Jorge Zavaleta Alegre
Ciudades dejan de ser invisibles
Biblioteca Nacional,1994,último concurso arquitectónico |
Este discurso del viceministro de Vivienda y Urbanismo, David Ramos López, en el Colegio de Arquitectos del Perú, al inaugurar, precisamente, la exposición del concurso internacional “5 Ideas para al Centro Histórico de Lima”, reviste especial sentido y proyección política a favor del desarrollo urbano.
Desde el sector privado se observan algunas convocatorias con resultados atractivos, como lo es “5 Ideas para el Centro Histórico de Lima”, en el que han participado profesionales de 20 países de los cinco continentes, con el apoyo de la Cooperación Española, Beneficencia de Lima, ONG Locales y la Dirección Nacional de Urbanismo, como parte de un proyecto que intenta articular el rescate de la Lima Antigua con la Historia del país y la promoción de las industrias culturales.
Fue el gobierno fujimorista, obsesionado por liderar la tendencia más febril del neoliberalismo, que alentó el remate de las empresas públicas para convertir al Perú, “en el país más seguro del planeta, inclusive que los EEUU, para la inversión extranjera”, según declaraciones en 1994 a Cambio16, semanario madrileño, que después dispuso su requisa en Lima.
En esa arrolladora dinámica, dicho régimen con la creación de Consucode, dejó de lado los concursos arquitectónicos en las grandes obras financiadas con fondos del erario nacional, mientras la construcción comenzó a levantar vuelo, con licencias municipales automáticas, sin percibir que estas instituciones, en su mayoría, carecen de capacidad técnica para supervisar la calidad de una obra.
El anuncio del Ministerio de Vivienda y Construcción constituye una acertada decisión política dentro de una economía social de mercado, que se sustenta en la promoción de incentivos y de competencia. En la década del sesenta, el presidente Fernando Bealúnde Terry, creó el Premio Chavín, y los resultados se tradujeron en edificios emblemáticos y atractivos complejos habitacionales con espacios públicos que hoy concurren miles de personas.
La nueva decana del Colegio de Arquitectos del Perú, Shirley Chilet, recuerda que en el Congreso de la República se encuentra desde hace más de un año una iniciativa legislativa presentada por su gremio, y que recoge el sentir de la colectividad, tema muy presente en los medios de comunicación como eco de los terremotos de Japón, Haití, Ica y Santiago y la creciente informalidad en la “arquitectura sin arquitecto”, definida así por Jorge Burga Bartra en su libro Arquitectura Vernacular.
Necesitamos el relanzamiento de la cultura y su relación con el poder, alentar los movimientos sociales, como lo hizo, en su momento (1947-1955) la Asociación Arquitectos, que luchó por la belleza de Lima, frente al tradicionalismo de más iglesias y casas haciendas que promovían, como herencia colonial, los grupos sociales dominantes.
Como lo afirmó el Arq. Adolfo Córdova (al presentar en interesante foro, la traducción de “Eupalinos, el Arquitecto”, del célebre francés Paúl Válery, edición de la Fundación Peruano Francesa y del Colegio de Arquitectos del Perú) las ciudades son moradas de todas las sangres, nacionalidades y culturas. Necesitamos el concurso de la Arquitectura, el arte que más se parece a la música, a la poesía. La economía no debe estar alejada de la belleza”
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