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Cortesia de akarifupig |
Por Francisco Carranza,
Profesor de la Universidad de Corea del Sur
¿Dónde el peruano puede ser protegido y bien
tratado?
El
peruano que se aloja en los hoteles peruanos que exhiben estrellas como
muestras de buena calidad en infraestructura y servicios debe pagar el impuesto
de 18%. ¿Por qué? Es el precio de la peruanidad. El extranjero está exonerado
del pago del impuesto de 18%. Qué buena suerte ser extranjero en Perú.
Extranjeros: ¡Bienvenidos al Perú! Foreigners: ¡Welcome to Peru!
Yo
también he tenido experiencias nada gratas por alojarme en hoteles en varias
ciudades peruanas. En la ciudad de Cusco recurrí a mi conocimiento de la lengua
quechua para demostrar mi peruanidad; tampoco sirvió. Los negocios no toman en
cuentan los valores culturales. Business is business.
Si
el peruano reclama a los empleados del hotel, recibe la respuesta inmediata y
casi mecánica: “Nosotros sólo cumplimos la ley. Reclame a SUNAT”. (SUNAT, sigla
de la Superintendencia Nacional de
Aduanas y de Administración Tributaria). El peruano es, muchas
veces, el Caín de otro peruano. Hasta las leyes son cainescas con los peruanos.
El extranjero puede quejarse a su embajada; pero el peruano, ¿ante quién se
queja?
La
peruanidad no está bien entendida ni asumida en la vida. La peruanidad se limita
más a los actos y gestos teatrales: Los desfiles marciales en que los
uniformados golpean fuerte el piso con las suelas de los zapatos. El saludo a
la bandera con el cuerpo erguido y la mirada dirigida a la bicolor. Una
escarapela blanquirroja para que adorne el pecho. La entonación del Himno
Nacional a toda voz con el grito corajudo: ¡Viva el Perú, carajo!. Mientras
tanto, las riquezas naturales del país están en subasta para que las empresas
las exploten. Pero en esas áreas viven seres humanos que no son bien informados
ni consultados oportunamente. Y, cuando surgen los problemas, los policías son enviados
-si ya no están destacados allí- para defender las empresas.
En
conclusión: Los peruanos comunes, con sus diferentes expresiones culturales,
están desprotegidos.
Ciudadanos nacionales protegidos.
Una
experiencia opuesta viví en otro país que, por proteger al ciudadano nacional, hace
la diferenciación con el extranjero.
Cuando
un dramaturgo mexicano estuvo de visita en Seúl, lo acompañé a la Villa
Folclórica, al sur de la ciudad. Al llegar al lugar vi en el muro cerca de la
boletería un aviso en coreano: “Los mayores de 60 años pagan la mitad”. Cuando
le comenté esto al amigo mexicano, él sacó inmediatamente su pasaporte para
demostrar su edad y así poder beneficiarse. Pero en la boletería la empleada le
cobró sin descuento.
-Señorita,
el señor tiene más de 60 años, mire bien su pasaporte -le reclamé.
-El
descuento es sólo para los coreanos -respuesta fría y sin disculpas de la sorprendida
empleada.
El
cuate mexicano, en vez de enojarse, sacó su libreta de notas para escribir la
experiencia. El aviso no informaba del beneficio exclusivo para los coreanos. Nuestra
conclusión fue: La información escrita en coreano no era para el extranjero
quien, supuestamente, no tiene acceso al hangul (escritura coreana) ni a la
lengua coreana.
Segundo Centenario de la Declaración de la Independencia
del Perú
El
Segundo Centenario de la Declaración de la Independencia del Perú se celebrará
en 2021. Habrá floridos discursos, espectáculos y fiestas en todas las ciudades
importantes. Pero, si no se deroga esta ley que obliga a los peruanos pagar el
18% en los hoteles con varias estrellitas, siendo la vivienda u hospedaje un
derecho básico, el peruano seguirá pagando el impuesto por haber nacido en
territorio peruano y por no haberse cambiado la nacionalidad. El peruano, así
maltratado, está destinado a dormir en hoteluchos, chozas, cuevas y hasta en la
intemperie. Y pocos peruanos recordamos la rebelión indígena de 1885 en Áncash
por el alza del tributo por ser indígenas.
La
historia oficial del Perú no menciona este suceso vergonzoso: El gobierno del general
Miguel Iglesias Pino (Presidente Regenerador del Perú) estaba con las arcas
vacías después de la humillante derrota en la Guerra del Pacífico (1879-1883).
El 23 de enero de 1883 promulgó la ley que obligaba la “Contribución Personal”
(Impuesto Personal) por semestre de un sol de plata (equivalía a 2 soles de
billete) a todos los indígenas de 21 a 60 años de edad. En Huaraz, capital de
Áncash (al norte de Lima), el prefecto Francisco Javier Noriega en 1885 duplicó
la carga tributaria semestral: dos soles de plata. Además, aumentó la gratuita labor
comunal llamada “república” para la construcción de camino, canal, templo,
cárcel, cementerio… Los alcaldes indígenas presentaron un escrito pidiendo la
rebaja; pero la respuesta fue cárcel y maltrato a los dirigentes. Pedro Pablo Atusparia
Ángeles y Pedro Celestino Cochachín De la Cruz (más conocido como Uchcu Pedro)
se alzaron en rebelión el 1° de marzo de 1885 que duró hasta el 29 de
septiembre de 1885. El ejército peruano, enviado desde Lima, derrotó a los
campesinos mal armados e hizo carnicería. ¡Qué tal independencia! ¡Qué tal
república!
En Cusco se habla castellano y quechua
Fuera
del mal momento al registrarme como peruano en el hotel Palacio del Inca, donde
sólo los extranjeros están exonerados del impuesto de 18%, comprobé la grata
realidad: Más del 80% de los cusqueños,
con quienes me encontré en la calle, aún hablan el quechua, nuestra lengua
nativa. Usé el quechua en muchos lugares donde estuve: hotel, mercado, oficina
de Migraciones (donde los funcionarios me mostraron el rostro humano al darme
el duplicado del reingreso al Perú por tierra), teatro municipal, restaurantes,
mercados, museos… Y nuestro guía en Machupicchu sabía quechua, castellano e
inglés.
No
olvidemos que después de la derrota de la insurrección de Tupac Amaru II (1780)
se prohibió no sólo el uso del quechua sino la práctica de los ritos no
cristianos, la lectura de “Los Comentario Reales”, la representación del drama
quechua “Ollantay”.
La
vigencia del quechua es parte de la atracción cultural de Cusco. Ojalá que se
siga estudiando y fomentando el uso de esta lengua en las escuelas, en los
hogares y en los medios de comunicación. La cultura nativa es nuestro orgullo e
identidad; por algo las fuerzas foráneas, cuando dominan, tratan de matarla.
Ya
estamos en el Siglo XXI, revaloremos al peruano y a sus manifestaciones
culturales protegiéndolos.