Papel de Arbol

jueves, 5 de julio de 2018

MACDONALD VS MACONDO

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Entre un Mc Donald y un Macondo

Escrito por  Jun 24, 2013
Jorge Zavaleta Alegre (Desde Lima, Perú. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
La riqueza de las naciones trata de ser medida por múltiples medios. Últimamente, la academia ha volcado lo intangible para medir la economía.
Se afirma que la poca confianza reduce la capacidad de las personas para asociarse y que eso provoca desaceleración del crecimiento económico.
Camilo Herrera, un economista colombiano con estudios en negociaciones especiales en Harvard, se pregunta ¿por qué la gente no se asocia y adquiere capacitación productiva?
Una respuesta está en que la producción industrial de bienes culturales ha cambiado el papel tradicional de la cultura.
“La cultura da trabajo”, publicado en Uruguay, de Sotolovich y Mourelle, explica que esta actividad favorece, además, el desarrollo de otras áreas, zonas o ciudades. Las industrias culturales constituyen un indicador económico muy importante.
La creciente interrelación entre la economía y la cultura podría redundar en mayores beneficios para la región latinoamericana y para su inserción en la economía mundial. Pero ese objetivo implica, primero, modificar la desigual distribución de los beneficios entre los países centrales y periféricos, explica Néstor García Canclini, director del Programa de Estudios en la Universidad Autónoma de México – UNAM.
Considera además que: EEUU se queda con el 55% de las ganancias mundiales producidas por los bienes culturales y de las comunicaciones. La Unión Europea con 25%, Japón y Asia con 15% y América Latina solo con 5%.
El fervor que a veces genera en las capitales los espectáculos al aire libre no puede hacernos olvidar la pobreza cultural y educativa a la que llevaron a casi todas las instituciones los “ajustes” financieros y el retiro de inversión pública y privada en muchos países latinoamericanos. Y después la frágil regulación a la ola de inversión transnacional.
El desarrollo educativo cultural no tiene el respaldo necesario. Los Estados hacen cada vez menos por formar públicos culturales, con sistemas educativos que aún no advierten – como ha ocurrido en Francia y España – donde los niños aprenden a valorar los medios audiovisuales como parte del currículo de la educación básica.
El Estado no crea cultura, pero es indispensable para generar las condiciones contextuales, las políticas de estímulo y regulación, con las que se puede producir bienes culturales y acceder a ellos con menores discriminaciones.  Autores como Jack Ralite han dado a conocer reflexiones lúcidas que deberíamos tener presente: “Después de los sin documentos, de los sin trabajo, ahora llega la era de los sin autor. El papa Julio II no pintó la Capilla Sixtina. La Fox no construyó Titanic. Bill Gates y la Compañía General de Agua no son autores”.
Por lo tanto, asiste a razón a quienes comparten que los organismos nacionales e internacionales reconozcan la autoría intelectual y protejan la creatividad e innovación para que no sean sometidas a la presencia del lucro. 
No sería coherente oponerse en general a la liberalización de la mercancía ni a la apertura de las economías y culturas nacionales, porque junto a la globalización tecnológica, esta apertura contribuye a que conozcamos mejores otras culturas. También ayuda a que las telenovelas, la música y los libros de unos pocos autores latinoamericanos, africanos y asiáticos se difundan en el mundo.
Esta expansión e interconexiones necesitan, sin duda alguna, ser situadas en el marco de políticas culturales que reconozcan intereses plurales del conjunto de artistas, de consumidores y de cada sociedad, un tema central para el calendario de campañas sociales del frondoso árbol de instituciones que alberga la ONU, empezando por la UNESCO.
Urge una nueva relación cultural de las industrias de las comunicaciones con las escuelas y de un ombudsman de los medios. Pero siendo tan complejas las culturas latinoamericanas, las opciones, como afirma García Canclini, van más allá de elegir entre un Mc Donald’s y un Macondo.


Una Prensa para Todos, desde San Salvador



Jorge Zavaleta Alegre. -La prensa ha de ser como los correos antiguos, tener los caballos enjaezados para llegar antes que nadie al lugar de los acontecimientos, con el fin de atender esa innata curiosidad del lector, casi siempre escaso de voluntad, de tiempo o de dinero.

Esta definición corresponde a José Martí (Cuba, 1853 – 1895), uno de los más grandes poetas hispanoamericanos y periodista que apostó por la Revolución de Mayo de 1810, en Buenos Aires, contra el dominio de Inglaterra.
La actual innovación tecnológica, en esencia, no ha cambiado el sentido ni los ideales libertarias de la prensa. Ahora, la persona está más informada que dos o tres décadas atrás, pero, no necesariamente, mejor para asegurar la conservación de los recursos naturales renovables y no renovables en función de la humanidad entera.
La prensa sigue siendo un aliado o enemigo del poder. Pero nadie, ni el personaje más humilde o poderoso, es desaprensivo con la crítica o el halago. Sobre este tema existen ejemplos mil. Y quien mejor para explicarlo que el ilustre autor de Madame Bovary, la célebre novela que Gustavo Flaubert, la despreció hasta su muerte.
Flaubert, reservaba todas sus iras para la prensa. “El estruendo de los periódicos, la importancia que se dan, las tonterías que imprimen inevitablemente, dada la precipitación con que se hacen, le enfurecían. Hablaba de suprimirlos todos de una vez”, confiesa su amigo, Emile Zola, en El Hombre.
Lo que más le molestaba a Flaubert eran los pormenores que algunas veces daban acerca de su persona. Parecíale irrespetuoso, decía que solamente el escritor pertenecía al público. Jamás quiso reconocer que en el mundo todo marcha simultáneamente y que la prensa que da noticias es la hermana menor, muy mal cuidada, si se quiere de Madame Bovary.
Pero, agrega Zola, que aquel hombre feroz, que hablaba de ahorcar a todos los periodistas, se conmovía hasta derramar lágrimas cuando el último de los gacetilleros escribía de él un articulillo…”Rico trabajando a sus horas, sin haber pasado por el periodismo, lo desconocía por completo, despreciándolo a veces demasiado y creyendo en él otras veces también demasiado”.
Si esas reacciones sobre el periodismo le produjeron al célebre autor de Educación Sentimental, de Un corazón sencillo, La Leyenda de San Julián o Herodías, cómo no entender la vanidad de vanidades de los poderosos emergentes que su ego nos les permite distinguir las diferencias de aquellos medios, que cual fábricas de vanidadess, cooptan a Los Aprendices, como muy bien recrea Carlos Eduardo Zavaleta, recordando a los caudillos de las comarcas de su juventud, en la Cordillera Blanca.
Arguedas, Vargas Llosa o Ribeyro se anticiparon en señalar en Todas las Sangres, Conversación en la Catedral o El Banquete, historias de la zalamería criolla con los políticos de turno, en marchitos clubes, de muros y recuerdos coloniales, cuando los movimientos migratorios ya han cambiado de raíces las faz de las ciudades, y la prensa convencional ha dejado de tener el poder de viejo cuño.
Jorge Zavaleta Alegre (Desde Lima, Perú. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
papeldearbol@gmail.com
Corresponsal en América 
ELMERCURIODIGITAL DE ESPAÑA
EL DIARIO16 DE MADRID
PANORAMICA DE MILAN
TANDILNEWS ARGENTINA

Amor y libertad en Noria de Maritza Núñez







Sábado, 2 junio, 2018 - 18:37
La poeta peruana que vive en Finlandia, Maritza Núñez, aprovechó su paso por nuestro país para presentar su libro "Noria", un conjunto de relatos cuya temática es el amor y la libertad.