NE. La síntesis de un reciente estudio sobre el gasto público, auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo-BID, revela que el nivel de eficiencia de los sistemas de inversión pública en América Latina alcanza 2,5, en promedio.
Esto implica que hay inmenso espacio para mejorar la gestión de las inversiones. Un tema central es la corrupción, que se fortalece con una creciente burocracia parásita, empírica, mal remunerada, que trastoca la posibilidad del buen uso del dinero de todos sus ciudadanos. Los gobernantes encuentran un sendero fácil para traficar con el financimiento local o préstamos de la Banca de Desarrollo, porque en su burocracia reina una corrupción institucionalizada, desde el cajero, el contador, la secretaria, director.... que laboran a través del favor, del pequeño regalo. Se llama corrupción institucionalizada.
El estudio también revela que los niveles de eficiencia en los países presentan una gran heterogeneidad.
Un solo ejemplo puede explicar la dimensión del problema del gasto. El BID participó activamente, en las dos últimas décadas en las Inversiones Intranacionales de Sud América-IRSA. Brasil, encabezaba estas iniciativas, en coordinación con Perú, Bolivia, Ecuador, Chile. El balance de lo actuado: Ministros de Estado del Brasil y tres presidentes peruanos - García, Toledo, Humala - aparecen en las investigaciones judiciales, por sobreprecios en las licitaciones. La empresa Odebrechet, cuyo principal directivo, tras las rejas, asombra la dimensión del asalto a las cajas fiscales. Las líneas que siguen, en la autoría de dos especialistas, Edna Armendáriz y Vicente Fretes Cibils, nos ofrecen algunas luces de cómo gastar con mayor tino y eficiencia.
Jorge Zavaleta Alegre, Corresponsal de Diario16 de Madrid.
La región de América Latina ha enfrentado un bajo crecimiento en los últimos años, con una marcada heterogeneidad entre los países. Los niveles de deuda y las posiciones fiscales se han deteriorado, y varios países hicieron o están haciendo correcciones en la posición fiscal para garantizar la sostenibilidad en el mediano plazo.
Sumándose a este desafío y mirando hacia el futuro, hay un escenario externo menos favorable con un crecimiento económico global relativamente bajo, menores precios de las materias primas y mayores tasas de interés en el mercado financiero internacional. La tasa de crecimiento económico esperada de América Latina para 2017 sería de 1,0-1,5%, en comparación con la tasa prevista de 5,0-5,5% en los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y 3,0-3,5% en los países en desarrollo y emergentes de Europa (BID, 2017; FMI, 2017).
Para revertir esta tendencia, hay un debate de política vigoroso sobre la aceleración de las inversiones públicas para promover el crecimiento económico y la equidad en América Latina. El gasto en inversión pública en la región de 4.3% del PIB en 2014 está por debajo del promedio registrado en los países de la ASEAN de 6.6% del PIB; países que continúan con un crecimiento relativamente alto.
La oportunidad para impulsar el crecimiento a través de la inversión pública es una asignatura pendiente. América Latina tiene una brecha de infraestructura estimada de 6,2% del PIB para el período 2012-2020 (CEPAL, 2014). Además, la región tiene uno de los menores stocks de capital público real per cápita en el mundo y la calidad de la infraestructura continúa siendo inferior a lo esperado teniendo en cuenta los niveles de ingreso per cápita de los países.
Estudios empíricos para América Latina (Calderón y Servén, 2010 y Lanau, 2017) muestran que la inversión en infraestructura puede tener un impacto positivo en el crecimiento, pero estudios específicos de países como Colombia y Perú muestran que no siempre se obtienen estos resultados de forma significativa al interior del territorio y depende del tipo de infraestructura. ¿Por qué?
Instituciones fuertes para invertir mejor
No solo se trata de invertir más, sino de invertir mejor. América Latina no puede darse el lujo de no invertir, pero cada centavo cuenta. Para ello, se necesita de instituciones fuertes.
Países con instituciones más sólidas de gestión de inversión pública tienen inversiones más previsibles, eficientes y orientadas a resultados. Estas instituciones son responsables de asegurar que los países tengan una programación de inversiones multianual ligada a las prioridades estratégicas, un sólido sistema de gestión de costos de proyectos y el aprendizaje sistemático a partir de la evaluación ex-post de proyectos finalizados. Estos son los cimientos necesarios para mejorar la calidad y la eficiencia del gasto en inversión pública. ¿Cuál es el estado de dichos cimientos en América Latina?
Un estudio de la División de Gestión Fiscal del BID (a ser publicado) presenta las respuestas a esta pregunta. El estudio estima un índice de eficiencia de la gestión de inversión pública para 16 países de América Latina. Este índice considera las dimensiones y sub-dimensiones del ciclo de inversión: dirección estratégica y evaluación de proyecto, selección de proyectos y presupuestos, implementación de proyectos, evaluación ex-post y auditoría, de acuerdo con la metodología desarrollada por Dabla-Norris et. al., 2011. El valor del índice oscila entre 0 (baja eficiencia) y 4 (alta eficiencia).
Abre los ojos: América Latina necesita gastar mejor
Las dimensiones que muestran el desempeño más débil son: guías estratégicas y evaluación de proyectos; evaluación ex-post y auditoría; y escrutinio público en el ciclo completo. Además, el uso de herramientas digitales para facilitar los procesos de inversión es limitado (por ejemplo, integración del sistema de inversión con otros sistemas de información gubernamental, como el sistema de administración financiera y de compras públicas).
Nota: Temas transversales incluyen recursos humanos, rol de la legislación, escrutinio público, sistemas de soporte, entre otros.
Los ciudadanos latinoamericanos sueñan con una inversión pública que impulse el crecimiento económico con equidad y la mejora de la calidad de los servicios públicos tales como caminos asfaltados, acceso a energía sostenible, agua para todos, escuelas y hospitales equipados en servicios básicos. En el contexto de América Latina con una posición fiscal débil y perspectivas de crecimiento global bajas, la realización de este sueño está condicionado al fortalecimiento de los cimientos para crear instituciones de gestión de la inversión pública fuertes y competentes para poder invertir mejor, y hacer buen uso de hasta el último centavo.