Por Jorge Zavaleta Alegre
j Jorge Zavaleta
Alegre
Nueva York, Febrero 1° de
2019.- La mayoría de hospitales públicos y clínicas especializadas de
Latinoamérica son organizaciones criminales en tanto se han convertido en
organizaciones en las cuales la vida no
vale absolutamente nada. El crimen y el robo organizado dominan en estos
tiempos. Sin embargo, sus mejores
ciudadanos y pueblos pequeños siguen apostando por el bienestar de todos.
Testimonios de varios distritos y poblados del Perú, revelan
que los hospitales públicos como el de
Bravo Chico, en El Agustino, el Emilio Valdizán, en la Carretera Central o la
clínica de Barranco que usufructúa el nombre del notable psiquiatra Baltazar
Caravedo, pueden ser sin lugar a dudas
retratos de una dolorosa realidad, donde
la búsqueda del bien común es una quimera.
Si existiera un Ministerio de Salud, tales nosocomios y otros
podrían ser cerrados. Esta decisión
evitaría que la mayoría de los
10 millones de habitantes de la capital
peruana y los miles de migrantes andinos
no sufran una muerte anunciada.
Esta crónica es el testimonio de un paciente que logró fugar de una de esas cárceles, cuya fuga
ni siquiera fue detectada,
según certificados de defunción
emitidos por médicos y enfermeras que representan el infierno
en Latinoamérica, una región
administrada casi siempre por gobernantes que viven del asalto a fondos del Estado.
El presente relato
acaba de ser expuesto en un concurrido
auditorio de la Universidad Norteamericana
de Pittsburgh, como parte de una cuidadosa investigación relacionada con
el cuarto cine, como se le conoce a la cinematografía del dolor que enluta el alma de este
continente, donde la alegría se esfuma cada instante.
La calidad de la salud y educación van decayendo cada día en
perjuicio de los migrantes que huyen de sus comarcas. Los hospitales no
garantizan la vida de ningún paciente. La sobrepoblación de pacientes, es un pretexto para el
descuido absoluto de los
establecimientos, en tanto los
proveedores privados engordan sus vientres y bolsillos como agentes de laboratorios nacionales e
internacionales. La muerte deja grandes dividendos.
En Latinoamérica, los
Estados subsidian la medicina y
la educación privada. La causa de los fallecimientos en los
hospitales se oculta o se camufla
en confusas estadísticas. Las morgues se llenan a media noche, cada amanecer.
Las funerarias vuelan como
buitres para facturar costosas
sumas por sepelio, cremación y/o
traslado a localidades pequeñas o lejanas.
Un nuevo estudio del BID - Banco Interamericano de Desarrollo indica que la Región necesitará
23 millones de profesionales en salud y educación para 2040: Doce millones de maestros, 3 millones de médicos y
8 millones de enfermeros.
El documento remarca
que los trabajos a crearse para Latinoamérica deberán ser de buena calidad
especialmente para las mujeres. Los profesionales hoy en día están desfasados
de la literatura especializada. La incursión de la medicina India causa estupor
entre médicos cobijados por viejos laboratorios socios de viejas burocracias corruptas, ineptas,
insensibles.
“Nuestro estudio muestra que, incluso en el marco de la
cuarta revolución industrial, podemos esperar que el número de maestros,
médicos y enfermeros en América Latina y el Caribe continúe creciendo a gran
velocidad”, explica Marcelo Cabrol, gerente del Sector Social del BID.
“Nuestra metodología nos permite conocer que, por ejemplo,
una tercera parte de los maestros que habrá dentro de 15 años, y casi dos
terceras partes de los médicos y enfermeros, son personas que todavía no han
empezado su vida laboral. Ante esta realidad, la clave es asegurar que estos
nuevos profesionales tengan las habilidades y la formación que necesitan para
ser los maestros, médicos y enfermeros del futuro”, subraya Cabrol.
Las proyecciones que incluye la investigación se realizan a
partir de una serie de variables dependiendo del sector. En el caso del sector
educativo, se consideran la población en edad de estudiar, las tasas de
matrícula escolar y el número de niños por maestro. Para el sector salud, se
estima la proporción de médicos con respecto a la población de adultos mayores
que existirá en las próximas décadas, así como la proporción de enfermeros por
cada médico.
Proyecciones a futuro, "Educación y salud: ¿los sectores
del futuro?" analiza cuál ha sido la evolución del empleo de maestros,
médicos y enfermeros durante las últimas cuatro décadas en América Latina y el
Caribe. “Estas tres ocupaciones han venido creciendo de forma notable, pero lo
más destacable es que los trabajos en educación y salud son, en comparación con
otros sectores, de buena calidad”, explica Marcelo Cabrol.
Esa publicación no solo muestra evidencia de que los ingresos
de maestros, médicos y enfermeros en América Latina y el Caribe han crecido de
manera notable en los últimos años, sino también que estos profesionales tienen
una mayor probabilidad de percibir una pensión en la vejez que otros
profesionales como ingenieros, abogados, periodistas o contadores, entre otros.
Además, las mujeres representan la mayoría de los trabajadores en los sectores
sociales y la brecha salarial de género es sustancialmente menor en estas ocupaciones
que en otros sectores.
“Mientras que en nuestra región las mujeres con educación
postsecundaria aún ganan en promedio un 28% menos que los hombres, en educación
y salud esta diferencia es de alrededor de un 10%”, remarca el análisis.
“Educación y salud: ¿los sectores del futuro?”, busca enriquecer la discusión sobre cómo la
región puede aprovechar las oportunidades y minimizar los riesgos que se
plantean alrededor de este tema utilizando un formato interactivo que incorpora
audios, videos y otros recursos.
CONCLUSIONES NECESARIAS
Gustavo Nigenda, de la Universidad de Londres, comenta que en los últimos años
la búsqueda de soluciones para mejorar la eficiencia de los servicios de salud
ha sido un tema de gran importancia.
En muchos países desarrollados los costos de la atención
médica han aumentado, y aunque la mortalidad infantil y otros indicadores de
salud han mejorado, no ha sido con gran rapidez.
A pesar de que la tecnología médica ha tenido un gran avance,
millones de personas en países en desarrollo mueren aún por “enfermedades
prevenibles”, debido a la dificultad en el acceso a los servicios de salud.
En el centro de estos problemas está la participación
estatal. A partir de la segunda guerra mundial, el crecimiento económico
sostenido en muchos países fue asociado al desarrollo de una amplia provisión
pública en las áreas de salud y servicios sociales.
Sin embargo, las mismas instituciones que después de la
guerra fueron vistas como benéficas e integrales para el desarrollo social
exitoso, durante los años ochenta se consideraron como una carga que inhibía el
crecimiento económico.
Actualmente es motivo de discusión el grado en que el Estado
debe intervenir en la organización y control de los servicios de salud y la
distribución de los recursos.
Quienes proponen el retiro del Estado y la privatización de los
servicios, señalan que la intervención estatal ha llevado al aumento de la
ineficiencia de los servicios.
Cualquier comentario que se publique como
el que suscribo respecto a los
hospitales y clinicas privadas "especializadas en salud mental, tuberculosis..." son
entidades donde hay un profundo, muy
profundo desencuentro, entre
un personal desmotivado, indiferente
y el dinero sucio que corre entre los laboratorios, las
ambulancias, los crematorios. La Muerte es el negocio público y
privado que ya no deja espacio
para escuchar el auxilio
de quienes demandan aquellos que
por desgracia pasan una o dos
noches en un hospital de Lima
o Clínicas Especializadas y acaban en un cementerio, en una fosa común.
Diferentes hospitales públicos de Lima se han visto obligados
a adoptar a las decenas de enfermos mentales, personas con síndrome de down y
ancianos que son abandonados en sus instalaciones. Sólo en la capital del Perú
son más de 1000 las personas que son señalados como NN y se encuentran
principalmente en el Hospital Larco Herrera y el Hermilio Valdizán de Santa
Anita. En éste último, son numerosos los pacientes olvidados por sus
familiares, sin embargo, cada uno de ellos guarda un recuerdo de sus parientes,
al cual se aferran y atesoran con la esperanza de volver a verlos.
*¨Nuevo estudio Educación y salud: ¿los sectores del futuro?
- Serie sobre el futuro del trabajo en América Latina y el Caribe.
Más información: Agustín Cáceres, agustinc@iadb.org
Yyannú Cruz Aguayo, especialista sénior del Sector Social del
BID: yyannuc@iadb.org
Jorge Zavaleta Alegre
Corresponsal del Diario16, Madrid
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