Por Julio C. Gambina,es
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
Especial para ARGENPRESS
La Iglesia es parte del poder mundial, y no sólo del poder
económico. La Iglesia disputa históricamente el consenso de la sociedad. Es una
realidad a considerar en tiempos de crisis capitalista, considerada también una
crisis de civilización, ya que esta civilización contemporánea está ordenada
por el régimen del capital, o sea, por la explotación del hombre por el hombre,
por la depredación de la Naturaleza.
Cuando el sistema mundial estaba desafiado por el avance de
los pueblos y el socialismo (como forma que intentaba ser alternativa del orden
mundial) se abrió camino la teología de la liberación, en abierta confrontación
con el poder institucional de una Iglesia retrógrada. Así, la Iglesia de los
pobres se mostraba desde el sur del mundo, más precisamente desde
Nuestramérica. La Iglesia oficial no podía negar este rumbo que se abría paso
entre los curas de base y habilitó un gran debate mundial en el seno de la
Iglesia.
Los rumbos de la ofensiva popular tocaban la puerta de la
Institución. La respuesta contemporánea de la Institución Iglesia fue
acompañando la ofensiva capitalista para recuperar el poder del régimen del
capital. Esa ofensiva se materializó en los 80´ contra el socialismo y los
pueblos, abriendo el camino al poder reaccionario de los Ratzinger y los
Bergoglio.
Hace 40 años que el neoliberlismo se ensayó en nuestros
territorios con las dictaduras y el terrorismo de Estado, para luego extenderse
por todo el orbe. La Iglesia en la Argentina, salvo honrosas y escasas
excepciones acompañaron a la genocida dictadura en ese parto neoliberal, aunque
ahora hablen contra la pobreza y la ética.
Un PAPA polaco llegó a la Iglesia para acompañar el
principio del fin de la experiencia socialista, aunque se discuta el mismo
carácter de aquella experiencia. El capitalismo mundial necesitaba del Este de
Europa. Alemania así lo entendió. EEUU también. Sin el este de Europa, aún ya
abandonado el proyecto socialista originario, el mundo dejó de ser bipolar y se
constituyó el rumbo unipolar del capitalismo, transnacional y neoliberal.
El rumbo unipolar está siendo desafiado por el cambio
político en Nuestramérica y el resurgir del socialismo, sea de la mano de la
revolución cubana o por los procesos específicos que emergen en algunos países
(Venezuela o Bolivia), incluso en variados movimientos políticos, sociales, intelectuales,
culturales, en nuestra región.
Con la muerte de Chávez y millones movilizados para
constituirse en sujetos por el cumplimiento del legado revolucionario y
socialista de Hugo Chávez, la Iglesia lanza al ruedo el símbolo de un Jefe de
la Iglesia nacido en el sur y compenetrado con el proyecto del norte.
El PAPA argentino, Francisco I, viene a cumplir el proyecto
del poder mundial para disputar el consenso de la sociedad, especialmente de
los pueblos. No solo se trata de sustentar posiciones contrarias al matrimonio
igualitario, o contra el aborto, ampliamente difundidas por el obispo
Bergoglio, sino de gestar una conciencia de disciplinamiento hacia el orden
contemporáneo, reaccionario, de dominación transnacional.
Nuestramérica es hoy laboratorio del cambio político. La
Iglesia institución quiere intervenir en este proceso, y no para empujar esos
cambios, sino para frenarlos. La disputa es por las conciencias. Es una batalla
de ideas, por el cambio, o por el retroceso. Les preocupa el efecto Chávez en
la región. Les preocupa la sucesión política en Venezuela y la capacidad de
extender el rumbo socialista. Necesitan disputar el consenso.
Pero, por más intentos institucionales por acompañar la
ofensiva del capital contra el trabajo, os trabajadores y los sectores
populares, incluida la iglesia de los pobres, el movimiento religioso popular,
persiste en la búsqueda por organizar la sociedad del vivir bien (Bolivia), el
buen vivir (Ecuador), el socialismo cubano, o la lucha por la emancipación social
de gran parte de la sociedad de abajo en Nuestramérica.
El PAPA Francisco I viene por lo suyo. Los pueblos debemos
continuar nuestra búsqueda y experimentación por una nueva sociedad, por otro
mundo posible, ese que se construye en la continua lucha contra la explotación,
por la emancipación social, contra el capitalismo y el imperialismo, por el
socialismo.
PUBLICADO POR ARGENPRESS
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