Papel de Arbol

sábado, 10 de diciembre de 2016

El pulso social de América Latina, por Jorge Zavaleta Alegre

Bolívar, fundador del diario El Peruano, Museo Pativilca, 300 Km N. de Lim
http://www.elperuano.com.pe/edicion-20161210-5569.aspx



ANÁLISIS

El pulso social de América Latina

En los últimos 20 años, América Latina y el Caribe han vivido dramáticos cambios en las condiciones de las familias, los cuales afectan la convivencia familiar y las relaciones entre las generaciones. El sueño de alcanzar el lugar de ‘clase media’ se aleja cada día porque el libre mercado encuentra sus propias limitaciones. El mundo en este nuevo siglo requiere de una revisión de los mecanismos y formas de producción para estimular la concertación sobre la base de la ética y de ideales comunes.
10/12/2016

Jorge Zavaleta Alegre Periodista


La desigualdad en el ingreso se amplía a lo largo de la región. Por ejemplo, en 2014, la población de Chile registra el PBI más grande en la región al obtener ingresos per cápita 3.4 veces más altos que los ingresos per cápita en Nicaragua, país con menos recursos.

Asimismo, los ciudadanos de los países ubicados al extremo sur de la región, como Argentina, Chile y Uruguay, tienen en promedio ingresos más altos –cerca del doble– que los habitantes de los demás países.

Estas son algunas de las conclusiones de una investigación, auspiciada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que impulsa una forma distinta de periodismo o comunicación, aprovechando las facilidades que propician las principales universidades o los propios Estados, en un proceso creativo que por lo general se pierde en el silencio. Los archivos celosamente guardados comienzan a ser desempolvados.

En este caso, apreciamos el esfuerzo de los investigadores, que permite conocer, por ejemplo, que en América Latina y el Caribe se ha producido la multiplicación de niños y familias con altísimos índices de anemia, desnutrición y ausentismo escolar. Las estadísticas revelan que la pobreza ha caído para todos los grupos, pero los niños se han vuelto relativamente más pobres, en comparación con los grupos de mayor edad. “Desde 2014 los niños son tres veces más probables de estar en condiciones de pobreza extrema que los mayores de edad, en comparación con la probabilidad que era dos veces mayor en 1996”, refiere el informe.

En los Estados Unidos, la probabilidad de paternidad sin una pareja decrece con el nivel de educación de la madre. En Panamá y el Perú, el patrón es similar, aunque menos marcado en Colombia y Ecuador. En Brasil, las madres con menores niveles de educación muestran las tasas más altas de maternidad soltera.


En estos últimos 20 años, la mortalidad infantil se redujo en 65%, se alcanzó una cobertura de agua potable para el 96% de los hogares, el acceso a educación primaria es prácticamente universal y, en general, las mejoras en la calidad de vida han permitido que el latinoamericano viva, en promedio, ocho años más que en 1990.

Sin embargo, los presupuestos oficiales para la salud y la educación no crecen o crecen muy poco, y la iniciativa privada ha creado la quimera de la felicidad y las conquistas del mercado. La denominación de clase media es una apreciación subjetiva y perversa alentada por los medios de comunicación y la demagogia, que deforma gustos y conductas individuales, en tanto las urbes crecen a tasas nunca registradas. Y en el interior de los países quedan los ancianos con sus nietos, soñando el retorno de los hijos mayores, que casi nunca vuelven a la comarca nativa.

La brecha social ha crecido tanto que los grupos económicos son más poderosos y logran insertarse en la maquinaria de varios Estados, lo que genera más corrupción, inestabilidad política, aspectos que plantean ampliar los estudios. La pobreza requiere de nuevas armas, que no solo consideren subsidios, sino un entendimiento de los sectores público y privado, de un fenómeno que únicamente cede ante medidas quirúrgicas. Las transferencias públicas a los hogares han reducido la pobreza en la región, pero una simulación sencilla muestra que han contribuido a la ampliación de la brecha de pobreza extrema entre niños y adultos mayores.

Como afirma el historiador británico Antony Beevor, empezamos a advertir la fragmentación de las lealtades colectivas o tribales. Los sindicatos, las organizaciones religiosas, los partidos políticos y las asociaciones militares comenzaron a decaer al mismo tiempo: “Un escepticismo creciente ante la autoridad dio lugar a una sociedad mucho menos deferente, y otras transformaciones contrarias a la jerarquía tuvieron como resultado una informalidad mucho mayor en los centros de trabajo. El énfasis se ponía en el individuo. A eso se refería Margaret Thatcher con la frase: ‘No existe eso que llaman sociedad’”.

La brecha social ha crecido tanto que los grupos económicos son más poderosos.

Referencias:
Historia de El Peruano, fundado por el Libertador  Bolívar

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