundo, en magistrales creaciones.
Diego Esposito, A. Castillón y G.Ardizzone |
Precisamente “Tejedores de Sonidos”, es una muestra en la galería universitaria Ccori Wasi, que “da a conocer lo más expresivo e interesante de aquello que se produce en el mundo del arte actual en Italia”, sostiene su embajador Guglielmo Ardizzone.
Tal expresión complementa y reactualiza el proyecto del diplomático Fabio De Nardis, cuyo entusiasmo y empeño se truncó con su inesperada muerte en el 2008. Promovió la obra de Antonio Raimondi, de Garibaldi y de otros tantos valores italianos que conocieron el Perú y dio los primeros pasos para la edificación de una pequeña Roma en el Perú, como se está haciendo en China, en un esfuerzo de profundizar la globalización a partir de la cultura.
Diego Esposito, en efecto cree en la función del arte y sus potencialidades, fue amigo del poeta peruano Jorge Eduardo Eielson, conocido por su literatura, artes visuales y música, y quien hizo de Milán su principal morada hasta su muerte hace cinco años.
A Esposito confiesa su impresión por los niños del Cuzco cuando acarician las piedras. Leyendo “Los Ríos Profundos” de J.M. Arguedas, ha constado que los violinistas afinan sus instrumentos en las cascadas, sabiendo diferenciar sonidos del hombre y de la naturaleza, matices valiosos para cuidar el planeta.
Acompañada de poesía y sonidos de quenas, la exposición pictórica se inspira en las culturas precolombinas, en la belleza de los tejidos, las líneas de Nazca y el color amarillo del oro y del dios sol, dador de la vida en estas tierras, interpreta A. Castrillón, director de Ccori Wasi ante el numeroso publico.
Exposicion 50 años AI |
Los trabajos para la exposición “Tessitori di suoni”, indican que “la fuerza del arte y el sueño del artista, no se agotan y que están para indicarnos, entre dificultades, esperanzas y desilusiones, el camino por emprender”. Similar comentario está presente en “Cambiemos el Mundo, 50 años de afiches”, exposición paralela, sobre 50 Años de Amnistía Internacional, movimiento que alienta la dignidad, atacando sobre todo la pobreza que es más que privación de bienes y necesidad, sino que es un asunto de discriminación, exclusión y negación de derechos humanos.