Jorge Zavaleta Alegre
Al cumplirse el primer siglo de nacimiento de José María
Arguedas, varias instituciones han unido voluntades para
celebrar la obra viva de este notable literato e investigador peruano, “que más
de una vez quedó atrapado en los engranajes
de esa diversidad nacional”.
En esta ocasión, el Instituto Bartolomé de las Casas - Centro de Estudios y Publicaciones, y gráfica
Ava, en un esfuerzo editorial dan a conocer Entre
las Calandrias, el luminoso estudio sobre José María Arguedas, del
sacerdote Gustavo Gutiérrez, uno de los
promotores en América Latina de la Teología de la Liberación.
Este nuevo libro trata de destacar, tomando como punto de partida el diálogo que sostuvieron JM Arguedas y Sebastián Salazar Bondy, en el primer encuentro de narradores peruanos, en Arequipa 1965. Desde allí, en el trabajo de Gustavo Gutiérrez transitan numerosos investigadores -A. Escobar, A. Cornejo, M. Lienhard, W. Roe, R. Forgues, C. Pinilla – transitan con detenimiento una obra “de complejo y plural significado”.
Entre Calandrias, conserva una permanente actualidad respecto al valor de la literatura, como una realidad verbal autónoma, tanto de la realidad física, psicológica o de lo social.
La obra de Arguedas, por su profundidad y riqueza, puede ser analizada desde diferentes perspectivas. Así Washington Delgado precisa que en el cuento Warma Kuyay, o en Los Ríos Profundos o en Oda al jet, se encuentran realidades verbales autónomas como las que existen en los Comentarios Reales, la Nueva Crónica y buen gobierno, los Siete ensayos o España aparta de mí este cáliz.
Arguedas nos sigue interpelando. Su obra se escucha solo en el bullicio nacional, como ha ocurrido en los actos de masas motivados por la reciente muerte del congresista Javier Diez Canseco y del humanista Carlos Iván Degregori, donde los indignados del campo y la ciudad claman la unidad de las organizaciones populares, como un proyecto de liberación.
Más de una vez, José María quedó atrapado en los engranajes de esa diversidad nacional. En su vida y obra se reflejan las incoherencias, los hastíos, las interminables búsquedas, los desalientos y hasta las contradicciones de ese mundo complejo, pero… aceptó, hasta quedarse sin fondos, pagar el precio de dicha identificación. Pero se consideraba feliz con esos “llantos y lanzazos porque fueron por el Perú”.
Se afirma que Arguedas fue un escritor religioso. En el ensayo Entre las Calandrias se aclara que hay escritores que son religiosos y escritores que no lo son, independientemente de sus convicciones personales. Garcilaso de la Vega, el toledano, fue un buen católico y murió cristianamente. Sin embargo, en vano buscaremos resonancias religiosas en la fascinante poesía. César Vallejo y José María Arguedas se apartaron de la iglesia católica y no asumieron ningún otro credo, pero ambos son religiosos. Puede ser una religiosidad sin Dios, pero tienen un centro divino: la angustia íntima y el intenso amor al prójimo.
El padre Gutiérrez, a manera de conclusión, advierte que Arguedas supo, más por impulso vital y poético que por cálculo racional, mirar lejos. “Y nos invita a hacerlo. Por ello está más en nuestro futuro que en nuestro pasado. Un futuro que no llega por si solo, sino a través de manos invisibles, se forja con las nuestras”.