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El Banco Interamericano de Desarrollo – IADB, nació en 1959, funciona en Washington y su primera operación fue crear la Autoridad del Agua en Arequipa, ciudad al sur del Perú, parte del Arco de Fuego del Pacífico, que había sufrido un violento sismo que destruyó incluso los canales de distribución del agua.
En la actualidad el BID es el banco regional de desarrollo más grande a nivel mundial y ha servido como modelo para otras instituciones similares en la región y subregión. Aunque nació en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) no guarda ninguna relación con esa institución panamericana, ni con el Fondo Monetario Internacional (FMI) o con el Banco Mundial.Atendiendo la solicitud del Alcalde de la Ciudad Blanca, al pie delVolcán Misti, el BID promovió una moderna administración del sistema de distribución del agua, que permitiera crear una estructura ágil que brindara un servicio a todos los habitantes. Así fue. Cincuenta y cinco años, ese proyecto funciona y ha servido de referente para otras urbes. Jorge Zavaleta Alegre.
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Por María Caridad
Araujo.
Hace algunas
semanas, a través de las redes sociales llegó a mis manos un artículo de
un diario mexicano que me informó sobre la complicada
relación entre el ajedrez y el género. Al igual que en tantos otros espacios
como el deporte, la academia, el trabajo, las artes, aprendí que en el ajedrez
históricamente han existido prejuicios en contra de la participación de las
mujeres, en igualdad de condiciones, en las competencias.
No hace mucho, mi
colega Emma compartía una experiencia personal sobre cómo su
hija, de nueve años, quiso abandonar el club de ajedrez de su colegio porque, a
pesar de disfrutarlo, los prejuicios de otros le habían llevado a concluir que
las niñas no debían participar en él. A una edad tan temprana, reaccionaba a
los estereotipos y prejuicios que percibía en su medio. Afortunadamente, Emma
logró persuadir a su hija y motivar a otros padres para que sus niñas
regresaran al club. Emma notaba que este tipo de estereotipos y prejuicios son
los mismos que, con frecuencia, desaniman a las niñas desde muy temprano en la
escuela a involucrarse en, por ejemplo, las matemáticas.
Precisamente, éste
fue el enfoque de un estudio en Ecuador que buscaba entender los factores
que determinan las brechas de género en matemáticas desde los primeros grados
de la primaria. El hallazgo más interesante en esta exploración de por qué el
rendimiento en matemáticas es menor entre las niñas apunta a factores en el
hogar. Específicamente, resulta que el nivel educativo de la madre tiene un rol fundamental. De hecho, las niñas y los niños
cuyas madres completaron la educación universitaria exhiben rendimientos
académicos similares en matemáticas.
Todo esto me lleva
a pensar en la enorme responsabilidad que tenemos para evitar perpetuar los
estereotipos y prejuicios que son una de las causas, aunque no la única, de la
desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Un reciente estudio realizado en Dinamarca demostró que
las decisiones de desarrollo profesional de las mujeres se asocian con aquellas
que tomaron sus propias madres. Quienes crecieron en un hogar donde no hubo diferencias
en términos de la participación laboral entre la madre y el padre, tienen una
menor probabilidad de experimentar un efecto negativo sobre su propia carrera
profesional después de tener hijos. Ofrecer a los niños una crianza libre de
estereotipos y prejuicios es una de las acciones más importantes que se pueden
impulsar desde la primera infancia.
¿Qué se puede hacer
activamente para lograrlo?
Comparto con ustedes dos propuestas.
1. Ser más
intencionales en seleccionar el material de juego, lectura y música que se
ofrece a los niños, buscando opciones que no refuercen estereotipos. Por
ejemplo, contar historias con heroínas valientes, perseverantes y luchadoras –
de por sí menos frecuentes en la literatura infantil. Si buscas ideas,
existe ya un esfuerzo por
reunir este tipo de materiales de juego en una sola página web. El punto es que
niños y niñas deben tener la posibilidad de explorar y disfrutar los mismos
tipos de libros y juguetes.
2. Seguir el
ejemplo de esta iniciativa que
provee a las madres con recursos para que puedan convertirse en las mentoras de
sus hijas. Este programa busca construir habilidades de liderazgo y trabajo en
equipo en las niñas, a través de actividades divertidas e interactivas que
pueden emprender junto a sus madres en áreas en las cuales las mujeres se
encuentran subrepresentadas, como la política, la ciencia, la tecnología, la
ingeniería, las matemáticas y los negocios. El objetivo es que las propias
madres se conviertan en modelos a seguir para sus hijas y les transmitan
confianza en sí mismas. Además, busca fortalecer las relaciones entre madres e
hijas a través de los principios de la mentoría, es decir, haciendo uso de la observación, la
comunicación efectiva, la retroalimentación, la curiosidad y el disfrute de esa
relación. No conozco cómo funciona este modelo y si ha sido evaluado. No
obstante, me pareció una iniciativa interesante para explorar.
Yo nunca aprendí a
jugar ajedrez. No recuerdo que en mi casa hubiera el tablero ni las piezas.
Pero sí lo había en la casa de mis abuelos, donde se exhibía como adorno. No
obstante, aprender a jugar ajedrez todavía está en mi lista de pendientes, pues
intuyo que es un juego que me va a gustar. Lo noto cuando lo juegan mis hijas,
quienes lo hacen casualmente y con disfrute. Después de escribir este artículo
me he puesto a pensar que quiero que sean ellas quienes me enseñen a disfrutar
de este juego. Será nuestra manera de celebrar el Día internacional de la mujer y la niña en ciencias.
¿Alguna vez has
dejado de hacer algo que te interesaba porque te afectó el prejuicio de otros?
Cuéntanos tu experiencia en la sección de comentarios o menciona a @BIDgente en
Twitter.
María Caridad Araujo es especialista líder de
la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de
Desarrollo.