Papel de Arbol

sábado, 13 de julio de 2019

PSICOANALISIS ESTIVAL, escribe Jorge Zavaleta Balarezo

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A veces
 Jorge Zavaleta Balarezo

A veces, como esta noche, escribo para sonreír un poco, o sonreír un poco más. Me gustan los inventarios, mis inventarios de chicas soñadas, ansiadas, deseadas, hiperbolizadas, muñecas que, finalmente, nunca poseeré. Me gusta recordar apenas el año pasado. Sandra Luciana toda de negro enviándome mensajes de texto al celular, esperando que llegara, pronto, a la esquina de Forbes y Craig. Íbamos a ver una película del gran Jacques Tati. Íbamos a reír mucho esa tarde del domingo con una película tan clásica que, como otras, yo descubría para ella. Yo tenía mis planes, quería, otra vez, tenerla cerca, a mi costado, escuchando su respiración agitada, mirando por entre sus anteojos, otra vez toda de negro, otra vez mía, una vez más pura y entera. Entonces había planeado comer hot dogs, y lo hicimos, ella, en su bien dominado inglés, ordenó sin displicencia. Yo me dispuse a la ceremonia. Me sentía un hombre gordo, viejo y agotado junto a alguien tan núbil como ella. Gozaba con sus brazos largos y desnudos. Llevaba un vestido corto, negro otra vez, una vez más, los anteojos, lo supe entonces, eran Donna Karan, las gafas de montura negra que terminarían por inmortalizarla. Y le dije que estaba como para una foto. Hubieras traído tu cámara, respondió, avispada, atrevida. Entramos en el cine. La película nos colmó con todo su colorido. Jacques Tati era brillante y original. Sandra Luciana se había cuidado de empaquetar las papas fritas para disfrutarlas durante la proyección. Yo, a cada momento, recordaba ese cuento tan traicionero de Onetti, “La cara de la desgracia”, yo era el hombre pensativo, perezoso e intelectual ganado finalmente por la causa de una temible lolita. Ni el crujir de las papas fritas me distrajo de su omnipresencia. Otra vez, una vez más, el cine, la película, Tati, la original trama, todo eran pretextos. Su vestido corto nunca disimularía la redondez orgánica de sus rodillas. Yo era su siervo. Hubiera descendido a besarlas, de mis labios hubieran salido ósculos directos, poderosos, acaso ingenuos. Ella reía con cada escena. Yo esperaba, sigo esperando. Entonces la película, ese símbolo cinematográfico que nos unía desde unos meses atrás, llegó a su fin y caminamos, juntos, hacia la parada de autobús. Me sentía torpe queriéndole explicar cosas. Me sabía nervioso, impaciente. Ella reía con sus dulces dientes. En el bus de regreso hice un par de comentarios sobre el sistema académico norteamericano. Ella, impávida, no abandonaba la sonrisa que siempre sería una invitación, una puerta abierta. Pero la promesa finalmente no se cumpliría. Volvimos al inicio, a Forbes y Craig, donde la esperaba su bicicleta, no regresaríamos caminando juntos a nuestro barrio. Fue entonces que ni siquiera le di un beso y nos despedimos. Fue cuando montó en la bicicleta y, audaz, comenzó a pedalear. De pronto ya era lejana. No me quedó más que caminar, pero nunca cabizbajo, la noche era larga, siempre sería larga y esquiva. Sandra Luciana llenaba mi mente, desde su reciente adolescencia. Todo había sido tan rápido. Quizá sólo unos meses antes. Quizá esa dirección de e-mail que casi adiviné. Que realmente adiviné. Y la respuesta tan rápida y entusiasta, que sí, por supuesto, quería ver películas conmigo. Y yo actuando como un Pigmalión cinematográfico. La tuve cerca, a mi lado, como en cuatro o cinco funciones. Terminé grabando su respiración entre mis recuerdos. Ya para entonces me turbaba, me turbaba ese pantalón negro y las caderas atrevidas, la espalda casi de gimnasta, la mirada capciosa, pícara, singular, especial. También fue emocionante el intercambio de correos, me gustaba esa forma suya tan irresponsable y juvenil de pensar. Siempre tenía una respuesta, no evadía nada, no tenía por qué hacerlo. Un día me contó del tatuaje de la pantera que se estamparía en la espalda. Yo imaginé esa espalda tersa y joven, y también, y por fin, mía. Quizá mi ingenuidad avanzaba sin control, pero no me importaba. Tampoco me importaba que nuestros veinte años de diferencia sugirieran o protagonizaran el ridículo. Finalmente allí estaba, ella siempre, como esa noche en que yo, tan nervioso, presentaba una película chilena en el auditorio, y ella me miraba con atención y yo descubría su cara de niña, inocente, olvidaba la tortura que significaba a veces noches enteras cuando la prefiguraba salvajemente mía, cuando prefería imaginarla entre mis brazos, totalmente entregado a ella, suspirando de goce, gritando mi placer, sintiendo cómo se acurrucaba entre mis brazos, cómo me besaba el vientre o cómo miraba fijamente mis ojos, buscando una mentira, la razón de una mentira.

Fue eso y más. Siempre más. Inacabable, inexistente. Ahora que se ha marchado, quizá para siempre, sé que no fue ni aventura ni pretexto, ni chiquillada. Era toda una mujer. Las llantas de la bicicleta avanzaban sobre el asfalto y ella afirmaba las piernas duras, el pecho fuerte, femenino, saliente. Quizá mi comportamiento debió ser distinto, quizá debí ser más avezado, quizá debí tener respuestas, precisas, para todas sus preguntas. Puede que este sea otro inventario, pero ella no será una más. Rotunda, inteligente, desde su lejanía o su ternura, allí estará, observándome sabiamente, como cuando disfrutaba las películas a mi lado o me regalaba sus sonrisas. Esa era, fue, nuestra unión, nunca indisoluble. Fue nuestro juego, nuestro atrevimiento. La tarea, ahora, es no olvidarla, levantarle un altar, rendirle un homenaje, imaginar, desear que no se ha ido, que va a volver, que otra vez todo será como antes. Sandra Luciana, la ropa negra, las caderas, las rodillas, los ojos protegidos por las gafas, la certeza de que el cine nos eleva, nos une, nos santifica. Eso, todo eso eres tú, mi niña veneno, Sandra Luciana.

Jorge Zavaleta Balarezo
Escritor, crítico de cine y periodista peruano (Trujillo, 1968). Es doctor (Ph.D.) en literatura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Además, tiene estudios de literatura, periodismo, cine, publicidad y análisis político en la Pontificia Universidad Católica de Lima (PUCP) y en el Instituto Idea, de Caracas (Venezuela). Su obra creativa incluye la novela Católicas (1998) y una colección aún inédita de cuentos. Ha publicado ensayos y reseñas en revistas académicas como Mester, Variaciones Borges, Revista Iberoamericana, Nomenclatura y Visions of Latin America. Su carrera periodística en Lima y América Latina incluye artículos en diarios, revistas y agencias de noticias como Argenpress (Argentina), Notimex (México) y DPA (Alemania). En 1998 participó en el volumen colectivo Literatura peruana hoy: crisis y creación, editado por la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania), con el ensayo “El cine en el Perú: ¿la luz al final del túnel?”.
Cofundador  de Papeldearbol
Editado en Washington DC  y  Pittsburg PA
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Guatemala y La Luna de Xelajú

Luna gardenia de plata que en mi serenanta te vualves canción
tu que me viste cantando me ves hoy llorando mi desilusión
calles bañadas de luna que fueron la cuna de mi juventuud
vengo a cantarle a mi amada
oh luna plateada de mi Xelajú
vengo a cantarle a mi amada oh luna plateada
de mi Xelajú
Luna de Xelajú que supiste alumbrar
en mis noches de pena
por una morena
de dulce mirar
Luna de Xelajú me diste inspiración la canción que hoy te cantó
regada con llanto
de mi

Jorge Zavaleta Alegre, 
desde Ciudad de Guatemala.

Con información  de  Víctor Arévalo 
Gerente de Taxi Fiesta

Guatemala -en medio del torbellino social que envuelve a Centroamérica y  EEUU -  vive una relativa calma, en la condición de puente para quienes deciden  cruzar México y llegar a Texas, trepando muros o el turbulento  Rio  Bravo. El  concierto de Luna de Xelajú,  acompañado  de decenas de marinbas, es un mensaje musical de ayer y de  hoy, que  permite  conocer  el  estoicismo  de este país.

Las remesas familiares, la recuperación del crédito al sector privado y el repunte de la inversión en bienes de capital, determinarían un mejor desempeño económico este año, según los directorios de   la Cámara de Industria y  el Banco de Guatemala (Bang). La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), pronostica que en 2019, la economía guatemalteca crecerá 3%.  

El informe de Desarrollo Humano de Guatemala precisa  el lugar 127 de 189 países y en el caso de América Latina solo Haití y Honduras tienen un valor más bajo que este país. La pobreza multidimensional, que es un indicador que resume los niveles de pobreza en diferentes aspectos del bienestar, Guatemala ocupa el penúltimo lugar, solo después de Haití.

“El dato más vergonzoso que tiene Guatemala en el hemisferio es el de desnutrición crónica ya que está debajo de Haití”, comenta el investigador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien indica afirma que 3 millones de personas han ingresado al mundo de la pobreza, durante la última década.

Los Acuerdos de Paz dieron la esperanza de comenzar una nueva etapa democratizadora en el país, desde la década de los 80 que Guatemala, socialmente estaba más rezagado dentro de América Central. En los años de 1970, tuvo la mayor producción económica, pero lamentablemente el conflicto armado impactó, junto con las grandes brechas y rezagos  de su historia.

Entre los avances se menciona que casi se logró la universalización de la educación primaria y algunos en el sistema de salud, pero a partir del 2009 comenzó a retroceder en lo poco que se había logrado dentro del    sistema económico y un modelo de Estado que no logró consolidar la institucionalidad y permite concentración del poder y  se volvió permeable a la corrupción y a otros vicios,  cayendo  en una profunda crisis en el 2015, explica Gustavo Arriola, coordinador del informe de desarrollo humano de Guatemala. El 80 por ciento de la niñez que vive en el campo está desnutrida.

En este panorama, Guatemala  es un pueblo que  canta. Se mantiene vivo el recuerdo de Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899 - París, 1974) Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y diplomático, considerado uno de los protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Precursor de la renovación de las técnicas narrativas y del realismo mágico que cristalizaría en el posterior «Boom» de la literatura hispanoamericana de los años 60.

En su novela Señor Presidente, Asturias aborda  la vida de  su país  durante la dictadura de Estrada Cabrera: "a través de mi piel se filtró el ambiente de miedo, de inseguridad, de pánico telúrico que se respira en la obra". .

Rigoberta Menchú, Nobel de la Paz 1992, en La Voz de la Memoria  se preguntó: ¿Cómo es el color de la vida? ¿Cómo huipiles multicolores  tejemos las mujeres del Pueblo Maya?. ¿Acaso no es arte tejer la vida como mosaico multicolor?

Su respuesta es: "Con el color del agua, color de vida y pureza./Color de tierra, color de milpa y alimento./ Color de copal, de incienso y ceremonia./ Color de sol. Corazón del cielo./ Color de hijos que sean luz que alumbra, luz que da calor y generosidad,/Luz de corazón amplio para amar y cuidar a esta tierra."

La Construcción de La Escuela Nacional de la Marimba, estuvo varada por más de una década.  Eslly Melgarejo nos muestra que  la Escuela Nacional de la Marimba es realidad, se ubica dentro del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. Tiene como objetivo, profesionalizar a músicos en licenciaturas y maestrías en la interpretación del instrumento nacional. También podría interesarle la  fusión de música clásica, ópera y rock. 

"La Sinfonía desde el Tercer Mundo, nace en Guatemala y es de Guatemala, a través de su música coral orquestal e instrumental, constituyó un mensaje al viejo Mundo", palabras que recuerdan al músico y compositor, Joaquín Orellana.

Los géneros de la música popular son muy variados y  la marimba es el instrumento nacional del país. La primera prueba documental de una marimba es de 1680  y  es discutible que la marimba fue introducida por los esclavitudes de África Occidental ya en 1550.

Hoy,  el famoso vals que se toca en la marimba, “Luna de Xelajú”, compuesto por Francisco Pérez, es considerado como un himno nacional no oficial por muchos guatemaltecos. La música guatemalteca se conoció como villancico.  Cada 20 de febrero se celebra el Día Nacional de la Marimba. 

Luna gardenia de plata que en mi serenanta te vualves canción
tu que me viste cantando me ves hoy llorando mi desilución
calles bañadas de luna que fueron la cuna de mi juventuud
vengo a cantarle a mi amada
oh luna plateada de mi Xelajú
vengo a cantarle a mi amada oh luna plateada
de mi Xelajú
Luna de Xelajú que supiste alumbrar
en mis noches de pena
por una morena
de dulce mirar
Luna de Xelajú me diste insipriración la canción que hoy te cantó
regada con llanto
de mi
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