Papel de Arbol

miércoles, 9 de octubre de 2019

MADRE TIERRA, MADRE AGUA. Escribe Francisco Carranza Romero



   Alpamayo, nevado en Santa Cruz  provincia de Huaylas, Ancash, Perú. 

Francisco Carranza Romero*
   
Muchos seres humanos, desde los tiempos remotos, consideran a la naturaleza como su origen y parte esencial de sus vidas. Por eso, desde la niñez aprenden a conocerla y a amarla. Los taoístas del Extremo Oriente de Asia, desde el siglo VI antes de Jesús, predican que el ser humano debe vivir en armonía con la naturaleza. Lao Tse tuvo y tiene seguidores. Los indígenas de América también fomentaron y fomentan que hay que vivir en armonía con la naturaleza. 

Los hablantes de la lengua quechua dicen, desde hace muchos milenios, Patsa Mama (Quechua I: Áncash, Lima, Huánuco, Pasco) o Pacha Mama (Quechua II: otras áreas de Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador y Colombia) a la Madre Naturaleza sólida. Lo interesante es que el sustantivo patsa o pacha se refiere tanto al espacio como al tiempo. Y estos mismos quechuas dicen Yaku Mama (Madre Agua) al líquido que es el elemento esencial de la biósfera. Por este modus cogitandi (modo de pensar), tanto la tierra como el agua reciben respeto y ofrendas de sus hijos. El respeto y ofrenda a la naturaleza es la aceptación de la manifestación de la divinidad (teofanía) a través de la naturaleza; no su divinización como juzgan los que ignoran estas manifestaciones culturales.
Los indígenas de los países andinos, educados en el pensamiento de conocer y amar a la Madre Tierra y a la Madre Agua, las cuidan, respetan y defienden hasta con sus vidas cuando llegan los intrusos que las contaminan y destruyen por convertirlas sólo en objetos de lucro. Los defensores de la naturaleza, generalmente, son los que viven en el área rural; por tanto, están en contacto diario con ella.

Los destructores de la naturaleza, generalmente, son los procedentes del área urbana o citadina. Es que ellos sólo buscan sacar la ganancia económica. Y, cuando hay enfrentamientos de los defensores y destructores de la naturaleza, las empresas y gobiernos se vuelven cómplices del negocio, haciendo mal uso del poder, envían a los policías y a grupos militares bien armados para defender los intereses de los empresarios. Al final, cuando hay muertos y heridos nadie asume la responsabilidad; entonces, recurren a los discursos repetitivos de justificación: “Yo di la orden, pero no ejecuté. Yo no participé personalmente. Esos indios no quieren el progreso por eso rechazan las inversiones que dan trabajo y mejoran la economía del país. La civilización debe destruir a la barbarie”. Los policías y grupos militares también tienen sus letanías bien aprendidas: “Nosotros sólo obedecemos las órdenes. Nosotros defendemos el orden. Nosotros nos defendimos ante los ataques de los revoltosos”.

Cuando al inicio de la primavera de 2019 hubo marchas y protestas invocando el cuidado de la Madre Naturaleza, recién muchos se pusieron a pensar en serio sobre el medio ambiente. Las instituciones y personas, que hicieron posible este acontecimiento que busca despertar la conciencia de la humanidad para cuidar nuestra Madre Tierra, se unieron en torno de la figura de la adolescente Greta Thunberg.  ¿Recién llega el mensaje milenario de los quechuas y otros grupos humanos de que el ser humano es hijo de la naturaleza? Y, como hijo, tiene la obligación de cuidar a su madre. 

Ojalá que esta toma de conciencia de que todos somos terrígenas (originarios de la Tierra, indígenas de la Tierra) sirva para que no nos miren con prejuicio cuando nos detenemos en un lugar escogido del camino (cima, lugar del encuentro de vientos, donde hay emanación de gas subterráneo como en los humedales) para ofrendar una piedra a la naturaleza. Por tantas ofrendas recibidas de los viajeros hay morritos al borde de los caminos que en quechua los llamamos apachita o la forma castellanizada apacheta (ofrenda enviada). Así también damos nuestras ofrendas al agua (Yaku Mama: Madre Agua). Y, para que no consideren que estos ritos son sólo de los andinos doy la siguiente información: Los coreanos también ofrendan piedras a los cerros, y esos morros de piedras (tol mudom, en coreano) son respetados. (Francisco Carranza Romero:” Culturas comparadas de Perú y Corea”, 2018, Universidad Nacional Agraria La Molina, Lima).


Francisco Carranza

Actualmente es investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur; profesor visitante en la Universidad Nacional Agraria La Molina, Perú. Y es profesor emérito de la Universidad Nacional de Trujillo.

Nació en la comunidad campesina de Quitaracsa, provincia de Huaylas, departamento de Áncash, Perú. Sus padres fueron: Matildo Carranza López, Petronila Romero Príncipe, campesinos quechuahablantes. El hogar y el ayllu le inculcaron los valores que le servirían de base para toda su vida: "Ama suwa" (No robar. La honradez aunque se viva en la pobreza). "Ama llulla" (No mentir. La verdad aunque cueste su práctica). "Ama qila" (No ser perezoso. La labor dignifica a la persona). "Kuyapaanakuy" (Compadecerse unos a otros. Esta compasión es por amor (kuyay) y no por lástima (llakipay)). "Yanapanakuy" (Ayudarse recíprocamente. El ser humano debe vivir con el espíritu solidario y no solitario).
Por defender los derechos de la comunidad su abuelo materno (Eulogio), su padre (Matildo) y hermano mayor (Francisco) sufrieron persecuciones y maltratos de los policías; pero resistieron y protegieron a la comunidad, por eso, cada uno fue considerado apu. Los supuestos patrones siempre tuvieron a las autoridades judiciales y policiales a su favor.
Su padre gestionó la primera escuela de Quitaracsa hasta el segundo año de primaria donde Francisco estudió. Su maestra Fulceda Caballero Rincón les enseñó todas las materias en quechua. Para continuar los estudios fue enviado a Caraz, capital de Huaylas, donde aprendió el castellano para comprender al maestro y a los compañeros. Allí experimentó los prejuicios de los citadinos contra los campesinos, de los castellaneros contra los quechuas. Esas experiencias aparecen en sus libros "Madre Tierra, Padre Sol", "El mundo da vueltas".

En el seminario San Francisco de Sales, Huaraz, cursó cuatros años de secundaria; se retiró junto a los seminaristas rebeldes por los frecuentes choques con los superiores benedictinos estadounidenses que sustituyeron a los superiores peruanos. Sus conocimientos de Latín y Griego son resultados de esos cuatro años. El quinto año de secundaria lo realizó en el Colegio Nacional 2 de Mayo, Caraz.
Se licenció en Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de Trujillo, Perú. Trabajó como empleado becario en la Biblioteca Central de la universidad, así se pudo financiar los estudios. Sus maestros que lo ayudaron mucho en su formación académica fueron: Rafael Narváez Cadenillas, Antonio González Villaverde y Wenceslao Calderón de la Cruz.

Gracias a la beca del Seminario Andrés Bello viajó a Bogotá para estudiar la maestría en Lingüística Española en el Instituto Caro y Cuervo. Sus maestros que lo ayudaron en su formación fueron: Darío Abreu, Cándido Aráus y Luis Flórez.
El 4 de marzo de 1978 contrajo matrimonio con la surcoreana Hyesun Ko (compañera de clase en ICC). El padrino fue el pintor Armando Villegas López, Agregado Cultural ad honorem del Perú en Colombia. Villegas y Carranza sorprendían a los colombianos hablando en quechua ancashino.

El doctorado en Filología lo hizo en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, siendo su asesor de tesis ("Resultados lingüísticos del contacto quechua y español") el filólogo Antonio Quilis Morales.

Siempre recuerda con gratitud las enseñanzas de tres maestros españoles de nombre Antonio (Antonio González, Antonio Quilis y Antonio Tovar Llorente).

Fue docente de las cátedras de Latín y Quechua desde 1971 hasta 1980 en la Universidad Nacional de Trujillo.

Desde 1981 hasta febrero de 2007 fue docente en Hankuk University of Foreign Studies, Seúl, Corea: el primer peruano catedrático en Corea. Aquí nacieron sus hijas Ayra y Ñusta; pero, por la ley coreana "hojuje" (jus sanguinis patrilineal) ellas fueron registradas como peruanas nacidas en el exterior. Esta experiencia desde la niñez les causó una herida en sus vidas.
En octubre de 2000 fue nombrado "ciudadano honorífico de Seúl" por su contribución en la docencia y traducción de obras coreanas al castellano. El primer peruano que recibió esta distinción. En 2001 fue reconocido como hijo ilustre por los municipios de Trujillo y Huaraz.
A inicios de 2006 asumió la rectoría de Hankuk University of Foreign Studies el profesor Park Chul. La política fue ahorrar el dinero despidiendo a los docentes extranjeros de mucha antigüedad (4 docentes del Departamento de Inglés). En abril de 2006 las nuevas autoridades informaron mediante una carta a los docentes extranjeros las nuevas condiciones del contrato desde 2007: Los extranjeros ya no tendrían derecho al subsidio familiar. En las vacaciones de invierno y verano podrían estar fuera de Corea sólo un mes; en caso contrario, la universidad ya no pagaría. La carga lectiva mínima para el extranjero sería de 12 horas semanales.
Los docentes coreanos, por ser nacionales, fuera de gozar el año sabático y varias bonificaciones al año, continuarían recibiendo el subsidio familiar, tener sus dos meses de vacaciones fuera del país y continuar con 9 horas de clases semanales. Carranza consideró estas medidas como discriminatorias y xenófobas.
Cuando no se puede luchar contra un poder superior es preferible retirarse para no ser humillado, fue su conclusión.
En octubre de 2006, después de la fiesta de chusok (el plenilunio más grande del año), les anunció por carta que no firmaría el nuevo contrato porque atentaba a los derechos humanos. La respuesta fue: El extranjero no está considerado en la legislación laboral de Corea.
En la cena de despedida que le ofrecieron los diplomáticos de Iberoamérica repitió las palabras de Quijote: "De gente bien nacida es agradecer".
En 2007 Korea Literature Translation Institute (del Ministerio de Cultura) concedió el premio nacional de traducción a Hyesun Ko de Carranza y a Francisco Carranza por la novela "El canto de la espada" de Kim Hoon (Trotta, Madrid).
En 2012, también recibieron el premio nacional de traducción de Daesan por la novela "Los árboles en la cuesta" de Sun-Won Hwang (Ermitaño, México D.F.).
En 2013 fue profesor visitante en la Universidad de Colima (México).
Carranza es cofundador de la Asociación Coreana de Hispanistas (1981) y de la Asociación Asiática de Hispanistas (1984). Es miembro de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, Asociación Internacional de Americanistas, y Federación Internacional de Estudios de Latinoamérica y Caribe.
Ha investigado sobre las lenguas castellana, quechua y coreana. Hizo la primera comparación tipológica del quechua y el coreano.
Con su esposa, Hyesun Ko, ha hecho más de 20 traducciones de obras coreanas al castellano; también a César Vallejo al coreano, la primera antología de este poeta en lengua asiática.

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