Puigdemont y Rajoy: pacto, ideología, corrupción, engaño y
política.
La falta de políticos de entidad en este país lleva como
consecuencia que se gestionen pactos ocultos y antinaturales que no tiene otro
fin que salvar la cara. Mientras tanto, los políticos callan y no actúan ante
las injusticias que están oprimiendo al pueblo.
"La ética, la dignidad y la transparencia del señor Junqueras es una lección a «sus verdugos». A pesar de ser un diputado elegido por el pueblo catalán"
Por Manuel Domínguez Moreno
Pdte del Diario16, Madrid
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional.
Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, ¿cuántos
días vais a mantener aislado el diputado electo de Esquerra Republicana de
Catalunya, el señor Oriol Junqueras, por responder a las preguntas de RAC 1?
¿También vais a castigarlo por responder a las preguntas de María José Pintor,
directora de un medio como Diario16 que es símbolo de la democracia y de la
libertad?
El castigo que se le ha impuesto a Oriol Junqueras
es más propio de una dictadura que de una democracia, sobre todo partiendo de
la base de que está encarcelado preventivamente por unos presuntos delitos en
los que no hay riesgo para nuestra democracia. Mientras a Junqueras, un hombre
digno, limpio y limpio de corrupción, se le castiga por hacer uso de la
libertad de expresión que le reconoce la Constitución que utilizáis día a día
como arma de destrucción masiva de la propia democracia, en la calle tenemos a
condenados por corrupción pero que están protegidos por el Estado, tal y como
ocurre con el señor Urdangarín o con el señor Rodrigo Rato. El señor Junqueras
está en la misma situación procesal que algunos «de los suyos». No ha sido
condenado, ni siquiera juzgado, pero mientras Luis Bárcenas, Francisco Camps,
los patriarcas del clan Pujol o Ignacio González, por citar algunos ejemplos,
están en la calle, el señor Junqueras se encuentra encarcelado por ser fiel a
sus ideas, por tener la ética y la decencia de no renunciar a nada de lo que
cree y defiende.
Estemos o no de acuerdo con esos pensamientos, no hace ningún
favor a la democracia española mantener a un ser humano en prisión sin haber
sido juzgado ni, por supuesto, por estar en la situación en que se encuentra
conculcándole derechos reconocidos en la Constitución que ustedes están
utilizando como arma de destrucción masiva olvidándose de los capítulos
dedicados a los derechos reconocidos para todos los españoles, Oriol Junqueras
incluido. Castigar a este señor por hacer uso de su libertad de expresión es lo
más cercano a un comportamiento dictatorial que se ha visto en los últimos
años. Estas cosas les ocurrían a los encarcelados por el Proceso 1.001 o a
Santiago Carrillo. Ni siquiera a los presos de ETA se les trató así.
Volviendo a la entrevista realizada por María José
Pintor para Diario16, les recordaré que a mí me costó mucho menos entrevistar a
Arnaldo Otegui. Señor Rajoy, debería recordarlo, porque en aquel entonces usted
era vicepresidente del Gobierno y unos meses antes ministro del Interior.
La ética, la dignidad y la transparencia del señor
Junqueras es una lección a «sus verdugos». A pesar de ser un diputado elegido
por el pueblo catalán, se le sigue manteniendo preso por defender sus ideas y
se le castiga por ejercer su derecho constitucional a la libre expresión.
Señor Rajoy, señora Sáenz de Santamaría, señor
Catalá, ustedes mantienen cautivos a millones de ciudadanos catalanes, no sólo
a los Jordis o a Junqueras, todo ello ante la pasividad de todos los grupos
políticos que representan al pueblo español en el Congreso de los Diputados. De
Pedro no se puede esperar nada más que «siga negando hasta que el gallo cante
tres veces» puesto que el PSOE, desde Felipe González, cada día que pasa se va
acercando más a la ideología que representan Rajoy y Rivera, olvidándose de la
O que dignifica a las siglas de millones de socialistas de verdad, de
políticos, militantes y votantes que aún se sienten defensores de los
principios que se encuentran en el Programa Máximo y a los que se renunció hace
décadas en aras de la «razón de Estado». De Pablo sólo se puede esperar su
inactividad, su pasividad y su dejar pasar el tiempo puesto que se ha dado
cuenta de que sus propias incongruencias le afectan electoralmente. Del Jefe
del Estado, qué decir de Felipe, sólo se puede esperar que siga montado en su
caballo. Capítulo a parte hay que dejar para Albert, quien se está aprovechando
del momento aplicando mensajes que calan en aquellos que lo quieren es sangre
pero que cae en la contradicción de ser una persona que, por su exacerbada
ambición, es muy fácil de ser atraído, a pesar de su brillantez, por el poder o
por las redes de los corruptos venezolanos protegidos en España. Que siga
enfundado en una máscara de falsa identidad.
Señor Rajoy, señora Sáenz de Santamaría, ustedes y
quienes, directa o indirectamente, les están apoyando en estas actitudes que se
asemejan más a las de una dictadura que a las de un sistema democrático, lo que
están haciendo es que millones de españoles se sientan avergonzados, lo que no
quiere decir que esa vergüenza sea consecuencia de aquiescencia con lo que
defiende el señor Junqueras. Más bien es la deshonra que sienten quienes tienen
la democracia en el corazón y en el alma. Ustedes no entienden que estar en
contra de esta abominación no significa ser un defensor del indepentismo.
Y no me hablen de «razón de Estado» porque por esta razón su partido, su Gobierno y el resto de partidos del arco parlamentario están dejando desamparados a muchos españoles, como lo que está ocurriendo con los 305.000 españoles arruinados para defender a una dictadura privada-financiera como la que representa en su valoración más maximalista el Banco de Santander o a sus accionistas norteamericanos, los bancos custodios y las grandes gestoras de cartera de Wall Street.
Y no me hablen de «razón de Estado» porque por esta razón su partido, su Gobierno y el resto de partidos del arco parlamentario están dejando desamparados a muchos españoles, como lo que está ocurriendo con los 305.000 españoles arruinados para defender a una dictadura privada-financiera como la que representa en su valoración más maximalista el Banco de Santander o a sus accionistas norteamericanos, los bancos custodios y las grandes gestoras de cartera de Wall Street.
La situación que los poderes ejecutivo,
legislativo, judicial e, incluso, mediático mantienen en este país es
vergonzosa. No se puede mantener a una persona en la cárcel ni retirarle sus
derechos ni, mucho menos, castigarle por expresarse con respeto, vergüenza y
dignidad. Otra cosa es estar o no de acuerdo con lo que el señor Junqueras
defiende. ¿O es que volvemos a llamar a los que no piensan como nosotros
«misérrima oposición»? De usted, señor Rajoy, me da igual en número que ocupó en
su promoción para ser registrador de la propiedad, pero es una desilusión que
se mantenga más cerca de los dictadores privados, vengan del sector que vengan,
vengan de las finanzas o de algunos medios de comunicación, que del pueblo
español. ¿Hasta dónde queréis llevarnos en el odio al pueblo catalán? Yo, por
mi parte, no voy a caer en vuestra menesterosa trampa.
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