Papel de Arbol

miércoles, 13 de diciembre de 2017

NO HAY SALUD SIN SALUD MENTAL

Jorge Zavaleta Alegre
«No hay salud sin salud mental», proclamó hace solo cinco años la Asamblea Mundial de la Salud, al adoptar la resolución WHA65.4 sobre “”la carga mundial de trastornos mentales y la necesidad de una respuesta integral y coordinada de los sectores sanitario y social de los países”. El drama es gigante: Cada año se suicida casi un millón de personas, entre otros  sufrimientos desatendidos o ignorados. La migración global, dentro y fuera de cada país, induce la violencia, cuya atención no puede ser enfrentada con represión policial y ausencia orgánica de la sociedad y los estados.

En esa decisión, la OMS pidió  que, en consulta con los Estados Miembros, se prepare un plan de acción integral sobre salud mental, que abarque los servicios, políticas, leyes, planes, estrategias y programas, dando énfasis a la promoción, prevención, tratamiento, rehabilitación, atención y recuperación.

En esa petición, no se pone énfasis en la salud mental, empezando con las poblaciones aborígenes. Viajemos por América Latina y podremos constatar una larga historia de olvidos y abusos,  desde la llegada de los conquistadores y que continúa sin mayores cambios. Son escasos los  vestigios sobre la cultura médica de los pobladores nativos  y  de las dinastías de caciques o incas precolombinos.

En 1511, el sermón de Antonio Montesinos,  escribe Bartolomé de las Casas, en Historia  de las Indias: “¡¡Todos están en pecado mortal!!!. Y en el vivís  y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decía ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a que estos indios? (…) ¿Cómo los tenéis tan ojerosos y fatigados, sin darles de comer ni  curarlos en sus enfermedades, que los excesivos trabajos que les dais incurren y se  os mueren, y por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día?”

En el siglo XIX, las sociedades inmigrantes  trataron de construir relaciones de respeto justiciero hacía los pueblos algunos escenarios de la Pacificación. Pero en el siglo XX y XXI los megaproyectos siguen siendo tan terribles para agudizar la salud mental y la contaminación ambiental desde la  destrucción de las comunidades aborígenes.

El  oro de la conquista, hace cinco  siglos, en la actualidad tiene múltiples formas, como lo son las hidroeléctricas, las forestales, la pesca o minería a gran escala. Las sociedades contemporáneas siguen mostrándose inoperantes en la construcción de relaciones de respeto y justicia hacia los pueblos originarios. Desde la Patagonia hasta Alaska, la praxis en salud con pueblos indígenas, no es una realidad trivial, por el contrario tiene un sentido e importancia que requiere trabajo de interpretación y reflexión crítica.

La tierra indígena libremente compartida, aunque no exclusivamente controlada, fue arrebatada. La forma de vida del conquistado fue impuesta. La autonomía política fue drásticamente restringida. Los indígenas han sido frecuentemente relegados al estatus de la extrema pobreza, la enfermedad y la desesperanza.

El panorama crítico es idéntico en cada país, con múltiples procesos de  etnocidio. Los males  del alma son atendidos con ritos mágico-religiosos y pócimas de la flora infinita de los bosques amazónicos  y la enmarañada red de ríos, riachuelos, lagos, lagunas y  manantiales.

Fuera  de las pocas  capitales de América, donde la psiquiatría y la psicología son ciencias visiblemente desconocidas,  la psicosis y los trastornos bipolares, la depresión, entre manifestaciones de la salud mental, carecen de materiales  y recomendaciones con fundamento científico en los escasos, muy escasos centros asistenciales especializados y no especializados. La psiquiatría se mantiene distante de la  cultura nativa.

La literatura científica señala por ejemplo  que la depresión es un trastorno que se puede diagnosticar de forma fiable y que puede ser tratado por no especialistas en el la atención primaria.

Los suicidios se cobran un costo alto. Debería ser un imperativo global. Un millón o más de personas mueren cada año por suicidio, y esta es la segunda causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años de edad. Hay indicios de que, por cada adulto que se suicidó, posiblemente más de otros 20 intentaron suicidarse. Los suicidios son prevenibles. Para que las respuestas nacionales sean eficaces, se necesita una estrategia integral multisectorial de prevención.

El nuevo protocolo  de la OMS señala que el personal de atención primaria puede ofrecer apoyo psicosocial básico a los sobrevivientes de desastres, a las personas expuestas a la guerra, al terrorismo, al genocidio o a la pérdida de seres queridos.

La atención de salud mental sostenible después de una emergencia, a pesar de su carácter trágico, y no obstante el sufrimiento humano que generan, las situaciones de emergencia son también oportunidades para implementar una mejor atención de salud mental, pero por lo general esta responsabilidad social se altera  con la corrupción  de los fondos de ayuda o rehabilitación.

La salud mental es un componente fundamental e inseparable de la salud y  muchas veces sea subestimada frente a la salud física. 

Los trastornos mentales y neurológicos representan el 22% de la carga total de enfermedades en América Latina y el Caribe, y resulta evidente que los mismos tienen un impacto importante en términos de mortalidad, morbilidad y discapacidad en todas las etapas de la vida.

En el discurso oficial, se empieza a hablar de  la salud mental, pero no es un componente fundamental e inseparable de la salud, ni está directamente relacionada con el bienestar personal, familiar y comunitario. Muchas veces es subestimada frente a la salud física.  Sigue primando el estigma y la discriminación que siempre ha rodeado a la enfermedad mental y que aún constituye un poderoso obstáculo.

Desde el  2008 la existe el  Programa Global de Acción en Salud Mental, pero no ha avanzado porque la carga de los trastornos mentales aumenta y en la agenda de los gobiernos  sigue siendo incipiente  y tierra fértil  para el negocio de centros hospitales y profesionales que vuelcan su acción solo en los sectores de medianos y altos ingresos.

La investigación en el campo de la salud mental sigue teniendo muchas limitaciones en los países de América Latina y el Caribe, especialmente si se la compara con la producción científica alcanzada en los Estados Unidos de América, el Canadá y Cuba. 

En la actualidad, en América Latina y el Caribe ya se dispone de estudios epidemiológicos de los trastornos mentales, que unidos a otros trabajos publicados en todo el mundo, arrojan información suficiente para demostrar el alcance de la carga de los trastornos mentales en nuestro medio. Confirma esta aseveración la Organización Panamericana de la Salud, cuya directora Mirta Roses Periago,  al  señalar que en muchos países de otras regiones del mundo, el progreso económico, las transformaciones sociales y el incremento de la longevidad han estado acompañados de un aumento en la problemática psicosocial. En América las brechas son inmensas en la proporción de personas que requerían tratamiento y no lo recibieron.

En conclusión, solo una minoría de quienes requieren atención relacionada con la salud mental la reciben, a pesar del sufrimiento que los trastornos causan, la discapacidad, y el impacto emocional y económico que tienen en la familia y en la comunidad.

A esta situación debe agregarse que generalmente los trastornos mentales afectan en mayor grado a las personas de los estratos socioeconómicos más bajos, para quienes los servicios son más escasos. Las necesidades psicosociales  son más altas en los grupos con mayor vulnerabilidad, como las poblaciones indígenas y las víctimas de conflictos armados, violencia política o desplazamiento.  La migración global en lo que va del presente siglo provoca una cultura de  violencia, irreversible si la respuesta es la violencia estatal con su policía represiva.

Bibliografía
-Organización Mundial de la Salud-OMS
Publicación ISBN: 978 92 4 156457 1. WHO/MSD/MER/13.1
-Organización Panamericana de Salud-OPS, Informe 2016
.Memoria anual del Ministerio de Salud, Perú  2014.

-Informe Hospital de Iquitos,  Manaos, 2012-2014
-Foto,  La Mula, Niños de Itaya Loreto.

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