Jorge Zavaleta ALEGRE
La historia se repite con nuevos actores. En Yo el Supremo, Augusto Roa Bastos
retrató con suma complejidad histórica y simbólica el mundo irreal del tirano
José Gaspar Rodríguez de Francia, quien gobernó el Paraguay entre 1814 y 1840.
Ese sórdido ambiente retorna hoy. El tirano Gaspar, figura
totémica de la novela, un hombre dedicado a la redacción de un interminable
documento público, la Circular Perpetua. La relación del dictador se mantiene con
aduladores, intrigantes, súbditos y gobiernos vecinos.
“Con esta obra, publicada originalmente en 1974, quedaron
superadas hasta la fecha todas las convenciones del género de la novela de
dictador: Yo el Supremo es un cervantino monumento narrativo que versa sobre el
poder y el individuo, la supremacía del discurso sobre la realidad, la Historia
americana, la psicología del tirano y, lo que es más, los límites del lenguaje
y la novela misma”, señala el prólogo de una reciente reedición en España.
Este año, 2019, al descubrirse que los gobiernos de Paraguay
y Brasil son socios en Itaipú - la mayor central del mundo en generación de
energía -, se preparan para negociar el futuro, al vencimiento de un anexo clave de su tratado
fundacional del 2023.
El Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico, a través
de Celso Guanipa Castro, se pronuncia: “Tiembla el gobierno de Mario Abdo en
Paraguay por el escándalo del acta secreta sobre energía con Brasil. El
canciller paraguayo, Luis Castiglioni, ha renunciado su cargo en medio de un
escándalo por la firma de un acta secreta de contratación de energía con Brasil
que dejó contra las cuerdas al presidente de su país”.
El canciller había anunciado que Paraguay pediría a Brasil
suspender los efectos del acta, que establecía un cronograma para la compra de
energía a la hidroeléctrica binacional Itaipú hasta el 2022 y fue interpretado
por la oposición como una cesión de soberanía.
La represa de Itaipú y energía eléctrica es un tema sensible
para el Paraguay. Desde el gobierno de
Fernando Lugo se ha ido madurando una idea de soberanía energética, dado el
historial de robo y despojo desde la construcción de la hidroeléctrica en la
que Paraguay ha “cedido” siempre a las presiones"
Cristo también decepcionó
Jesucristo también decepcionó y él era Dios", dice entre
risas el expresidente paraguayo Fernando Lugo. Exobispo de 67 años, Lugo rompió
en 2008 una hegemonía de 60 años de gobiernos del poderoso Partido Colorado en
lo que fue uno de los hitos electorales más importantes de la historia de
Paraguay. "Yo reconozco, con autocrítica, que no hice todo lo que quise
hacer. Y por eso sigo en política", añade Lugo, en una oscura sala de su
casa en el sur de Asunción, detrás de un enorme retrato en óleo de José Gaspar
Rodríguez de Francia, el líder nacionalista que se autoproclamó, entre 1814 y
1840, Dictador Perpetuo de la República del Paraguay.
Lugo, cercano a Hugo Chávez y a Lula da Silva, es quizá la
última figura de la política paraguaya que se reconoce en el exterior, en parte
porque su salida del poder, en 2012, se dio de manera abrupta tras un polémico
juicio político.
Si en el exterior su figura ha dejado de dar de qué hablar,
en Paraguay sigue siendo uno de los cinco políticos más influyentes del país,
pese a que no está vinculado, al menos directamente, a ninguno de los dos
partidos tradicionales. "Hoy ya hablan de Lugo 2023, pero depende de
muchos factores, factor salud, factor edad, voy a tener 72 años", comentan
en Asunción y el resto de su país.
"Pero —dice, enfatizando la contraposición— es un tema a
pensar, a discutir y a escuchar a la gente y a tener una propuesta concreta.
Presidente por presidente no vale la pena. Presidente para cambiar, para
mejorar esta serie de problemas que vivimos, puede ser".
Volvamos a la crisis que acaba de explotar.
La agencia noticiosa SurSur señala que el Gobierno de Abdo,
quien mantiene una estrecha relación con el mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro,
tomó finalmente instancias diplomáticas tras el fracaso de las negociaciones
entre los técnicos de las estatales de electricidad. La bancada del Partido Liberal Radical
Auténtico (PLRA) exigió que el presidente Abdo Benítez destituyera a los
funcionarios: en caso contrario iniciarían el proceso para un juicio político.
Los ciudadanos paraguayos
califican la política entreguista del gobierno colorado de Mario Abdo Benítez
se ha regido bajo un fuerte hermetismo
gubernamental.
La agencia Sur Sur
opina que el alineamiento de Abdo con
las políticas y estrategias del presidente estadounidense Donald Trump y, en la
región, con las del ultradrechista presidente brasileño Jair Bolsonario, lo
llevaron a sumarse al Grupo de Lima (países empeñados en el derrocamiento del
gobierno constitucional venezolano) y a recibir sucesivamente a altos
funcionarios del Fondo Monetario Internacional. No olvidemos que Perú
tiene cinco presidentes comprometidos en la corrupción (Fujimori en
prisión, García se suicidó este verano, y
tres esperando condenas)
Más sobre Mario Abdo, quien no oculta su admiración hacia Bolsonaro. Ambos
han compartido algunos actos oficiales en donde Bolsonaro alabó la dictadura de
Alfredo Stroessner, ídolo del mandatario paraguayo.
Junto a Bolsonaro y el presidente argentino Mauricio Macri,
Abdo ha logrado desarticular el Mercosur y, siguiendo los lineamientos de EU
han conformado una comisión “contra el terrorismo” en la triple frontera
común, donde está la represa de Itaipú y
el Acuífero Guaraní, la mayor dispensa y reservorio de agua del continente.
Mientras la economía paraguaya se desacelera, surgen graves
problemas ambientales que repercuten incluso en las ganancias de los
exportadores de soja, granos y carne, y crece la insatisfacción ciudadana
respecto a la seguridad interna y la falta de políticas relacionadas a la
educación, la salud y el empleo.
Paraguay, situada en América del Sur, tiene una población de 7
millones de personas, se encuentra en la posición 107 de la tabla de población,
compuesta por 196 países y mantiene una muy baja densidad de población, 17
habitantes por Km2. Paraguay es la economía número 93 por volumen de PIB. Su deuda per cápita es de 986€ euros por
habitante.
En cuanto al Índice de Desarrollo Humano - IDH, que elabora
las Naciones Unidas para medir el progreso de un país y que en definitiva nos
muestra el nivel de vida de sus habitantes, indica que los paraguayos tienen
una mala calidad de vida. Según Transparencia Internacional, el Índice de
Percepción de la Corrupción del sector público en Paraguay ha sido de 29
puntos, así pues, la percepción de corrupción de los paraguayos en su país es
muy alta.
Salvo un grupo reducido de países, como es el caso de
Uruguay, Chile o Costa Rica, la situación en el resto de países no invita a
pensar que sus sistemas y quienes participan en él lo hagan de una forma limpia
y responsable, reza el discurso diplomático de Transparencia.
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