Hace poco supe de un estudiante
secundario que “cumplió” con hacer su tarea escolar “bajando” el tema de
internet. Lo imprimió a colores, muy bonito,
y lo presentó. Todo indica que no leyó su trabajo. Estas son las
consecuencias del avance tecnológico, dije
yo; velocidad, si se quiere, precisión de citas, colores, etc. pero, a veces, nada más. ¿Estamos dejando la lectura?
Entonces, me puse a pensar: ¿Qué pasará más tarde con nuestras bibliotecas? ¿Desaparecerán con el
tiempo?. ¿Lo libraremos todo al internet?. ¿Y cuando éste falla?...... Solo
Dios lo sabe…………..
Entre tanto
se resuelvan estas incógnitas, me tomaré un tiempo para narrar algo que me
parece interesante respecto a los libros y que derivó, a la larga, de un hecho
fortuito. Hubo, dice, en el pueblo de Huaylas, Ancash, un jovencito
que, según cuentan, pastoreaba sus ovejas en una tarde apacible. La acumulación
de paja seca en la chacra lo tentó a prenderle fuego pero, con tan mala
suerte que, con el viento, el fuego pasó
a un trigal vecino y prácticamente lo arrasó. Aterrado por lo que causó, sin
proponérselo, decidió fugar del lugar y sabe Dios venciendo qué peripecias, apareció un tiempo después en Lima. Se cuenta
también que logró ubicarse en una casa de familia, como doméstico,
comportándose con diligencia y esmero. Y
que, un buen día, un amigo extranjero
del dueño de casa alabó la laboriosidad del muchacho y dijo que le gustaría llevarse uno así a los
Estados Unidos. “¡No faltaba más, dijo el aludido!. Si quieres, llévatelo. Yo
conseguiré acá otro”.**
Y así fue
que don Eusebio Acosta, nombre del entonces jovencito, apareció en los Estados
Unidos en donde, por lo que se contaba, pudo ubicarse convenientemente y formar
familia. Dicen que nunca dejó de pensar en su patria y en su tierra y que
siempre decía que algo quería hacer por ella. Al comentar a sus ocasionales
amistades que a sus paisanos les gustaba asistir a la escuela a estudiar, no
faltó quien le aconsejara regalar libros. La idea fue madurando y, finalmente,
convencido, ofreció donar una Biblioteca
a su tierra. Entre tanto en Huaylas,
ante tan importante anuncio, el pueblo empezó a edificar en la Plaza de
Armas, junto a la Municipalidad, el
local de la futura Biblioteca, un inmueble de dos amplias plantas.
Para hacer la historia corta, don
Eusebio Acosta donó a su tierra una biblioteca de CINCO MIL volúmenes que llegó
al Callao en numerosas cajas. Tuve el agrado de integrar la Directiva de la
Asociación Distrital Huaylina cuando gestionó ante el entonces Ministro de
Educación, Dr. Jorge Basadre, con el apoyo del Parlamentario ancashino Dr.
David Teodomiro Izaguirre, la materialización del desaduanaje de los
libros y la próxima inauguración de la
Biblioteca, inauguración que apadrinó él haciéndose representar por el Dr.
Izaguirre. El Ministerio donó estantes para los libros y amplias mesas para las
dos salas de lectura.
Surgió allí
un problema: Un Municipio modesto como el de Huaylas, no tenía partida para
pagar un bibliotecario. Entonces, ante
el riesgo que todo quedara sin utilidad alguna, surgió un maestro jubilado que
se ofreció a ejercer el cargo “ad honorem”. Así fue y, en verdad, lo hizo con
dedicación y observancia de horario estricto, asistiendo tarde y mañana. Se, además, por información directa, que se iba a las
escuelas a sugerir a los profesores ajustar horarios para que los niños fueran
a la biblioteca y que luego estableció un sistema de préstamo de libros a domicilio, sin que jamás se perdiera uno
solo.
Había que
apoyar a ese maestro jubilado en su noble tarea. En efecto, dada su entrega y entusiasmo, lo ayudé voluntariamente asistiendo todas las
mañanas en mis vacaciones universitarias del año 1958 a preparar un Catálogo
General y fichar los libros (por autores y por materias), colocando las
etiquetas respectivas, todo a semejanza
de lo que había visto en la Biblioteca Nacional de Lima. No olvido que encontré
hasta seis ediciones distintas de Don
Quijote de la Mancha, toda la Colección Aguilar de la Literatura del
Siglo de Oro Español, el Museo de Cera
de Pompeya, y muchísimas obras más.
La
Biblioteca funcionó en la segunda planta del edificio. En la primera, entre
otras cosas, funcionaba una Posta Médica o Farmacia y había más ambientes. Para
darle realce, copié para la puerta de
acceso, en cartulinas y a plumón, lo que aparece en el mármol del acceso de la
Biblioteca Nacional de Lima, de la
Avenida Abancay. Una de las leyendas reza: “LAS PUERTAS ABIERTAS DE ESTA CASA, DAN
ACCESO A LA CULTURA DE TODOS LOS TIEMPOS”. Nada me pareció más
oportuno.
El
improvisado Bibliotecario, encantado de su labor y por la trascendencia de la
Biblioteca, tuvo el acierto de abrir un libro de visitantes. Solo copio el
recuerdo de uno de ellos para graficar su importancia:
“ALGUN DIA EN ESTA BIBLIOTECA ACOSTA FIGURARA UN LIBRO QUE
RELATE EL ESFUERZO TITANICO DEL PUEBLO DE HUAYLAS AL REALIZAR OBRAS DE UTILIDAD
PUBLICA POR ACCION POPULAR. ESE SERA EL MEJOR HOMENAJE DE GRATITUD A SU
GENEROSO DONANTE”. HUAYLAS 20 DE OCTUBRE
DE 1959. FERNANDO BELAUNDE TERRY. Arquitecto, Lima.
NOTAS IMPORTANTES:
1.- Fernando Belaúnde
Terry, más tarde, dos veces Presidente Constitucional de la República del Perú,
llegó a Huaylas en 1959 en su viaje “Pueblo por pueblo”, luego de su fallido
inicial intento de acceder a la Presidencia de la República. Se quedó admirado
al saber de las obras que realizaba el pueblo por acción popular, (carreteras,
escuelas, caminos, canales de regadío, etc.) su partido político, aún no existía. Estuvo en el lugar pocas horas y,
según cuentan, antes de retornar, pidió a unos lugareños, sus ocasionales
anfitriones, que le mostraran algo
importante, pero cercano. Entonces le
sugirieron la Biblioteca. Dice se quedó encantado. Allí fue atendido por el
viejo maestro y dejó su recordado autógrafo.
2.- Don Eusebio Acosta,
jamás volvió al Perú. Llevó en su corazón la tierra y la patria
ausentes. Tiempo después de la inauguración de la Biblioteca que lleva su
nombre, fue condecorado por el Congreso de la República, en ese entonces presidido por don Ramiro
Prialé.
3.- El edificio de la Biblioteca Acosta se destruyó totalmente con el fatídico sismo del 31 de mayo de 1970. Entiendo que su acervo bibliográfico fue recuperado en gran parte y que se guarda en la Municipalidad Distrital de Huaylas. Ojalá siga teniendo lectores.
4.- El viejo maestro, improvisado bibliotecario, fue don David Nicolás Flores Aguirre, mi padre, que no encontró mejor lugar para seguir con su vocación docente y para su insaciable voracidad lectora.
Concluido el relato, vale volver a preguntarse: ¿Qué pasará con nuestras bibliotecas? ¿Nos libraremos solo al internet?. Me preocupa. Yo trataré de adecuarme a la modernidad pero con un libro a la mano. Entre tanto: Recordemos que “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona y destruido un corazón que llora”. (Proverbio hindú). Y que Jorge Luis Borges dice: “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”.
*David Flores Vásques, jurista, músico, asesor del Fondo Peruano de Promoción del Turismo, director de La Lira Huaylina, uno de los grupos musicales más antiguos de Ancash.
https://www.youtube.com/watch?v=aAuD-WcUFHY
**https://rbgalicia.xunta.gal/sites/default/files/documents/documento/manifesto_da_unesco_verbo_da_biblioteca_publica_1949.pdf
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Corresponsal Asociado a Diario16 de Madrid
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TA
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