Isaías Zavaleta Figueroa
Perú-Caraz, 16 Febrero 1917- Trujillo, Enero 2016
Tosía sin cesar, con esa tos que trata de arrancar aún las propias vísceras; tos seca que golpea tenazmente los pulmones; tos que sonaba en toda amplitud de la mísea alcoba...tosía Pancho Prieto el trabajador de las minas de carbón del señor Julían Méndez.
Cuando me acerqué a su puerta vi que solo una mujer escuálida y andrajosa le sujetaba la cabeza. Cada vez que el terrible acceso de los tos, desgarraba el cuerpo endeble y moribundo de Pancho.
Al verse, éste se cubrió el rostro con el poncho negro y sucio que tenía, y su voz gangoza dijo a su mujer: Cierra la puerta María, no quiero que nadie se enter de mi desgracia, quiero morir, morir solo que nadie se entere de mi desgracia, solo como fui en el mundo sin la protección de nadie.
María se levantó justamente, y por más que quiso convencer a que yo quería hablar sobre el estado de la salud de su marido, ella me cerró la puerta con violencia. Comprendí entonces que aquella pareja no solamente tenía vergüenza de su desgracia sino que protestaba con odio la presencia de cualquier hombre.
Al verse, éste se cubrió el rostro con el poncho negro y sucio que tenía, y su voz gangoza dijo a su mujer: Cierra la puerta María, no quiero que nadie se enter de mi desgracia, quiero morir, morir solo que nadie se entere de mi desgracia, solo como fui en el mundo sin la protección de nadie.
María se levantó justamente, y por más que quiso convencer a que yo quería hablar sobre el estado de la salud de su marido, ella me cerró la puerta con violencia. Comprendí entonces que aquella pareja no solamente tenía vergüenza de su desgracia sino que protestaba con odio la presencia de cualquier hombre.
- Pero ¿que tonterías cometí al quererme inmiscuirme en la tragedia de este tísico?, dije para mis adentros al sufrir aquel desaire?, dije para mis adentros al sufrir aquel desaire... Y mientras mil preguntas y respuestas e imprecaciones me hacía junto a aquella puerta, una augusta voz emergió de lo recóndito de mi mundo interior, cuyos términos los puedo resumir: El hombre que ve sufrir a otro y no lo auxilia es un verdugo más que esgrime el dardo de la indolencia sobre la humanidad desdichada.
Este grito de mi conciencia me liberó de mi perturbación en la que me hallaba y haciendo un esfuerzo supremo para liberarme de mis pesadillas egoístas empujé la puerta y penetré con energía al interior de aquel cuartucho infestado de los basilos de Koch.
¡Miserable!, abusivo, ¿qué deseas aquí?, ¿Quieres tu también a mi esposo para que trabaje en tus minas como ha hecho don Julián?, añadía María.
Este grito de mi conciencia me liberó de mi perturbación en la que me hallaba y haciendo un esfuerzo supremo para liberarme de mis pesadillas egoístas empujé la puerta y penetré con energía al interior de aquel cuartucho infestado de los basilos de Koch.
¡Miserable!, abusivo, ¿qué deseas aquí?, ¿Quieres tu también a mi esposo para que trabaje en tus minas como ha hecho don Julián?, añadía María.
- Señora, no vengo a llevar a Pancho, vengo a saber cómo se siente, deseo contribuir en su curación, déjeme contribuir en su curación, déjeme contribuir, déjeme hablar, tengo mucha pena que su mal prospere pudiendo ser curado a tiempo, no vengo con odios ni con burlas, quiero compartir con ustedes lo que la justicia y el derecho demandan para todos los seres humanos sin distinción de clases. Así respondí a María.
Al escuchar la suavidad de mi voz y la benignidad de mis expresiones modificó su actitud defensiva para cederme asiento, sobre adobes rotos, que constituían los únicos muebles de la habitación.
- Panchito Prieto, descubro querido hermano. Vengo con la única finalidad de ayudarte; deseo que seas feliz como otros hombres, llevarte a un lugar donde puedas recuperar tu salud. Sin quitar el sombrero que cubría la cabeza le contesté suavemente.
¡Qué diablos quiere aquel hombre!. Tal como don Julián hace hace dos años con la persona que yacía grave con una terrible pulmonía le llevó a un hospital y corrió con todos los gastos de mi curación, y cuando salí presentó la enorme deuda que yo tenía por el servicio.
Entonces para pagar aquella suma tuvo que tenerme encerrado dia y noche, sin máscara que me protegiera. y saqué tonelada tras tonelada de material negro, junto con otros deudores como yo. Muchas noches las pasé tomando solo agua y cancha (maiz tostado). Así pagué toda mi cuenta. Pero nunca me liberó del trabajo siempre tuve que sacar fuerzas hasta que un día me dijo vete de aquí: "Por ocioso y flojo vete de aquí, para nada sirves ni para pagar tu cuenta".
Todos ustedes los encorbatados leídos, los que visten de casimir, que tienen plata no sienten compasión por los pobres: solo quieren matarnos en trabajos forzados para que vivan ustedes holgadamente.
Le contesté que un caso particular que le ha sucedido con el señor Julián haces extensivo a todos los hombres que somos malos y enemigos de los pobres.
Yo soy un joven que he sufrido como tú las prisiones en el noble propósito de estudiar más, de tal manera que mi presencia no obedece a un sentimiento experimentado en carne mia que se identifica con el tuya.
¡Me permites un instante para abordar tu problema!. Porque tus hermanos del sufrimiento te necesitan para luchar en la conquista de nuestros sagrados derechos humanos, que hoy por hoy son el privilegio de unos cuantos individuos dueños de nuestra riqueza ingente.
- Le digo a Ud señor que no necesito de nadie en estos instantes porque estoy resuelto a morir antes que soportar por más tiempo el hambre y la miseria en esta injusta sociedad donde todos como ustedes quieran vivir del sudor ajeno. ¿Dígame, es cierto o no que los minerales que se llevan los extranjeros es el producto extraído por las manos de nosotros los indios? ¿No es cierto que los manjares que se pierden en las mesas de ustedes es el fruto inagotable del sudor de los campesinos, que nunca aprovecharon el producto de su propio trabajo?.....
El pretexto de luchar en bien del indio ustedes buscan más de nuestras energías para servirse finalmente con el objeto de trabajar menos o nada pero gozan de la vida hasta la saciedad. Para continuar viviendo así, soportando toda clase de abusos y explotaciones, mejor que los gusanos aprovechen de mis carnes, y mis huesos se conviertan en polvo, para que recorran con el viento por el mundo azotando la cara sanguinaria de todos los injustos de la tierra, de todos aquellos que hacen llorar a mis madres, esposas, hijos y mujeres desheredadas de la suerte.
- En forma muy equivocada te expresas Pancho. Todos no somos así. Si bien es cierto que muchos hombres se sirvieron del sudor ajeno para gozar en esta vida, también hay hombres que dan su vida entera en bien de los demás.
- Pero esos beneficios jamás he recibido de nadie pese a que he recorrido mucho.
- La mala suerte te ha acompañado para que no hayas podido apreciar las bondades de algunos. Por lo que a mi me toca, conozco a hombres que vienen enseñándome en la Universidad donde estoy estudiando, la Facultad de Derecho, que son algunos de entera confianza y que pregonan la justicia a todo costo.
Lástima que todo estudiante tiene ese sentimiento en teoría, pero tan luego se recibe en la Universidad se olvida de aquellas enseñanzas, y en lugar de defender la razón defiende la "sin razón". Te dgo asimismo porque el pobre, el cholo, no tiene justicia alguna en ninguna parte porque no tiene recursos para pagar la defensa.
Antes que continuara hablando, un aterrador acceso de tos ahogó su voz y sucesivas bocanadas de sangre comenzó a arrojar...ya no pudo hablar más, pues a pocas horas con el espíritu contrito hice los trámites necesarios, junto con María, para guardar los restos en el cementerio.....
Conseguí que cuatro obreros ancianos cargaran el cuerpo rígido de mi personaje. La esposa, yo y un perrito fuimos los únicos acompañantes, mientras una lúgubre nota de compasión lanzaba aquel fiel amigo de la casa cuando íbamos en pos del Campo Santo.
María puso en la cabecera de Pancho un ramo de flores de retama, y después de llorar profundamente dijo adiós a los restos de su amado y musitó "gracias señor por todo lo que ha hecho, que vuestra acción me da confianza en que hay hombres que pueden extendernos la mano sin permitir que caigamos en las manos de la minería y de la injusticia.
--El autor, nació el 16 de Febrero de 1917 en Caraz, en el Callejón de Huaylas, Ancash, un valle de clima templado, a 400 kms. al Nor Este de Lima, protegido por dos cadenas de montañas - Blanca y Negra-, lagunas, lagunillas, manantiales, aguas termales y riachuelos que alimentan el Santa, uno de los pocos ríos de cauce regular, que desemboca al Pacifico, y que durante las cuatro estaciones del año mantiene una variada agricultura, incluyendo diversidad de flores, frutas, alimentos de panllevar. La elaboración de los refrescos y los helados con el hielo de las faldas del Huandoy y el Huascarán, se truncó con el terremoto del 70.
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