Jorge Zavaleta Alegre/ Diario16 Madrid
El Barranco Latinoamericano es un tajo entre el
virreinato y la era espacial. La economía virreinal se desarrolló a partir de
los modelos occidentales, en los que el tributo y el salario determinaban la
relación con el poder en este campo.
El pensamiento virreinal aún vigente en gran parte de
América no incorporó los elementos claves de la organización que encontró en
esta parte del mundo, basado en la
redistribución y la reciprocidad que, sin embargo, se mantuvieron vigentes
entre la población indígena.
Los tributos fueron cobrados inicialmente a través de
los encomenderos (época durante la cual predominó el cobro en especies), pero a
partir de 1565 esta función recaudadora la realizaron los corregidores de
indios, que en el siglo XVIII fueron sustituidos por los intendentes.
LA NOSTALGIA ESCONDIDA
En Lima, en el distrito de Barranco, en las Casuarinas de Surco o una playa a 100
km de la capital, el espacio está dividido
por un tajo violento, al igual que otras zonas del país, donde quedan claros
indicios de la escasez mental. Pocas casonas virreinales son como albergues exclusivos
de los
dueños del Perú, para que en los meses de verano bajaran cómodamente al
mar Pacífico para disfrutar del singular
clima que caracteriza a América Latina.
Visitando el Barranco Virreinal, permite revivir la teoría del determinismo geográfico y la
estrecha relación con el neoliberalismo. Era un espacio donde se cultivaba la cultura, especialmente, la pintura y conciertos de música clásica, la exposición
de fina platería, siguiendo el patrón de
la vieja Europa.
En un museo cuya fachada tiene la réplica del Gran
Templo de Atenas, era un espacio distante de los trabajadores
agrícolas y pescadores que vivían en las áreas marginales, distantes del
paisaje marino.
Una especialista en museografía, con estudios en EEUU, encargada de promover el Museo
Osma de
Barranco, recordó, en un
seminario alentado por la Biblioteca
Nacional, que una encuesta para
conocer el por qué el ciudadano común no visitaba este museo, recordó que una
niña que pasaba por la puerta de esta
arquitectura, acompañada de su madre, le preguntó ¿qué había en ese espacio semi cerrado? Y la madre, no tardó en
responderle, “ es un cementerio, según
dice la gente”
Lienzo de Gladys Loayza, Barranco 2016 |
EL ARTE Y LA
CIENCIA
En este mes de Julio, Gladys Loayza Morales expone en el parque de
Barranco su obra, su pintura, ante una población de diversos distritos de
Lima, a unos cuantos pasos del Museo de la electricidad de Electro Perú, un
recinto de alto voltaje, que se propone
unir la historia de la ciencia y tecnología con todas las artes, con la clara
filosofía que la separación de
estas disciplinas hacen mucho daño en la
formación del niño y de la ciudadanía, Sin
duda es un tema mayor, que merece más
difusión y compromiso del Estado y la sociedad civil.
Esta dualidad entre el Arte y el Estado aleja la
posibilidad de soñar, de construir una convivencia como el mar Pacífico, que baña el litoral y atrae cada día a más pobladores
rurales, porque los Andes se van despoblando, y donde los programas sociales
son una estructura para distraer
recursos públicos en iniciativas que encubren la indiferencia o la sustracción
legalizada de fondos del Estado, salvo
algunas iniciativas vigiladas por líderes populares.
Por eso mismo, el paisaje de Barranco, para artistas plásticos
como Gladys Loayza le “inspira recrearla con mucho color. Y en su rica
trayectoria, de casi dos décadas, recuerda su participación en “presencia de
vida”, organizada por Word Trade Centre de Yakarta, Indonesia y la noche de arte en la residencia de la
embajada Estados Unidos en Lima, entre centenas de muestras.
Diversos autores, especialmente mujeres, como Ana
María Rocchietti, Licenciada en Ciencias Antropológicas y Ciencias de la
Educación en la Universidad de Buenos Aires, explica con claridad que las
sociedades latinoamericanas se constituyen sobre la base material de un
desarrollo desigual en que la distribución de la pobreza y la marginalidad se
combina con la identidad étnica.
LA MARCA DE LA POBREZA
Es así que la pobreza pone su marca específica en las
formaciones culturales del continente, otorgando un carácter histórico-concreto
a la articulación entre cultura dominante de identificación, cultura popular y
cultura de la pobreza. Cómo se atreve el Banco Mundial que fue creado para
reconstruir Europa después de la segunda
guerra, afirme que la clase media
ha aumentado en más del 50%, cuando la
economía informal bordea el 90%, la
salud es una quimera, la educación es un asalto al bolsillo de las familias y
los capitales terminan en paraísos fiscales.
Lienzo de July Balarezo, Barcelona-Lima, Taller Teresa Mestre |
Cultura y pobreza se alojan en el punto preciso donde
convergen estructura (sobre determinación) e Historia (acontecimiento), teoría
y práctica. Por eso la indispensable necesidad de alentar el desarrollo
como herramienta inseparable de la liberación. El horizonte social y
significativo que denominamos cultura es una configuración de “verdades”, no
solamente en sentido subjetivo.
En su interior se enuncia, se cree y se siente, pero sobre todo se imagina el mundo, bajo un criterio de verdad y de interpretación cuya fundamentación es la costumbre. En sí misma, la adjudicación de sentido a las cosas es un juicio de ajuste entre realidad y concepto.
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