Nuevamente el prolífico escritor Mario Vargas Llosa se dedica a lo que más le gusta, erigirse en el factótum del imperialismo estadounidense en América Latina. Mediante el uso de la ideología dominante, que le procura una especie de aura protectora, el premio Nobel de Literatura vuelve a señalar a todos los gobiernos que no concuerdan con los deseos, no de la ciudadanía, sino de los señores del norte del continente.
El dolor por haber sido rechazado por su propio pueblo peruano, que se olía perfectamente lo que llevaba tras de sí, le sirve para separarse de la realidad y ponerse al nivel de un dios cualquiera más allá del bien y del mal, pero ejerciendo conscientemente de mandarín del Imperio. En esta ocasión lo ha hecho con motivo del golpe de Estado perpetrado en Bolivia por las fuerzas reaccionarias y, en lugar de utilizar su pluma, ha recurrido a algo que raya con el desprecio y el racismo más absoluto.
En España hemos conocido su opinión por medio de una tribuna en el diario El País pero la misma se publicará (así suele hacerlo) en diversos medios distribuidos por el continente americano. Como en otras ocasiones ha hecho con otros dirigentes, el octogenario escritor ha señalado a Evo Morales y a Álvaro García Linera (intelectual que tiene más predicamento que él en la universidades latinoamericanas. ¿Habrá envidia en sus palabras?) como seres cercanos al maligno, como personajes despóticos, como caudillos que pretendían perpetuarse en el poder… todo ello recurriendo al totalitarismo neoliberal de no aceptar las elecciones de los pueblos. El “hechicero de la tribu”, como le ha calificado Atilio Borón, ha perpetrado un nuevo sermón dominical en el que se atreve a calificar a Morales de “monito del zoológico y encima parlanchín”, o ejecutor de asesinatos a García Linera.
El pecado de Morales habría sido considerar a Cuba como país amigo y tener el mismo discurso radical de lucha contra el imperialismo estadounidense, porque Vargas llosa acaba reconociendo que las políticas que desarrollaban desde el Gobierno eran más bien socialdemócratas. Algo que en América Latina, como mandan desde las diversas organizaciones montadas por la CIA para doblegar la voluntad de los pueblos mediante la inoculación de la ideología dominante o dar golpes de Estado, es casi como mentar la soga en casa del ahorcado. Ni por asomo, después de haber conseguido que todo el continente sea su patio trasero donde saquear materias primas, permitirán que allí exista algo parecido a lo que se disfruta en Europa. Los quieren pobres y explotados. Esto lo sabe bien el escritor hispano-peruano porque ejerce como intelectual orgánico del imperialismo. Todo para el capital, nada para el pueblo. Y en Bolivia, precisamente, estaban llevando a cabo políticas redistributivas e impidiendo el saqueo de su riqueza mineral. Es cierto que Morales diseñó una estratagema para seguir en la presidencia, pero reconoció que habría nuevas elecciones generales pues el resultado había sido extraño. Reconocido y aceptado por la Unión Europea, que no por Washington que acabó perpetrando el golpe de Estado.
Vargas Llosa, en su increíble intento de falsificar la realidad, llega decir que han sido los seguidores de Morales los que han cometido los asesinatos de más de veinte personas. Como siempre hacen en América Latina, intentan dar la vuelta a las cosas para señalar siempre a la víctima y no al victimario (en España el PP siempre ha intentado hacer eso, igual porque José María Aznar también pertenece a esas organizaciones imperiales). Sólo hay que ver que los diputados del MAS han votado a favor de nuevas elecciones sin Evo Morales, nos dice el escritor, para comprobar que hasta los suyos detestaban al caudillo. No cabe la posibilidad, como han dicho desde el propio partido, de que vista la situación mejor recuperar el poder que se han adjudicado las minorías de la derecha para seguir con las mismas políticas del tándem Morales-García Linera. Esto lo oculta Vargas Llosa porque su artículo perdería legitimidad, si es que en algún momento la tiene. Falseamiento de los hechos y cortina de humo, la típica táctica de la CIA para que no se vean sus movimientos.
Como la jugada con Morales se le quedaba coja, nada mejor que lanzarse a por Andrés Manuel López Obrador por haber impedido que las tropas de la derecha acabasen asesinando a Morales y García Linera. Como lo leen: “¿Qué papel ha jugado México? Tristísimo, por supuesto [obsérvese el énfasis], una reminiscencia atroz del viejo PRI que, cuando estaba en el poder, se jactaba de ser el país donde todos los perseguidos por esos malos gobiernos sudamericanos encontraban asilo, y podían despotricar a su gusto contra sus verdugos”. Malvadamente Vargas Llosa oculta que los gobiernos del PRI también sirvieron de refugio para Trotsky o los exiliados españoles a los que Franco hubiese puesto ante un pelotón de fusilamiento. Quiere hacer ver que México es tan sólo un país en el que se ha recibido solamente a los latinoamericanos cuando no es así.
“Bolivia parecía perdida para la democracia y la auténtica libertad” ha querido utilizar como frase para concluir su alegato en favor de la potencia imperial del norte. Le ha faltado decir que llegaron las huestes salvadoras del neoliberalismo, ese que tanto defiende él, para salvar Bolivia de la ignominia de las políticas socialdemócratas y el sátrapa Morales. Un mensaje propio de la ideología dominante, impoluto pero prefabricado para que la CIA tenga justificación de intervención mediante sus organizaciones y los millones de dólares que se entregan a los luchadores por la causa imperial. Y ahí es donde Vargas Llosa toma especial relevancia. Como ya se ha contado en estas mismas páginas, fue el escritor quien, junto a Aznar, diseñó el viaje a América Latina de Albert Rivera cuando se pensaba en él desde la clase dominante mundial como el próximo presidente de derechas en España. Pero no sólo eso, Vargas Llosa influye en la entrega de fondos, junto a Aznar de nuevo y Álvaro Uribe, de la National Endowment for Democracy (NED) y de USAID que son las organizaciones de los Estados Unidos, por tanto de la CIA, para provocar diversos golpes blandos, como el boliviano, en favor siempre de los intereses de la metrópolis imperial.
El grupo de Lima que cita Vargas Llosa no es más que la internacional del Imperialismo estadounidense en América Latina. Curioso, aunque no sorprendente, que el escritor hispano-peruano no diga nada de las manifestaciones que vienen produciendo en Chile o Colombia, donde se piden políticas sociales en favor del pueblo, acabar con la perenne corrupción política e impedir que el Imperio se quede con las materias primas. En todas ellas ha habido muertos, torturas y violaciones, algo que parece ser que a Vargas Llosa no le preocupa porque son perpetradas por los suyos. Un cinismo ideológico que intenta ocultar pero que brota como suelen hacer las contradicciones perpetradas por los imperialistas a sueldo. Se falsifica lo de Bolivia y se esconde lo de los otros dos países. La CIA no deja cabo suelto y los intelectuales orgánicos de la clase dominante saben perfectamente los parámetros en los que se pueden mover. Si se fijan en lo que defienden Aznar y el escritor es lo mismo, con distinta formas, pero lo mismo apoyo a Israel en todas sus fechorías; apoyo a todos los presidentes neoliberales, por muy corruptos que sean (se llamen Duque, Macri, Piñera…) y crítica a todos los que hagan políticas sociales; militarismo (no les habrán visto criticar el paramilitarismo cancerígeno de Álvaro Uribe y sus edecanes en Colombia); defensa de los valores cristianos mediante el uso de falsas formulaciones liberales, etcétera. Lo mismo y dividiéndose el espectro de publicación, el ex-presidente en los medios cavernarios y el escritos en los supuestos medios progresistas.
Como escribe Borón: “Por más que se administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo, se garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren todos los indicadores macro y microeconómicos, la derecha y el imperialismo jamás van a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses”. Es eso ni más ni menos lo que defiende Vargas Llosa, poner al servicio de los intereses imperiales a toda América Latina. También hay que tener en cuenta esta advertencia de Borón: “Hay que estudiar los manuales publicados por diversas agencias de Estados Unidos y sus voceros disfrazados de académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las señales de la ofensiva”. Así que ya sabemos que el presidente mexicano López Obrador está en el punto de mira de la potencia imperial, pues Vargas Llosa ya ha señalado el objetivo con claridad. No es conspiranoia sino desvelar cómo funciona el poder de verdad en el mundo y el premio Nobel se sabe que es uno de sus máximos voceros en España y América Latina.