Jorge Zavaleta Alegre
La Constitución Política, en la mayoría de los países
latinoamericanos, suele ser un juguete con
el cual los líderes de todas las tiendas
la utilizan o interpretan a su manera para justificar o burlar el buen futuro
de la Democracia. Nuestra América es un territorio donde conviven: comercio ilícito de las obras de arte - narcotráfico
- contrabando de armas, según intelectuales y la prensa colombiana.
Para entender lo que ocurre en el Perú 2015, a solo quince
meses de nuevas elecciones generales, basta leer la vigente Constitución de 1993, sobre las relaciones entre Legislativo y Ejecutivo precisa (Artículo 134°
y siguientes): “El Presidente de la República está facultado para disolver el
Congreso si éste ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros...
El decreto de disolución contiene la convocatoria a elecciones para un nuevo
Congreso”.
Pero, este mismo Presidente de la República, Ollanta Humala
Tasso - aquel que cambió su programa original por una hoja de ruta diametralmente distinta - renueva su séptimo gabinete con la mayoría de ministros censurados
por el Parlamento, desconociendo que la
censura incluye al gabinete en pleno.
El nuevo Premier, Pedro Cateriano, ex congresista, abogado de profesión, deja la
cartera de Defensa que la tenía desde el 2012. Conocido por el discurso de confrontación, es un militante radical del
neoliberalismo, política que ha acelerado la desarticulación de los partidos, sindicatos y organizaciones, y
la concentración económica en un reducido sector transnacional. Un agudo
comentarista lo califica de un “pirómano” desde el gobierno central. Y tiene el
aval de Mario Vargas Llosa.
El séptimo gabinete de ministros del actual gobierno está conformado
por 17 ministros, solo con tres nuevos miembros en Defensa, Justicia y Relaciones Exteriores. En
mayo próximo asistirá al Congreso para solicitar el voto de confianza, derecho
que se logra cuando el Gabinete obtiene
la mayoría simple del número legal de los 120 miembros del Poder Legislativo.
La reciente crisis política del Perú se ha derivado al descubrirse que la Dirección Nacional de
Inteligencia (DINI) había rastreado a políticos, empresarios y periodistas,
durante el premierato de Ana Jara, abogada-notaria en Ica, departamento azotado
por el terremoto de 2007, y que el proceso de reconstrucción le generó ingresos para fundar y promover el Partido Nacionalista y convertirse en
congresista.
La población
en general casi no toma en cuenta la
dimensión de la inestabilidad. La economía informal camina alejada de la política.
En este clima, sea bienvenida la
iniciativa conjunta del Goethe-Institut
Lima y el Centro de Estudios Filosóficos de la Pontificia Universidad Católica.
Ambas instituciones
alientan un ciclo de Conversaciones sobre el Futuro. Durante
seis lunes, en el Auditorio del Goethe-Institut, se abordaran los temas: El
fanatismo en el futuro. La sexualidad en el futuro. La tecnología y el mundo
virtual en el futuro. La naturaleza en el futuro. La democracia en el futuro. La
identidad y la diferencia en el futuro.
Los promotores de estas reuniones han denominados conversaciones “filosóficas” porque los
participantes desean entender la naturaleza de estos problemas y sus
consecuencias. “Nos preguntaremos por las causas y las motivaciones de las
personas al actuar u opinar en dichos contextos y hablaremos sobre el futuro y
cómo nos proyectamos hacia él, dados los hechos actuales y los signos de
nuestros tiempos”.
Los expositores invitados, en declaración conjunta expresan que
nuestra sociedad está en crisis, agobiada por problemas que la sacuden y
parecen definir nuestro futuro vertiginosamente. Vemos a diario la presencia
creciente en el mundo del fanatismo y el terrorismo, la guerra desde la
religión o la ideología.
“Somos testigos de una revolucionaria discusión pública sobre
el derecho de los homosexuales que está cambiando la percepción colectiva de la
sexualidad y la diferencia. Cada vez cobra más urgencia el ya largo debate
sobre la depredación de la naturaleza y sobre las consecuencias del cambio
climático. Sufrimos cotidianamente el deterioro de las relaciones democráticas
de la sociedad; observamos las dificultades que tenemos en nuestras culturas
para aceptar o acoger lo diferente…”
Las “Conversaciones sobre el futuro” reunirán con personas
que han reflexionado o han lidiado con estos asuntos en su propia experiencia,
para intercambiar ideas, percepciones y opiniones con ellos y ellas”, remarcan
los expositores.