JORGE
ZAVALETA ALEGRE PERIODISTA
La integración latinoamericana multiplica sus voces. Abundan las cumbres, foros e investigaciones de instituciones académicas, financieras y de sus Estados que son convocados en grandes y/o pequeños bloques, tratando de superar o conservar sus diferencias o matices ideopolíticos.
La integración latinoamericana multiplica sus voces. Abundan las cumbres, foros e investigaciones de instituciones académicas, financieras y de sus Estados que son convocados en grandes y/o pequeños bloques, tratando de superar o conservar sus diferencias o matices ideopolíticos.
En este
esquema está siempre presente la Unión Europea, cuyos países han sacrificado
sus soberanías, a cambio de la paz, quebrantada por la barbarie de las guerras
mundiales. Otro referente es ASPA, que conglomera a los países árabes y América
Latina.
En
América Latina no han ocurrido felizmente guerras de la magnitud de Europa.
Será por ello que los procesos a favor de la integración no caminan con la
celeridad que sueñan las poblaciones, y que aún mantiene vaivenes del libre
mercado y desarticulación de los movimientos renovadores. Se vive una geografía
mutable, de un regionalismo cerrado a uno abierto con una multiplicidad de
esquemas, manteniendo la democracia como forma de convivencia.
En esa
diversidad de iniciativas destaca la Comunidad Económica de Latino América y
Caribe (Celac), que acaba de consolidarse en la Cumbre de La Habana, con la
presencia de 33 países miembros, y con un mensaje directo contra la tradicional
quietud de la OEA.
El
Mercosur, que a partir de los años 90 alentó un mercado común entre cuatro
países, ocupó preponderancia en el tratado de libre comercio propiciado por los
EE. UU., introduciendo las inversiones, con acuerdos complementarios en temas
ambientales y de la legislación laboral. Una nueva etapa se manifiesta con Alba
y Unasur, que representan una visión de integración con solidaridad y
cooperación.
Los
grupos integracionistas, desde el ala conservadora, alientan la idea de romper
con la lógica colectiva, cuando todos o la mayoría de los países asumen la
unión económica, la unión aduanera y exigen mayores responsabilidades sociales
para el capital transnacional. Es el caso de la Alianza del Pacífico, que
convoca a los países ubicados frente a este océano, queriendo hallar
coincidencias entre sus socios, fundamentalmente en el comercio, aunque en su
última cumbre se han pronunciado también por la seguridad interna y la lucha
contra el narcotráfico.
La
integración incluye el pragmatismo y la flexibilidad para sus socios, sin
romper con la solidaridad, que es la esencia de la Celac y Unasur. Valga la
ocasión para señalar que dentro de ese pragmatismo Colombia sigue la experiencia
integracionista del Ecuador en la frontera con nuestro país. Los presidentes
del Perú, Ollanta Humala Tasso, y de Colombia, Juan Manuel Santos, han
reafirmado su compromiso de atender con servicios de salud, educación, cultura
y recreación las zonas de frontera común.
Publicado: 20/02/2014