Francisco
Carranza Romero
Las
noches del jueves 15 y viernes 16 de septiembre del calendario solar fueron los
plenilunios más grandes del año 2016. Un bello espectáculo nocturno en los lugares
sin nubes y sin contaminación. En este gran plenilunio los coreanos, japoneses,
chinos y mexicanos han contemplado mejor al conejo lunar; pero los andinos, que
no han perdido la memoria de la cultura ancestral, han mirado en la Luna a una
mujer sentada hilando copos de lana, ejemplo de la laboriosidad femenina.
CHUSOK
EN COREA DEL SUR
Por
estar Corea en el Hemisferio Norte, este acontecimiento selenita es la gran fiesta
de la cosecha, inicio de la estación de otoño. Los familiares acuden a la casa
del mayor del clan para celebrar el segundo reencuentro familiar durante el año
(el primero es en el Año Nuevo del Calendario Lunar), celebran el rito a los
difuntos ofreciéndoles licor y comida. Se agradece a los ancestros por la cosecha
y se comparte con ellos los frutos de la tierra. Una buena oportunidad para
ponerse la ropa tradicional coreana hankok,
conversar sobre la vida y gustar el delicioso pastel de arroz.
Como
los mejores centros educativos, los mejores centros de salud, las mejores
oportunidades laborales y las mejores oportunidades para la vida están
concentrados en Seúl, capital de Corea del Sur, muchos coreanos viven allí. Pero,
para celebrar este segundo reencuentro familiar hacen todos los esfuerzos
posibles porque es una obligación moral. Desde días antes de la fiesta Chusok
comienza el viaje a los pueblos natales. Entonces, las carreteras se llenan de
carros que van en lenta procesión. Los trenes, barcos y aviones se colman de
viajeros. La ciudad de Seúl se queda casi vacía. Y después del reencuentro
familiar también el retorno a Seúl es otra lenta procesión. Por esta razón el
gobierno considera feriados un día antes y un día después del Chusok. En esta
época también hay que visitar las tumbas para limpiarlas y arreglarlas, el
reencuentro de los vivos y los muertos.
HATUN
PAMPA KILLA EN PERÚ
En
el área rural del Perú hay gente que todavía prefiere el calendario lunar
porque es más útil para las actividades relacionadas con la agricultura y
ganadería. Si antes de 1532 (captura del inca Atahualpa por los españoles) hubo
fiestas y ritos a Killa Mama (Madre Luna) con bailes, cantos e invocaciones,
ahora pocos recuerdan y celebran esta fiesta. Esos pocos que continúan este milenario
diálogo con la naturaleza dan la debida importancia a esta fecha.
Una
señora peruana cuando, unos días antes del Gran Plenilunio, le comenté, me
respondió con sinceridad: ¿Por qué estas cosas no enseñan en las escuelas? Mi
respuesta también fue franca: Nuestros currículos escolares todavía son copias
de currículos extranjeros. Pocos conocen nuestra cultura desde sus raíces.
Como
Perú está en el Hemisferio Sur, la fiesta del Hantun Pampa Killa (Gran
Plenilunio del Año) es el inicio de la estación de primavera, caída de las
primeras lluvias (puspa tamya), época
de limpia de las acequias y de remover la tierra de cultivo para oxigenarla.
Sin
embargo, en la ciudad de Lima -capital del Perú- no se vio ese gran plenilunio
por la neblina y la contaminación que la cubren. Y, el viernes, al salir a la
calle vi a los jardineros podando plantas. Una clara muestra del
desconocimiento del calendario lunar. En mi caso, desde niño escuché a los
mayores que en la luna llena (pampa killa)
no se castra animales porque les da la “lunada” (infección por el efecto de la luna
llena), no se tala ni se trasplantan los almácigos, no se cortan los cabellos.
Los pescadores saben que el mar está más movido y peligroso en la luna llena.
VISITA
AL PROFESOR PERUANO
Como
fui docente por 26 años en Hankuk University of Foreing Studies, Corea del Sur,
tengo muchos exalumnos en Corea y en muchas partes del mundo. Esta vez, mis
exalumnos que residen en Lima me visitaron a la casa el sábado 17 de
septiembre, a mediodía, para festejar la fiesta del gran plenilunio. El motivo
fue bueno porque así pudimos recordar aquellos años dentro de las aulas cuando
ellos aprendían la lengua española, nuestros festivales y partidos de fútbol,
nuestras actuaciones de TUDE (Teatro Universitario del Departamento de Español),
nuestros paseos, etc. En fin, hubo mucho que recordar y hablar.
Innegable,
la vida universitaria en HUFS nos convirtió en una familia grande que, superando
los prejuicios tribales de nacionalidad y cultura, nos hizo vivir con muchas
ilusiones. Fueron años suficientes para conocernos y estimarnos. Y ahora
cosechamos los frutos de esa amistad duradera.
Mis
estudiantes coreanos de antes, ahora son altos funcionarios del gobierno y de las
empresas privadas. Excepto dos menores, cinco llegaron con sus respectivas
esposas. La casa del profesor peruano se llenó de voces y risas; la
comunicación fue en español y coreano. Y, lo más importante, pasamos un buen
tiempo cargados del sentimiento fraternal.
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