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Papel de Arbol
martes, 8 de diciembre de 2020
LA PANDEMIA DESDE LA LINEA ECUATORIAL. Jorge Zavaleta Alegre TIME
FEDERICO GARCIA, "EL SOCIO DE DIOS" y LA AMAZONIA. Escribe Róger Rumrrill.
NE. Róger Rumrril, uno de los cronistas contemporáneos de la Amazonía, que ha dedicado su vida a la defensa y conservación del principal pulmón del planeta. Así como en las primeras décadas del siglo pasado Mariátegui, Basadre y destacados miembros del Instituto de Estudios del Perú, RR, es fecundo y prolífico ensayista, narrador, poeta y periodista, experto nacional e internacional en temas indígenas. Nació en la Amazonía peruana, donde en 1963 fundó, animó y dirigió el grupo cultural “Bubinzana”, publicando 30 libros , entre los cuales figuran: Reportaje a la Amazonía, Amazonía hoy, crónicas de emergencia, Los condenados de la Selva, Narcotráfico y violencia política en la Amazonía, Pioneros de Loreto, Magias y canciones, Axpikondiá, Memorias desde un otoño, Vidas mágicas de tunchis y hechiceros, El venado sagrado, La anaconda del Samiria, Narraciones para niños, Amazonía mágica, La Virgen del Samiria. Róger Rumrrill plantea que la Amazonía peruana es la renta estratégica del siglo XXI y que no es posible construir una nación peruana sin tomar en cuenta el aporte indígena. Resalta, además, la necesidad de universalizar la cultura amazónica y amazonizar la cultura universal.
Papel de Arbol fundado en 1992 por July Balarezo, historiadora y egresada del Taller Mestres de Lima-Barcelona, desde 2017 se edita entre Pittsburgh PA y Emmitfsburg, MD. Está asociado a TIME; DIARIO16, ELMERCURIO, TANDIL NEWS DE BUENOS AIRES.
FEDERICO GARCÍA, “EL SOCIO DE
DIOS”
Y LA AMAZONÍA
Escribe Róger Rumrrill
Mi viejo teléfono timbró una mañana
de principios de 1986, hace 34 años. Como tardé en responder, el teléfono siguió
timbrando. Cuando levanté el artefacto escuché la voz nítida y premiosa de Federico García Hurtado.
-Róger, necesito hablar urgente
contigo. He decidido hacer una película sobre la Amazonía y quiero elegir
contigo el tema, la historia-.
-Fico, tengo la historia y el
personaje-, le contesté escuetamente.
-¡Bueno, qué esperas! Ahora mismo
tenemos que reunirnos-, me urgió con una voz emocionada.
En el año 1986, Federico García
Hurtado (Cusco, 1937-Lima, 2020) era uno de los cineastas peruanos más
populares y reconocidos y con un bien ganado prestigio internacional. Sus
películas se habían erigido como los registros más auténticos, dramáticos,
vivos, hermosos y creativos del mundo andino.
Su película “Túpac Amaru” (1984),con la actuación memorable de Reynaldo Arenas interpretando el papel del héroe rebelde que sacudió e hizo temblar las estructuras del poder colonial, provocaba estallidos de emociones y expresiones reivindicatorias de la historia y la resistencia nacional entre los miles de espectadores de todo el país.
Pero no solo “Túpac Amaru” embelesaba
y emocionaba a los cinéfilos peruanos. También películas como “Laulico” (1979),
“El caso Huayanay”(1981) y “La leyenda de Melgar” (1981) nos hacían recordar, a
la mayoría con cólera y unos pocos con indiferencia y conformismo que, como
escribe el gran historiador de la república, Jorge Basadre, “la topografía
social peruana al concluir la Independencia-y en plena república agregaría este
cronista- los indios siguieron siendo el barro vil con que se hace el edificio
social”.
“EL SOCIO DE DIOS”
En los años cincuenta del siglo XX,
durante la dictadura del general Manuel A. Odría, el multimillonario
estadounidense Roy L. Letorneau se instaló en la cuenca del Ucayali con el
objetivo de dominar y conquistar a la naturaleza amazónica para construir un
gran complejo de desarrollo forestal e industrial. Pero la naturaleza pudo más
que él. Sus gigantescas maquinarias como dinosaurios de hierro quedaron
enterradas en el fango durante un
diluvial invierno amazónico. Derrotado, Letorneau, que se hacía llamar el
“socio de Dios” porque aportaba un diezmo de sus utilidades a su iglesia
evangélica, huyó de la Amazonía como
alma que lleva el diablo.
Federico García
coincidió plenamente con mi sugerencia de que su película amazónica debería
titularse “El Socio de Dios” y de que
este socio de Dios debería ser Julio César Arana Del Águila, el tristemente célebre Barón de Caucho, y uno de los mayores protagonistas del genocidio
indígena que ensangrentó el ciclo del
caucho a fines del siglo XIX y principios del siglo XX en la cuenca del
Putumayo y sus afluentes, en la Amazonía Peruana.
Me dediqué a
escribir la sinopsis, la síntesis o resumen de la historia, y luego ambos
trabajamos el guión técnico. Concluida esta etapa, Federico García, que ya
había iniciado contactos y gestiones con productores y realizadores de cine de
varios países, principalmente de Cuba, terminó de conformar su equipo de
producción, así como su elenco de actores y de actrices donde figuraron
artistas de varios países, entre ellos Adolfo Llauradó, actor cubano que hizo
el rol de Julio C. Arana, además de René de la
Cruz, Enrique Almirante, Eslinda Núñez y los peruanos Belisa Salazar y
Ricky Tosso, entre muchos otros.
Luego de establecer
y elegir las locaciones y preparar y disponer todo el equipo y la
infraestructura necesaria, que incluyó el alquiler de una lancha de dos pisos
donde se filmarían secuencias decisivas de la historia, el equipo partió a
Iquitos para dar inicio al rodaje.
No había pasado
ni siquiera una semana de la partida de todo el elenco a Iquitos para la
producción de “El Socio de Dios”, cuando una mañana timbró mi teléfono. Me
pregunté quién me estaría llamando tan temprano.
En la línea
telefónica estaba Federico García. Le pregunté a quemarropa cómo avanzaba la
filmación antes de que él me dijera una palabra.
Soltó una
andanada de frases y remató con la siguiente:
-Róger, no avanzamos
nada en la filmación y estamos bien retrasados y todo por tu culpa-, tronó.
-¿Por mi culpa?,
pregunté nervioso.
-Claro, por tu
culpa, Porque tú has creado ese personaje del “Viborero” con que se inicia la
película y nadie, ningún actor quiere y se atreve a enroscarse una boa de cinco metros en el cuello por temor a que la
boa le rompa el cogote. Así que como tú has creado ese personaje, tú eres la
solución, tú tienes que hacer de “Viborero”, además tu cara de ayuda-,
concluyó.
A las 7 de la
mañana de ese mismo día tomé el avión a Iquitos y antes de incorporarme al
elenco de actores, me fui al parque de conservación de la naturaleza de Quistococha, que tenía un serpentario donde trabajaba el cuidador y
manejador de todo tipo de reptiles, Aldo Cabrera, para pedirle un curso
intensivo de manejo de boas.
Jamás he olvidado
la recomendación clave de su curso intensivo de cinco horas.
-Nunca te olvides
de que lo más parecido a una serpiente es una mujer- afirmó y como vio en mis
ojos una mirada de asombro y reproche por esa frase que me parecía una ofensa a
las mujeres, agregó:
-Porque cuando
agarras una serpiente, una boa en este caso, nunca dejes de acariciarla con
ternura, con amor, en la cabeza. Ahora tú te estarás preguntando por qué esa
boa se parece a una mujer. Porque a tu mujer, a tu amor, si no le amas y le
acaricias todo el tiempo, se va con otro. O sea te pica y te pone su veneno de
desamor y olvido-
El proceso de
filmación duró semanas. Federico García, como director, era muy meticuloso,
disciplinado, creativo. Durante esas semanas fue conociendo en profundidad no
solo a los actores que interpretaban los personajes de la historia, sino
también la realidad amazónica en sus detalles más íntimos, más secretos, más
humanos, como el lenguaje amazónico, las comidas, los olores, los sabores, las
costumbres, las creencias y también las tragedias, los sueños y las
aspiraciones de las mujeres y los hombres amazónicos.
Cuando
concluyó el rodaje, Federico García Hurtado ya era un andino-amazónico. Estaba tan
profundamente identificado con la vida de
la región, que decidió escribir una novela sobre uno de los capítulos
trágicos de la historia amazónica, la
fiebre del caucho, el ciclo del oro negro que tituló “El Paraíso del
diablo”, como en la novela de Walt Handerburg, la versión, la mirada, la
percepción distópica del otro imaginario que concibe la Amazonía como el
paraíso de las riquezas y de los bienes de la naturaleza que hay extraer y
saquear que ha construido el neoliberalismo extractivista en el siglo XXI.
Federico García Hurtado acaba de
fallecer. Los Apus andinos y los Challachaquis amazónicos están de duelo.
También Pilar Roca su compañera entrañable que compartió su intensa vida y su
fructífera trayectoria creativa. Lo mismo que los millones de espectadores de
sus películas que están convencidos que el Perú que él registró con su cámara,
pero sobre todo con el alma y el corazón, espera un
Pachacuti de cambio, de transformación en el siglo XXI.
(Fin)
PAPELDEARBOL, Creado en 1992 por July Balarezo y Jorge Zavaleta Balarezo.
2012 .2016, Editor Jorge Zavaleta Balarezo, en Pittusburg. PA,
Desde 2017 en Emmitsburgm MD.
Editores y Administración. Jorge Zavaleta Alegre y July Z. Camerieri,
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