Papel de Arbol

lunes, 3 de agosto de 2020

LA HABANA y SU ARQUITECTO LEALpor Jorge Zavaleta Alegre


Jorge Zavaleta Alegre

Decir Eusebio Leal Spengler,  es decir La Habana, ¿o acaso habrá alguna otra ciudad que tenga su historiador personal?. 

El año pasado,  2019, La Habana celebró  el 500º aniversario de la fundación de la capital cubana. El Historiador de la Ciudad, a cargo de la restauración de su centro histórico,  desde hace unos treinta años,  fue Eusebio Leal, quien con pasión era el mejor guía para mostrar la importancia  de una ciudad, para buscar la adecuada convivencia de quienes residen o la visitan.

La Unesco publicó, el 2018, una entrevista de  Lucía Iglesias,  que  me permito  reproducir en tanto esta parte de la ONU  conservs 
una de la más completa colección de referencias sobre La Habana y el Caribe. 

Me permito recordar que la Habana de los años setenta y la visita de  Eusebio Leal al Perú en los 80,  permiten  expresar la dimensión de lo que es una ciudad. Sus encuentros   con estudiantes y profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos, la primera de América, se pudo conocer  la pasión por la ciudad como morada espiritual y no recinto excluyente. 

Tal era la imagen fraterna de Eusebio Leal que La Habana luce vieja, sin el brillo que exigen los turistas, aunque los profesionales y estudiantes  de ingeniería y artes que la visitan de manera permanente, comparten la filosofía  de  quien  cuidó la salud de la ciudad.

July Balarezo,  peruana, profesora de Historias y entonces estudiante de Pintura, recordaba  el año1975, cuando  Cuba era visitada por  los 20 miembros de la Asamblea Nacional de Rectores del Perú, en cuyo encuentro ya se hablaba de  Cumbres Mundiales, Internacionales y Regionales sobre diversos temas, con énfasis sobre la Población. 

En Bucarest, Rumanía 1974, se sucedieron las primeras conferencias para vincular  la proximidad y coincidencia de las políticas integrales del binomio: vida – ciudad - vida. 

En Cuba,  como país socialista y de economía planificada, las interrelaciones en Población y Desarrollo son condicionantes e impactos  de las políticas que rigen el modelo económico y social de la nación y de las acciones sectoriales.

Cuba ha recibido beneficios de carácter universal en su desarrollo humano y componentes,  como consecuencia de la transición demográfica y  sus escenarios demográficos actuales y perspectivas con los denominados países desarrollados del mundo. 

El desarrollo del turismo no era solo el confort y las tarifas  de los hoteles y visita de los lugares históricos, sino la mejor forma que los ingresos incidan en el cuidado  de la salud  y conservación de la arquitectura. 

El  cuidado  de la  ciudad no es un concepto aislado de la baja mortalidad y fecundidad del país y sus movimientos migratorios internos y externos que se inscriben en políticas de altos niveles de prevención y atención en salud, desarrollo de la educación en todos sus ciclos, incluyendo el postgrado, cobertura elevada de los sistemas de seguridad y asistencia social, políticas y derechos para ejercerlas en temas de salud.

EL ENVEJECIMIENTO NATURAL
   Teresa Mestres, pintora de la escuela anarquista española, llegó a la Habana junto con su padre un ingenniero especialista en caña de azucar y creó un Taller de Pintura, donde July Balarezo trazó más de  un lienzo sobre el mar Caribe.
Cuba es un país, en proceso de envejecimiento con casi un 20 por ciento de su población con 60 años y más,  y un valor proyectado al año 2030 de más de un 30 por diento. 

Sin dudas el envejecimiento poblacional, es la principal característica sociodemográfica de la población de Cuba en la actualidad y en perspectiva.

Un paréntesis necesario: El sacerdote italiano Hugo de Censi, de la Fundación Mato Grosso, explicaba en Coina una pequeña ciudad andina, con la intensa investigación arqueológica  que  dejó el sabio Antonio Raimondi, el urbanismo es una disciplina aliada del desarrollo integral. 

Qué hacemos con una plaza central moderna,  impecable. “Es como la sala de una  vivienda, que siempre está cerrada, con llave y mantas de plástico sobre los muebles cubiertos  del polvo, porque  casi nunca nadie llega de visita el   vecino, ni  familiar. 

La urbe es el lugar de vida para todos en las mejores condiciones posibles. Esa es la misma filosofía con la cual Eusebio Leal coincidía. De qué vale un lujoso, impecable centro histórico con pueblos enteros sin agua potable, sin energía eléctrica, denso tránsito masivo, delincuencia urbana, inseguridad… 

Eusebio Leal solía reforzar su filosofía sobre la vida de la ciudad. …Unesco condensó el pensamiento de José Leal  en las líneas siguientes:

“Pensando en mí, y me imagino yo ciudad, creo que los achaques que tiene son los que puede sentir uno cuando ha vivido tan largo tiempo. Cinco siglos es poco en comparación con ciudades antiquísimas como Atenas, en Grecia, o Estambul, en Turquía. 

Pero es mucho para nosotros en nuestra América, exceptuando las grandes urbes prehispánicas –Cuzco, la villa inca del Perú, la Tenochtitlán azteca en México o las ciudades mayas de Centroamérica. 

La Habana forma parte de esa nueva ola que se inaugura con la conquista y la colonización española. Después de las villas dominicanas de Santo Domingo, la Vega Real, San Pedro de Macorís y Santiago de los Caballeros vienen inmediatamente las ciudades de Cuba.

Creo que tienen una noble antigüedad y también muestran los achaques propios de todos los momentos históricos que han vivido. En nuestro caso, fundamentalmente es este tiempo nuevo que comenzó hace 60 años con la victoria de la Revolución: la resistencia del pueblo cubano, de la cual La Habana ha sido emblema y símbolo.

El centro histórico está inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial desde 1982 por su “valor universal excepcional” que cualquier visitante puede constatar. Pero, desde su punto de vista personal, ¿cuál es el valor de La Habana?


La escala de valores es muy amplia. Hay un valor simbólico: es la capital de la nación, la cabeza; pero al mismo tiempo es también muy representativa de todos los valores culturales, intelectuales, políticos, históricos y sociales del pueblo cubano. También es un catálogo de la más hermosa y deslumbrante arquitectura que alcanzó la Isla, con rasgos que pueden hallarse también en Camagüey, Santiago de Cuba o Trinidad.

Por ejemplo, esa arquitectura morisca, de influencia hispana y musulmana, está muy caracterizada en el centro histórico. Después, ese tímido pero apasionante barroco de la Catedral de La Habana, contenido más en un estado de ánimo, en una especie de sentimiento o atmósfera que el escritor cubano Alejo Carpentier describió con brío en El siglo de las luces, su gran novela.

Está la ciudad neoclásica, con El Templete, el monumento dedicado a la fundación a La Habana, una especie de pequeña maqueta que se reproduce también con gran originalidad en otras ciudades de Cuba, como Matanzas o Cienfuegos.

Y luego, esa ciudad del eclecticismo que es tan impresionante, en Centro Habana, llena de gárgolas, atlantes, figuras extraordinarias, criaturas imaginarias. Allí se cuela casi subversivamente el art nouveau (edificio Cueto de la Plaza Vieja) y luego con mucho esplendor el art déco, como en el edificio Emilio Bacardí, para hacer aún más intenso el discurso de la arquitectura.

Y, por último, La Habana de la modernidad, que llega a su esplendor de la mano del arquitecto vienés Richard Neutra en la Casa de Schulthess, una de las más bellas del reparto a donde nos lleva la Quinta Avenida.

La Habana es una ciudad viva, de sabiduría y de memoria: en esta metrópolis animada hallamos la acrópolis de la sabiduría que es el bello campus de la Universidad y el gran cementerio monumental, la necrópolis, bella también.

¿Nos puede adelantar en qué van a consistir las celebraciones de noviembre de 2019?

El gobierno de la ciudad ha elaborado un amplio proyecto de conmemoración. En la Oficina del Historiador hemos diseñado uno concreto para la zona histórica, que se incorpora armónicamente al primero. Nuestra tarea es fomentar la idea de conservación de la memoria de la ciudad, no solo cuando se trata de conmemorar su quinto centenario, sino en la vida de todos los días. Le he dedicado más de tres décadas y confieso que a veces predicar esa causa era como hacerlo en el desierto.

Actualmente hemos desarrollado un sistema de actos, programas radiales y televisivos y de publicaciones de diferentes obras. No obstante, seguimos empleándonos a la vez en la restauración de símbolos monumentales de la ciudad cuyo principal exponente será la conclusión de la gran obra del Capitolio, del Castillo de Atarés y de otras muy emblemáticas en el corazón de La Habana. Haremos memoria y celebraremos la historia no solo del acto fundador, sino también de su historia y su cultura.

Deseo afirmar que la cultura ha sido casi un lema de nuestro Plan Maestro para la rehabilitación y restauración del centro histórico. Todo proyecto de desarrollo que prescinda de la cultura solo genera decadencia.

Por otra parte, el factor humano es muy importante. Me gustaría lograr que estas conmemoraciones se conviertan en una pasión popular. Si no trascienden al pueblo se reducirán solamente a un discurso oficial, mover algunas piedras e imprimir algunos papeles.

¿Diría que el patrimonio cultural tiene más que ver con la vida cotidiana que con los museos?

Por supuesto, considero que los museos son esenciales para la historia, la memoria y la cultura. El Museo de la Ciudad tiene una importancia capital para toda la nación, no solo para los habaneros. Pero he luchado también contra la “museización” y he defendido la causa de una ciudad viva.

Uno de los desafíos a los que se enfrentan las ciudades declaradas Patrimonio Mundial es la dificultad de conciliar el turismo –en ocasiones masivo– y la conservación de los valores patrimoniales. 

¿La Habana ha tenido que hacer frente a contradicciones como esta?

Hay que velar por que La Habana no desaparezca bajo una marea de turistas. Pero, a la vez, creo que no se debe demonizar al turismo, una actividad necesaria, un factor económico importante, y en el caso de Cuba –dado su aislamiento–, una oportunidad también para iniciar un diálogo directo con visitantes provenientes de todas las regiones del mundo. Algo que me parece maravilloso.

Una vez terminada la rehabilitación son muchos edificios de La Habana Vieja que siguen habitados.

En muchos casos, los edificios que estaban en ruinas y que hemos restaurado estaban habitados por familias en condiciones precarias. Es todavía el caso de muchos de estos. La respuesta ha sido dar techo seguro y digno a miles de personas, proporcionar educación a los jóvenes y crear puestos de trabajo seguros para los adultos. Hemos tratado de transitar por lo que la UNESCO definió, en su momento, como “un proyecto singular”, diferente. Singular no quiere decir mejor. No pretendemos haberlo hecho mejor que en otras partes del mundo. Se hizo más bien de acuerdo a nuestra propia experiencia. Es decir, a pesar de los traspiés y equivocaciones que padecimos en la búsqueda de un modelo de rehabilitación que finalmente encontramos.

También ha puesto mucho empeño en la restauración del Malecón, la avenida emblemática de La Habana que se extiende a lo largo del litoral. Usted la ha definido como “la sonrisa de La Habana”.

Debo confesar que casi he perdido la batalla contra el mar, una batalla que solamente podría librarla Neptuno con su tridente. No puedo olvidar las imágenes de las olas demoledoras rompiendo contra el Castillo del Morro, erguido desde hace siglos frente al mar y este último penetrando en la ciudad, cubriendo de sal los jardines del Prado, desgastando los cimientos de palacios antiguos y edificios modernos. Son visiones dantescas que se repiten a cada paso de un ciclón.

El tornado que nos golpeó recientemente, durante la noche entre el 27 y 28 de enero pasado, provocando la muerte de varias personas y unos 200 heridos, nos recuerda que ha llegado la hora de entender que el cambio climático es una amenaza latente contra la elegante silueta del Malecón, que será siempre esa hermosa sonrisa que La Habana le dirige al mar y que tenemos el deber de proteger.
Hemos perdido la batalla contra el mar, pero debemos ganar nuestro combate contra el cambio climático. Grandes desafíos y nuevas aventuras nos esperan.

¿Nunca se cansó de trabajar por La Habana?

Es cierto que todo me ha llevado siempre a La Habana. Han sido realmente muchos años de trabajo y de empeño. No me arrepiento. Si hubiera otra vida que esta que conocemos aquí abajo, mi alma vagará eternamente por La Habana. Ha sido el mejor de mis amores, la mejor de mis pasiones, el mayor de mis desafíos. Realmente no sé por qué siempre vuelvo misteriosamente a ella, en la luz y en el silencio, en la vida y en el sueño.

Historiador, ensayista e investigador cubano Eusebio Leal Spengler dirigía el Plan Maestro para la rehabilitación y restauración de su centro histórico de La Habana y es el Historiador de la ciudad. Entre sus obras destacan Patria amada, Regresar en el tiempo, La luz sobre el espejo, Fundada esperanza y Poesía y palabra.

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