Los dos únicos líderes de la década rosada en América Latina,
Las miradas de la región están puestas en lo que el 2 de abril decidan en las urnas 12.4 millones de ecuatorianos, que deberán dirimir quién es el presidente por los próximos cuatro años. El resultado resultará crucial para saber si en el Palacio de Carondelet sigue la línea progresista que impera allí desde 2007 con Rafael Correa, o si hay un retroceso hacia políticas neoliberales.
El candidato de Alianza PAIS (Patria Altiva i Soberana, AP), Lenin Moreno, supo desempeñarse como vicepresidente en un mandato anterior del correísmo. Y, bien visto por el imperio, está Guillermo Lasso, el banquero de CREO (Creando Oportunidades), su Banco de Guayaquil y otras empresas, varias de ellas offshore.
En el primer choque, del 19 de febrero pasado, ganó el de AP por once puntos, porque sacó el 39,3 por ciento de los votos, contra el 28,1 por ciento de su rival: una diferencia de un millón de sufragios.
Ese día se resolvió la pugna por las bancas en la Asamblea Nacional, donde AP se aseguró 74 sobre 137, más del doble de las que tendrá CREO (35), aunque menos de las que tenía hasta este momento, 100. El correísmo tendrá una cómoda mayoría, aunque no los dos tercios (92) necesario para emprender reformas o leyes de fondo. La mayoría legislativa para poder gobernar bien, en caso que Moreno gane el próximo domingo, está asegurada.
Otro logro indiscutible del comicio de la última vez fue que iba en simultáneo con una consulta popular: Sí o No a que los funcionarios tengan cuentas o empresas en paraísos fiscales. En esa votación pionera a nivel internacional, se impuso con el 54,97 de los votos la propuesta de Correa contraria a esas guaridas donde suelen fugar dólares los empresarios y políticos como Lasso y el argentino Mauricio Macri. Además de eludir impuestos, allí el dinero se mezcla con fondos provenientes de delitos más graves como el lavado, el narcotráfico y otros muy turbios.
En cambio, la disputa presidencial quedó inconclusa porque a Moreno le faltó algo más de medio punto para alcanzar el anhelado 40 por ciento. Así se hubiera ahorrado la segunda vuelta, preñada de riesgos para su movimiento y la región.
Los pergaminos.
El candidato Moreno y su vice, Jorge Glas, que hoy ocupa esa función con Correa, han recorrido el país y reiterado la propuesta de un país inclusivo, con programas que enfatizan la salud y educación, y de más obra pública.
Esa última es una gran necesidad, sobre todo luego del terremoto de febrero del año anterior, con epicentro en Esmeraldas y Manabí. Según Correa, la reconstrucción en lo afectado implicará 3.300 millones de dólares y ya llevan invertidos 2.400 millones, en gran medida con lo recaudado por la ley solidaria.
Ahora han gestionado un crédito con China, por mil millones de dólares para la infraestructura de escuelas en esos dos departamentos, más 700 viviendas afectadas por las réplicas en Atacames y la regeneración urbana.
Ni siquiera esa obra tan necesaria quedó afuera de la campaña, porque la oposición cuestionó el crédito chino. Correa lo defendió: “ahora resulta que tener un crédito de 1.000 millones de dólares con China es malo. Reclamaban porque decían que ellos se podían endeudar al 2% con el Banco Mundial, pero ahora que nos da China un préstamo al 2% y a 20 años plazo está mal”.
Los críticos del gobierno, que no reconocen mérito alguno a esta década, se ven obligados a hacer un breve silencio porque el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas puso al país entre los que más avanzaron. Ecuador está en la posición 89, habiendo caído sólo 2 lugares desde la medición anterior, luego de las crisis y el retroceso del precio del barril de petróleo, uno de sus ingresos principales. Chile retrocedió 12 puestos, Argentina 6, Uruguay 7, Panamá 19, Venezuela 11, México 12 y Brasil 11.
La pobreza bajó el 38 por ciento en la década y la indigencia el 47 por ciento, habiéndose elevado el número de alumnos que en los diferentes niveles suman 1.200.000. En otros países el regreso a políticas neoliberales y de ajuste, ha provocado conflictos con el sector educativo y mayor desocupación y pobreza. Argentina es un caso testigo. Brasil otro.
“Al ladrón, al ladrón”.
Lasso finca sus posibilidades en una campaña mediática muy fuerte contra el correísmo, donde el 90 por ciento o más de sus denuncias son falsas y el 10 por ciento deberá probarse. Ha involucrado al gobierno como receptor de coimas de Odebrecht, y en especial al vicepresidente Glas, cuando era ministro, en la construcción de una refinería de Petroecuador.
Hasta ahora no hay elementos de prueba de ese cohecho con la constructora brasileña, y sí hay abundante material que incrimina a Lasso con sociedades offshore, comenzando por su Banco Banisi en Panamá, donde el 66 por ciento de sus depósitos es de ecuatorianos.
La periodista argentina Cynthia García, actual colaboradora de Página/12, puso al descubierto la operatoria del Banisi panameño y presentó hechos como para pensar que Lasso, quien debió admitir que aquel banco era suyo en 2013, luego disfrazó una venta a él mismo, bajo el nombre de Pietro Overseas, que sería propietaria de 49 empresas en las guaridas de Panamá, Bahamas y el Estado norteamericano de Delaware.
Las investigaciones de García fueron difundidas como artículos y reportajes por el diario El Telégrafo y Telesur, aunque por supuesto no alcanzarán a equiparar el poder de fuego mediático de la derecha ecuatoriana y continental.
El financista devenido en político ya planteaba en 2007 a la embajada norteamericana en Quito que enfrentaba a Correa, sintonizando la onda de Washington. Y lo hizo hasta ahora, incluso en aspectos no de fondo pero sintomáticos: si es presidente dirá a Julian Assange, el creador de WikiLeaks asilado en la embajada de Ecuador en Londres, que debe retirarse. Una forma elegante de entregarlo a la policía británica, para que ésta pase la presa a la sueca y de allí a la norteamericana, que es lo que Correa impidió cuando le concedió al australiano el asilo en agosto de 2012.
Lasso hizo fortunas con su Banco de Guayaquil en 1999, en los días del feriado bancario, corralito y fuga de divisas, y como ministro de Jamil Mahuad, uno de los presidentes que junto a Abdalá Bucaram, Gustavo Noboa y Lucio Gutiérrez se sucedieron en la crisis del final del siglo XX y principios de XXI.
Esos presidentes se alternaron y se fueron de Carondelet. Los banqueros como Lasso, en cambio, continuaron con sus bancos y el país dolarizado. Y como planteó Cynthia García y sus fuentes, los que fugan dinero de Ecuador no van personalmente a Panamá sino que suben al segundo piso del Banco de Guayaquil y hacen el trámite. Igual que el JP Morgan en Buenos Aires, como reveló el ex directivo Hernán Arbizu, HSBC y otras entidades.
Esos ladrones se ponen en vestales de la política y gritan “al ladrón, al ladrón”, para que la gente, engañada, corra a otros supuestos delincuentes mientras ellos giran dólares a guaridas fiscales.
Triste papel de seudoizquierda.
La derecha es peligrosa porque expresa a la oligarquía y banqueros locales, de múltiples vínculos políticos y financieros con la derecha regional y el socio mayor de Wall Street y la Casa Blanca.
Según García, la fortuna del candidato de CREO equivale al 4 por ciento del PBI del país, lo que da una idea de su poder de fuego. Así se explica que pueda acusar de “dictatorial” a Correa, que ganó diez elecciones en los últimos años, con limpios procederes del Consejo Nacional Electoral. El presidente casi fue asesinado en el golpe policial de septiembre de 2010, y ahora el gobierno dictatorial sería el suyo. Correa les ganó juicios a un medio y periodistas que le habían hecho acusaciones gravísimas, luego de ese golpe, y resulta que el peligroso para la prensa es aquella víctima. El mundo del revés.
La derecha quiere terminar con la Revolución Ciudadana, la Ley de Comunicaciones, las conquistas sociales y la nueva Constitución de 2008.
Ese proyecto restauracionista, en línea con lo ocurrido en Argentina y Brasil, depende de la elección del domingo. A favor de las chances de la derecha está el accionar de una seudo izquierda, nucleada en Alianza para el Cambio y Frente o Unidad Popular, y el sector indigenista de Pachakutik, que adelantaron votarán por Lasso. Uno de esos líderes indigenistas sentenció: “entre un banquero y una dictadura, es preferible un banquero”.
En el periódico Opción, un artículo de Remo Cornejo Luque, “¡Derrotar al correísmo, ahora!”, sostiene: “en esta coyuntura, lo lógico y sensato, lo coherente y objetivo, la posición consecuente acorde a la sintonía popular; lo democrático, de izquierda y revolucionario, para terminar con el enemigo principal de los pueblos y organizaciones sociales, encaramado en Carondelet, es optar por el voto a favor de Guillermo Lasso”.
En Argentina, ante las elecciones de 2015, la izquierda trotskista (FIT) afirmó que los dos candidatos “eran lo mismo”. Encabezaba el ranking regional de insensatez, pero lo perdió a manos de sus colegas ecuatorianos. Estos dicen que el banquero es mucho mejor que Moreno y Correa.
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