Hoy, la globalización ya no representa más el paraíso deseado en el cual se depositan las esperanzas populares ni la realización del bienestar familiar anhelado. Los mismos países y bases sociales que la enarbolaron se han convertido en sus mayores detractores. Nos encontramos ante la muerte de una de las mayores versiones ideológicas de los últimos siglos. La declaración en Davos, una apacible ciudad de Suiza, país considerado como sede de la banca más segura del planeta, parece algo loable, pero si no existe ningún tipo de mecanismo de cumplimiento, el móvil del lucro infinito siempre primara, en beneficio de los pocos y migajas para los olvidados de siempre. Es una conclusión recogida del sentir del fundador del Foro de Davos, de jefes de Estado como el de España y el ideólogo del partido boliviano que lidera el ex presidente Boliviano, Evo Morales hoy exiliado en Buenos Aires.El camello y el ojo de la aguja. Una de las frases que se atribuye a Jesús de Nazaret en la Biblia es: “Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”. (En esta frase un error de traducción del griego “Kamilos” (con i breve), vendría a ser “soga” o “maroma”, de esta manera la comparación tendría mucho más sentido, y no como la primera interpretación como “Kamelos”). Los retos del pensamiento alternativo con respecto a la globalizacion son enormes, no sólo para la elaboración programática sino, especialmente, para crear las bases sociales organizadas capaces de sostener y luchar por un mundo distinto, afirma el fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, quien considera que el manifiesto ofrece “la mejor respuesta a los desafíos ambientales y sociales de hoy”.
Sin embargo, las preguntas inmediatas que se han vertido son: ¿a quién sirve dicho propósito? ¿Implicará una transformación de la corporación como la conocemos o representa, más bien, una estrategia para conseguir un mayor control corporativo de las políticas públicas y la vida política?
El Manifiesto de Davos señala que las corporaciones traten a los clientes con dignidad y respeto, que respeten los derechos humanos a lo largo de sus cadenas de suministro, que actúen como guardianas del medio ambiente para las generaciones futuras y, lo que es más relevante, que midan el rendimiento “no solo por el dividendo de los accionistas, sino también por cómo consiguen sus objetivos sociales, ambientales y de buena gobernanza”.
Para diversas fuentes, el Manifiesto de Davos constituye un adelanto de la Declaración sobre el Propósito de una Corporación, publicada el pasado agosto por 181 directores generales de la asociación Business Roundtable de los Estados Unidos, que se comprometieron, de forma todavía más imprecisa, a generar ‘un valor a largo plazo’ y actuar de manera ética y sostenible.
Pero en ningún lugar de las dos declaraciones se habla de mecanismos de cumplimiento. Se trata de un proceso estrictamente voluntario y dependiente de la autorregulación, que no cuestiona el propósito primordial de lucro de las corporaciones.
Desde el punto de vista de la prensa británica en Davos, es una ampliación de la tendencia a la responsabilidad social corporativa. El Manifiesto propone también una fuerte contrapartida de fondos públicos para las compañías que se comprometen con la responsabilidad social.
El Secretario general de la ONU Antonio Guterres revela que el modelo de las múltiples partes interesadas ya está penetrando en varios escenarios de la gobernanza global, como el Movimiento SUN para el Fomento de la Nutrición y la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación, en los cuales el acceso del personal del Foro permite un manejo de los programas, fondos y organismos de las Naciones Unidas.
El Foro Económico Mundial (FEM) en Davos, con un enfoque que llama “capitalismo de las partes interesadas” ( stakeholder capitalism), centrado no sólo en los accionistas, sino también en los clientes, empleados, proveedores y comunidades, a los que considera “esenciales” para el desempeño de sus negocios. Atiende a las aspiraciones humanas y sociales en el marco del sistema social en su conjunto. Y los salarios del personal ejecutivo deben reflejar la responsabilidad ante todas las partes involucradas.
La reacción a la integración real recientemente ha impulsado a la administración estadounidense a recurrir al proteccionismo comercial unilateral, dirigido a China en particular. Tanto en Estados Unidos como en Europa se están levantando barreras contra la migración.
Las crisis financieras -como las ocurridas en América Latina a principios de los años ochenta, en Asia oriental a fines de los noventa, en Europa oriental a finales de los años 2000 y en Europa en los años 2010- también tienen claras víctimas: los que pierden sus empleos, casas o ahorros para la jubilación. Pero no es tan fácil atribuir culpas. Mientras tanto, los responsables públicos deberán mejorar la gestión de la integración financiera, una tarea que puede ser aún más desafiante.
El presidente de España Pedro Sánchez:
«Es hora de entrar en una nueva era que nunca más permita que el progreso económico se haga a costa de las personas»
«España es un país meridional, con lazos históricos con Latino América, vecino de África y que comparte una antiquísima amistad con Oriente Medio y pretende ampliar sus nexos con Asia. España es un país abierto, seguirá luchando por un país más abierto y cohesionado».
Ha llegado el momento de entrar en una nueva era que resuelva los fracasos del neoliberalismo a través de la solvencia de la democracia social. Tenemos que empezar a hablar de impuestos, de tributos y de paraísos fiscales. Con salarios justos, crear un nuevo pacto social que equilibre la redistribución de la riqueza. Reformar sistema de pensiones para tener pensiones dignas. El nuevo Gobierno de España se compone de una coalición entre el PSOE, Partido Socialista Obrero Español y Unidas Podemos.
Alvaro Garcia Linera, ex vice presidente de Bolivia
La globalización, como ideología política, triunfó sobre la derrota de la alternativa del socialismo de Estado, esto es, de la estatización de los medios de producción, el partido único y la economía planificada desde arriba. La caída del muro de Berlín en 1989 escenifica esta capitulación. Entonces, en el imaginario planetario quedó una sola ruta, un solo destino mundial. Y lo que ahora está pasando es que ese único destino triunfante también fallece, muere. Es decir, la humanidad se queda sin destino, sin rumbo, sin certidumbre. Pero no es el “fin de la historia” —como pregonaban los neoliberales—, sino el fin del “fin de la historia”; es la nada de la historia.
Lo que hoy queda en los países capitalistas es una inercia sin convicción que no seduce, un manojo decrépito de ilusiones marchitas y, en la pluma de los escribanos fosilizados, la añoranza de una globalización fallida que no alumbra más los destinos.
Entonces, con el socialismo de Estado derrotado y el neoliberalismo fallecido por suicidio, el mundo se queda sin horizonte, sin futuro, sin esperanza movilizadora.
Es un tiempo de incertidumbre absoluta en el que, como bien intuía Shakespeare, “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Pero también por ello es un tiempo más fértil, porque no se tienen certezas heredadas a las cuales asirse para ordenar el mundo. Esas certezas hay que construirlas con las partículas caóticas de esta nube cósmica que deja tras suyo la muerte de las narrativas pasadas.
Fundador del Foro Davos
Klaus Schwab nació en Ravensburg, Alemania, en 1938. Es fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada.
Fundó el Foro en 1971, el mismo año en que publicó Moderne Unternehmensführung im Maschinenbau (Modern Enterprise Management in Mechanical Engineering).
En la Reunión Anual el año pasado hizo un llamamiento a una globalización, más humana, más sostenible y eso queremos, una sociedad más justa con gobernanza multilateral.»
La mayoría de economistas están de acuerdo acerca de los beneficios de la integración global «real», es decir, de los prácticamente ilimitados flujos transfronterizos de bienes, mano de obra y tecnología. Pero están menos seguros en cuanto a la integración financiera global, especialmente de los flujos a corto plazo del llamado dinero caliente.
Sin embargo, la reacción antiglobalización de hoy se centra principalmente en la integración real, y casi en su totalidad se olvida de los aspectos financieros. La reacción a la integración real recientemente ha impulsado a la administración del presidente estadounidense Donald Trump a recurrir al proteccionismo comercial unilateral, dirigido a China en particular.
Por supuesto, las crisis financieras -como las ocurridas en América Latina a principios de los años ochenta, en Asia oriental a fines de los noventa, en Europa oriental a finales de los años 2000 y en Europa en los años 2010- también tienen claras víctimas: los que pierden sus empleos, casas o ahorros para la jubilación. Pero no es tan fácil atribuir culpas. La integración real -a pesar de sus beneficios generales tangibles- sea difícil de mantener, la ausencia de narrativas comparables está permitiendo que la integración financiera no cese. Esto coloca al mundo en un camino donde hay menos integración de la buena, y más de la cuestionable.
Schwab ha defendido el concepto de múltiples partes interesadas desde el inicio del Foro, y se ha convertido en la plataforma importante para la cooperación pública y privada.
A manera de conclusión. Ninguna frustración social queda impune. Existe un costo moral que, en este momento, no alumbra alternativas inmediatas sino que —es el camino tortuoso de las cosas— las cierra, al menos temporalmente. Y es que a la muerte de la globalización como ilusión colectiva no se le contrapone la emergencia de una opción capaz de encauzar la esperanza movilizadora de los pueblos golpeados.
Fuentes consultadas
-Biblioteca ONU
-Greta Thunberg: «Nuestra casa aún está en llamas y estáis avivando el fuego.
-Trump insta al mundo a ignorar a los ‘profetas del apocalipsis’ en Davos
-Robin Pomeroy
Discurso -de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, en la 50ª Foro Davos.
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