Jorge Zavaleta Alegre. Ciudad Benito Juarez/Mexico.
TIME. Fue en el año 1883
que la música cubana experimentaba una revolución total. Con influencias
occidentales originadas en Europa y mezclados con ritmos africanos se
originaba la llamada canción criolla.
Todo lo mencionado, unido al auge que en
ese entonces mantenía la trova, dio origen a un género que ha prevalecido
hasta nuestros días: “el bolero latinoamericano”, que se canta desde México
hasta el sur de Argentina.
José Sánchez, músico cubano, nacido un 19 de marzo
de 1856, a temprana edad destacó por su maestría en la guitarra. Y su voz era
una cuerda de barítono, interpretaba grandes melodías. Fue considerado como el
"padre de la canción del trovador".
Sin embargo, la historia le identifica más
como el creador del bolero latinoamericano, como tal, habría de crear un
género que rompió paradigmas en México y toda América Latina, impactando,
incluso, el mercado estadounidense.
En la recta final del siglo XIX el género
de trova cobró fama e impulso en la isla. Sin embargo, la llegada de más
ritmos y géneros de corte europeo y africano fue mezclándose con la cultura
local, a esto se le llamó neo romanticismo popular cubano.
Tristeza: Fue el
primer bolero de la historia. Como todo músico, el sentimiento que un hombre
desarrolla hacia la mujer y viceversa, el que una mujer desarrolla al hombre,
fue motivo de innumerables composiciones por Pepe Sánchez.
Indudablemente la
pieza que marcó su existencia fue: "Me entristeces, mujer" compuesta en 1883.
Al momento de registrarla, ya existía otro tema con ese nombre por lo que en
el momento decidió nombrarla "Tristeza".
Sindo Garay, otro gran músico cubano,
se encargaría de llevarlo a La Habana. Luego, a través de los barcos que
circundaban el Caribe, pasó a México y a Puerto Rico, países que lo
consolidaron.
El bolero surgió del eco melodioso de un canto triste entre el
viento y la palmera, en el corazón desolado de un cubano. Un invento que
decidió la suerte del bolero fue el nacimiento de la radio, en la década de
1920.
Son, precisamente, dos mexicanos los que se encargaron de darle este
impulso definitivo: Guty Cárdenas introduce a Ciudad de México el bolero
yucateco y Agustín Lara crea el bolero urbano, en los prostíbulos y bares de
los barrios de ciudad de México.
Mientras tanto, Pedro Flores y Rafael
Hernández crean, en Nueva York, la escuela del bolero puertorriqueño. Durante
20 años, con programas en directo por las diferentes y recientes emisoras
fundadas en todo el continente, el ritmo más escuchado, desde México hasta la
Patagonia, fue el bolero.
La emisora que marcó una pauta fue la mexicana XEW,
donde los primeros cantantes, diariamente, y en forma directa, entonaban sus
boleros, entre ellos Agustín Lara.
El cine mexicano, de gran influencia a
partir de 1940 en toda América Latina, fue un excelente multiplicador de este
género musical. Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solsí, Pedro Vargas y
hasta el mismo Agustín Lara se encargaron de popularizar el bolero, a través
del cine.
No hubo película mexicana, de esta época, en donde además del
mariachi no se escuchara siquiera un bolero. Ya en 1950, con la llegada de la
televisión, surge, para el bolero, un nuevo aliado. Esta es la década de su
madurez.
El bolero en Colombia. La primera emisora fundada en el país fue “La
Voz de Barranquilla”, por Elías Pellet Buitrago, 1929. La segunda surgió en
Bogotá, la HKE, el 1 de mayo de 1930, a instancias de Gustavo Uribe.
Al mes
siguiente se inauguró en Tunja “Radio Boyacá”… Alfonso de la Espriella, en su
libro “Historia de la música colombiana a través del bolero”, asegura que
Daniel Lemaitre Tono, su abuelo, compuso el primer bolero colombiano “Dime
niña de ojos verdes”.
Otro erudito del tema Jaime Rico Salazar, de Anserma
(Caldas), el hombre que más sabe del bolero en el mundo al decir de Armando
Manzanero, sostiene que este bolero de Lemaitre era al estilo español y que
por ningún lado se conoce la partitura original.
Dice Rico Salazar que el
primer bolero colombiano fue “Te amo”, de Jorge Añez A., el que grabó en Nueva
York con Tito Guizar, en el Sello Durium, en 1928.
Decadencia del bolero. Cristóbal Díaz Ayala sostiene, con razón, que el otoño del bolero empezó a
finales de 1950, pues estaba cogiendo mala fama. “Se le acusaba de ser
el agente productor de millones y millones de matrimonios, violaciones, raptos
y, a su vez, de divorcios, adulterios y, por supuesto, de millones y millones
de niños.
Después de terminada la Segunda Guerra Mundial, América Latina
empezó a perder su aislamiento del resto del mundo. Y llegaron ritmos que,
gracias al imperialismo cultural de la época y a la gran publicidad, calaron
entre la gente.
Los Beatles, el rock, la balada, en la década del sesenta,
trataron de aniquilar esta versión romántica del amor y de la vida. La balada,
que se bailaba en forma separada, ocupó un lugar de avanzada especialmente
entre la juventud.
Además, la libertad sexual, ocasionada sobre todo por la
aparición de la píldora, permitió enamorar sin la música, sin las serenatas,
sin el abrazo, sin los susurros. Ya el baile del bolero había pasado de moda y
no tenía un ambiente propicio ni era una necesidad para el escarceo amoroso.
Renacer. Pero ha sido imposible acabarlo. Los amantes, inevitablemente, se
miran a los ojos cuando suena un bello bolero. Pero hubo un compositor que le
dio un nuevo impulso al bolero: Armando Manzanero. Con las celebraciones del
primer centenario del nacimiento del bolero, que tuvo lugar en todos los
países de América Latina, en 1985, con la realización de foros, tertulias,
conferencias y festivales, surgió, casi de las cenizas, el bolero.
Por eso,
los nuevos cantantes, como Luis Miguel, recurren a él para conquistar, de
nuevo, a la juventud. Y así, de esta forma, el bolero se ha remozado.
Vamos al
Perú. ¿Qué es el bolero?. David Flores Vásquez, director de La Lira Huaylina y
abogado especializado en Turismo, tiene el mérito de mostrar que su tierra
natal Huaylas es el paisaje más atractivo del universo.
Definir el bolero es
casi tratar de definir la poesía y la música. El bolero es música, poesía,
sentimiento y razón. Y si alguien dijo alguna vez que el tango es un
sentimiento triste que se baila, nosotros afirmamos que el bolero se baila con
sentimiento, se escucha con nostalgia y se bebe con alegría. Porque cada quien
tiene su bolero para bailarlo, escribirlo, cantarlo o dedicarlo.
Entre el beso
y la ausencia, entre el abrazo y el amor perdido, entre el recuerdo y el
olvido, están escritos, bailados y cantados todos los boleros. La intimidad y
el adiós se parecen a un bolero.
Toda poesía de amor es un bolero que se
escribe entre los rumores del recuerdo, de la lejanía y del deseo. Aquél que
ha amado es un compositor,
Sigue presente en la memoria el concierto que
ofrecieron en La Habana los jóvenes para recibir la visita de rectores de 25
universidades del Perú y a los periodistas de Cambio16 y Diario16.
La segunda oportunidad, fue el concierto del grupo
mexicano Los Panchos, después de su concierto en el teatro de Trujillo,
ofrecieron una serenata a la madre de Carlos Smith, empresario reconocido por
su sensibilidad con la cultura.
Un breve repaso por la música latinoamericana
del siglo pasado (y lo que va de éste) ofrece un panorama en el que la tensión
entre reacción y vanguardias es particularmente urticante.
Porque, ¿en qué
consistiría la música latinoamericana?
¿Basta con referirse a compositores
nacidos en el territorio que se extiende desde el norte de México hasta la
Patagonia?
¿O, independientemente de ese marco, existe algún tipo de criterio
estético que permite individualizar algún tipo de corriente musical homogénea
a la que sería posible unirle el adjetivo “latinoamericana”?
En principio, la
referencia Latinoamérica como un todo es imposible sin un previo análisis de
cada una de sus partes, sin una consideración de los complejos entramados
musicales (y culturales, en un sentido amplio) de las naciones que la
integran.
Así, el panteón de los “genios de la música universal” condena a los
músicos de la periferia a convertirse en “la expresión musical de su tierra”.
En cualquier caso, la música latinoamericana, sea ella lo que fuere, no
implica necesariamente que los compositores deban recurrir a la estilización
de materiales del folclore de su tierra. La tecnología al parecer no es
suficiente para romper las islas de incomunicación. El lenguaje musical, con
sus múltiples partituras, se extiende por el mundo para buscar la paz, la
amistad, la oportunidad de vivir mejor para todos.
Muchos fuimos flechados por los boleros de Los Panchos. Voy a
reseñar acá algo de lo que sobre el particular conozco o he vivido, pues tuve
la fortuna de que mi Juventud aflorara, precisamente, a los acordes de los
boleros inolvidables de Los Panchos, de manera que será más fácil que todos me
comprendan. Insertaré acá algunas cosas ocurridas, que conviene recordar, pues
el tiempo las va borrando.
“Los Panchos de Caraz”, según David Flores, actual
director de la Lira Huaylina, recuerda que la Región de Ancash, tuvo sus
“Panchos”. En efecto, Caraz, capital de la provincia de Huaylas. Esta
provincia ha producido pintores, escultores y músicos excelentes.
Encantó
saber que ellos en una oportunidad se agruparon y conformaron una Asociación
que denominaron “Poliartes” que ahora, lamentablemente, ya no existe. Antonio
Meneses Pajuelo, o simplemente Tuco Meneses que, frente a los demás
integrantes, era sumamente joven.
Si Alfredo Gil hubiera conocido a Tuco
Meneses, se habría puesto celoso por su maestría en la ejecución de la
guitarra e imitación perfecta de la primera guitarra de Los Panchos. Tuco se
unió a dos condiscípulos de nuestra clase: Arturo Alba Avila, “Pecho Alba” y
Luis Castro Terry, el popular “Loro Castro” y conformaron el recordado Trío
Los Panchos que deleitó a todos, tanto que, a veces, actuaron hasta en circos
que llegaban a la localidad.
Los Panchos y la música peruana: Artistas de la
categoría de Los Panchos incorporaron en su repertorio canciones de muchos
lugares en donde llegaron a actuar. Estimo que por dos razones: La primera por
congraciarse con la gente lugareña y la segunda por la calidad de la música.
En el caso del Perú creo que por las dos cosas, pero especialmente por lo
segundo. Me vienen a la mente en este momento solo dos vals peruanos que ellos
ejecutaron magistralmente: “Engañada” y “Desvarío”. El primero es por demás
conocido y empieza con “No creas que si tu alejas yo voy a llorar…..”. Y, para
que se acuerden del segundo, van solo las dos primeras líneas: “Qué pena me da
mirarte cuando te miro, hay…. qué pena me da saber lo que has perdido….”
Quizá
es la más difícil pregunta con que uno se encuentra. Y, seguramente, nunca
habrá respuesta satisfactoria para todos. Mejor. En cuanto a mí corresponde,
me gusta mucho “Sin un amor”, pero no puedo dejar nunca de lado “Flor de
Azalea”. Después de todo, el problema está solo en empezar. Luego sigue un
verdadero popurrí inacabable que, incluso, puede trasladarnos hasta el Japón
en donde actuaron Los Panchos, con kimono incluido.
Vale reconocer, con
explicable rubor, que en nuestro momento nos esmeramos en imitar aun cuando
lejanamente a la guitarra de Los Panchos que, parece, le dio una especial
característica al Trío. Nuestros afanes juveniles se complicaban si mediaba la
petición o sugerencia de alguien a quien queríamos halagar de alguna manera.
Nota del Editor. Gracias a los aportes de David Flores Vásquez, Luis Flores Vásquez (desde la ciudad de Huaylas), Marco Escudero (Arequipa), Donato Garay, Haydee Cortez, Lucy Carrasco, Nelly Martinez. Cesar Ames Ángeles y Cesar Villanueva, Celso Espinoza, Joel Moreno, Lolo Meléndez, Quimi Lara (Brasil). Alicia Bravo-Lucio Pinedo, directores de la Revista de Ancash…y todos los compañeros que integran Los Halcones Negros egresados del centenario colegio 2 de Mayo de Caraz, capital de la provincia de Huaylas.
Papel de Arbol Asociado a D16 El Mercurio Panoramical Milan
PRENS ANCASHINA.
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