El mito de la competitividad. Es una palabra que se ha prostituido en la demagogia de políticos y banqueros mercantilistas.
Jorge Zavaleta Alegre*
Prosperidad para una minoría y desempleo e inseguridad para inmensas mayorías, son dos caras de la llamada estabilidad macroeconómica en estos tiempos de globalización económica y financiera. En el Sur, la extracción de materias primas y las fábricas con escasa tecnología, sufren los peores vaivenes del mercado internacional y anulan el sueño de la “competitividad”
Michael Hardt y Antonio Negri, desde “Empire” advierten que desde hace unos veinte años hay un relevo de paradigmas económicos. Las relaciones y la naturaleza humanas, es decir el “Trabajo afectivo”, han sufrido una transición del mundo agrícola a la fábrica social. La artesanía tradicional ha cambiado por el tipo de “inteligencia”.
La nueva consigna trata la industria como un “servicio” y abarca desde la sanidad, la educación y la cultura, hasta el transporte, los espectáculos y la publicidad. Los pocos empleos requieren, en su mayoría disponibilidad para viajar y adaptabilidad a diferentes funciones.
En consecuencia este viraje no puede considerar a América Latina como el factor clave para el desarrollo y la competitividad económica. Sin embargo, países grandes como India, Brasil y Rusia pueden albergar simultáneamente todo tipo de procesos de producción, desde servicios a través de la economía de la información, producción industrial de bienes y producción artesanal, agrícola y minera. Estas formas de producción.
Michael Porter, desde Harvard Business School, expresa su satisfacción porque algunas economías de América Latina han mejorado su rendimiento económico con la receta del libre mercado, pero asegura que no se podrá mantener las tasas de crecimiento obtenidas recientemente. El “boom” de los “commodities” ha llevado a un crecimiento en el corto plazo, pero la prosperidad por ciudadano se mantiene a niveles bajos, y el desempleo persiste, y altos porcentajes de la población rural viven por debajo de la línea de pobreza.
La receta, desde diferentes ópticas, considera que la competitividad es la base para la reactivación económica y el crecimiento en el largo plazo. Pero la mágica palabra “competitividad” se ha prostituido en pocos años por boca de políticos, empresarios y banqueros mercantilistas.
Algunos países han avanzado en su gestión macroeconómica abriendo amplias avenidas hacia el comercio y la inversión extranjera, con inusuales garantías para los bancos y mercados financieros, para la libertad empresarial y la propiedad privada. Han adelantado el pago de la deuda pública, han logrado equilibrio en sus presupuestos, han creado fondos de estabilización.
Los teóricos del ultra liberalismo insisten que aún falta mucho en cuanto a libertades para las contrataciones laborales, porque la carga impositiva a las empresas y las regulaciones aún son muy pesadas y limitan la libre contratación de la mano de obra. Ninguno de ellos toma en cuenta la acelerada acumulación de riqueza en un sector reducido, y la supervivencia de trabajadores con bajísimos salarios. En cambio los ejecutivos de transnacionales perciben ingresos iguales o más altos que sus similares de aquellos que han llevado a la quiebra la banca norteamericana.
Hace dos décadas los Estados eran más grandes y con más responsabilidades. Ahora no pueden ni mejorar la infraestructura del trasporte aéreo, terrestre y marítimo o suministrar electricidad, agua, hospitales, porque el sistema de concesiones es burlado cotidianamente, ante la debilidad de los organismos reguladores.
El sistema educativo está quebrado. El peor error del liberalismo ha sido confiar la educación, especialmente en el grado superior, a la empresa privada, y soslayar la responsabilidad del Estado. Los jóvenes más calificados que salen al exterior lo hacen con mucho esfuerzo y con nulo respaldo de los Estados, salvo México y Chile que alimentan amplios programas de becas.
Las reformas de Estado de segunda, tercera y cuarta generación que predican las multilaterales para asegurar la supervivencia de una privilegiada burocracia, no aparecen en el horizonte. Después del remate de las empresas públicas, ingresó el capital internacional. La corrupción endémica ha aumentado. La región se ve amenazada por el crimen organizado, el tráfico de drogas, el armamentismo y la delincuencia común. Inclusive las voces liberales se esconden cuando, desde el mundo desarrollado, se reclama mercado libre para la droga y justicia efectiva para contrabandistas y malversadores de fondos públicos.
Hablar de competitividad supone innovaciones tecnológicas para usar óptimamente los recursos naturales del Sexto Continente. Pero se pretende confundir estabilidad macroeconómica con prosperidad. La región latinoamericana depende de la economía del norte. Se ha comprobado que laberinto financiero complica al mundo y naturalmente a los países al sur del Río Bravo.
EL MALESTAR DE LA GLOBALIZACION
Análisis diversos, como el de José Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, exigen reforma del sistema financiero global y pronostican que la crisis se extenderá por lo menos hasta el 2013, pese al optimismo de banqueros y agentes de bolsa.
El autor de “El malestar de la globalización” también propone un nuevo sistema global de reservas, con una moneda única, porque es necesario un sistema multilateral que no dependa de la moneda de ningún país concreto.
El presidente Obama tras los fracasos políticos, militares y económicos, anunció finalmente una ofensiva política contra Wall Street. Si quieren pelea, la tendrán (...) Los contribuyentes no volverán a ser rehenes de los bancos que son demasiado grandes para hundirse", afirmó el gobernante de EEUU, en tanto la prensa comenzó a especular sobre el inicio de la nacionalización y de una supuesta rebelión contra el corazón del Imperio.
La aparente guerra declarada por Obama se asoció a la pérdida de mayoría parlamentaria demócrata en el Congreso en las elecciones parlamentarias de noviembre.
Obama quería cambiar de estrategia a la que había iniciado Bush, con la derivación de fondos públicos a la red de bancos privados de la Reserva Federal (entre ellos Goldman Sach, Citigroup, Bank Of América y Morgan Chase) que recibieron la mayor tajada en el negocio con los intereses de los créditos y el proceso de compras y fusiones garantizados por el Estado.
Los billonarios paquetes de estímulo (lanzados tanto por Obama como por Bush) fueron a parar a los mercados financieros creando una "burbuja" especulativa que llevó a Wall Street a una nueva euforia ganancial en la crisis que continúa en el presente, mientras el resto de la economía, principalmente en EEUU y Europa, permanece con sus variables en rojo y solo estimulada por una leve recuperación.
El proyecto de Obama también prohibirá a las entidades de banca comercial, que captan depósitos de sus clientes, operar en los mercados en su propio beneficio, práctica conocida como propietary trading. Estas mismas firmas tampoco podrán ser propietarias, ni invertir, ni asesorar a hedge funds y sociedades de capital riesgo.
La tasa, que ha puesto en pie de guerra a la banca de Estados Unidos, aspira a producir unos ingresos a las arcas públicas de 90.000 millones de dólares. Cantidad en sintonía con los 117.000 millones que el Departamento de Tesoro anticipa perder en los esfuerzos por estabilizar a la industria financiera americana. El gravamen se concentrará en aquellas instituciones con un patrimonio a su cargo superior a los 50.000 millones de dólares.
LA DERECHA RECUPERA ESPACIO
El plan neoliberal del empresario Sebastián Piñera junto a los planes de los gobernantes de Perú y Colombia, revela que la derecha en Sudamérica va recuperando espacios, que estaban ocupados por movimientos de izquierda o centro izquierda en Brasil, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Argentina y Venezuela.
El flamante presidente de Chile, es un multimillonario, especulador financiero y representante del legado político y económico de la dictadura, Sebastián Piñera, que según la prensa de Santiago, se encuentra envuelto en un escándalo de proporciones después que sus acciones en el mercado financiero chileno, se dispararan en su valor. El nuevo mandatario, según Argenpress, El Mercurio Digital y otras agencias, utilizó sus nexos o “palos blancos”, en la bolsa chilena, para subir de forma especulativa el valor de sus acciones de manera de poder cancelar todos los gastos que le ocasionó la campaña para alcanzar el sillón presidencial.
La izquierda chilena resume su oposición en el slogan: “El cobre por el cielo, la educación por el suelo”. Michelle Bachelet, con un respaldo del 80% de la ciudadanía, poco pudo hacer para restar ingresos a los militares con fondos del cobre y hacer crecer el presupuesto para la educación.
El empresario Piñera promete metas ambiciosas, pero poco factibles de cumplirse en una administración ajena a intereses de la población. El millonario presidente considera que no es necesario dar más poder al Estado, sino transformarlo en un actor lejano, pero eficiente con organismos cada vez más autónomos. Declaración nada nueva, y demagógica. En cambio el plan de la Concertación, liderado por Eduardo Frei, consideraba una reforma tributaria que debería empezar en los próximos 90 días. Además una reforma a la ley laboral con más negociación colectiva, con relaciones de confianza en vez de regulaciones directas o código de trabajo. También planteaba una drástica reforma de la educación y del Ministerio de Economía para que tome más riesgos, ayudando así a fortalecer a los sectores emergentes y desarrollar políticas de fomento productivo.
CONCLUSION
La experiencia de Chile demuestra de manera contundente que no hay países productores de recursos naturales basados en mano de obra barata que hayan llegado de ese modo al desarrollo, ni que hayan llegado a ser igualitarios. Sí hay países productores de recursos naturales basados en mano de obra barata que han llegado a amasar mucha riqueza, pero eso es diferente al desarrollo. Esos países, además, usualmente son muy desiguales y son realmente poco democráticos.
A nivel global, la esperanza reside en China, considerando que durante los últimos trimestres, más del 30% del crecimiento económico mundial se explica por el gigante asiático. Desde el FMI hasta la pequeña caja rural de un país latinoamericano coinciden en señalar un enfoque integral y coherente para responder a la actual crisis financiera mundial, que implica insuficiencia de capital, desvalorización de los activos y alteración del mercado de financiamiento.
La solución de una crisis tan grande no puede ser dejada estrictamente en manos de foros económicos, sino con la presencia de Estados nacionales de mayor raigambre popular en las negociaciones, porque los organismos económicos supranacionales carecen de autoridad y de instrumentos prácticos para evitar la anarquía especulativa.
*Corresponsal del semanario Cambio16 de Madrid
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