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Habla el escritor colombiano Plinio Apuleyo
Por Artola
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Entrevista a Cedro en Perú
Por Jorge Zavaleta
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"Hay que despenalizar las drogas, las recetas policiales han fracasado con el narcotráfico"
Por Artola
Hijo del abogado Plinio Mendoza Neira, Plinio Apuleyo Mendoza es, a sus 79 años, uno de los grandes escritores y periodistas colombianos de los últimos tiempos. Ha escrito centenares de artículos, es amigo personal de los escritores Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez y ha sido galardonado con numerosos premios y menciones. También ha ejercido como embajador de su país en Italia y Portugal. Actualmente, vive en Bogotá, donde ha presentado su última novela, Entre dos aguas
¿Cómo encontró Colombia tras su regreso desde España después de vivir tantos años en Madrid?
Con mucha inquietud, primero. Luego está el problema del narcotráfico, que es muy grave, y creo que requiere nuevas soluciones, como despenalizar la droga; yo soy totalmente partidario. Esa política de que se puede combatir por medios policiales en los países donde se origina, como es el caso de Colombia, no es suficiente porque sigue siendo un negocio extraordinario que mueve mucho dinero y, entonces, el narcotráfico se encuentra con dos grandes aliados: el consumo, que es creciente en todo el mundo, y el otro, que es la geografía.
La receta policial ha fracasado. Es un problema muy difícil de resolver porque Colombia tiene miles de kilómetros de selva que no están controlados porque no existe el Estado y no llega la policía. La salida de la droga hacia fuera es muy difícil de controlar. Y también está la compleja alianza que hay en esas zonas hoy entre el narcotráfico y la guerrilla, que se han convertido en aliados naturales y colaboradores en esta, digamos así, industria. La guerrilla se ha convertido en autónoma en términos financieros y tiene una potente capacidad económica. Mientras la industria del narcotráfico continúe, la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) también seguirá existiendo. Pero, aparte del conflicto, vivimos también el posconflicto, que reside en la difícil integración de aquellos que abandonan las armas y quieren regresar a la vida civil. Nuestro conflicto, que dura ya más de cuatro décadas, continúa y sigue presente en nuestra vida cotidiana. Además, considero que las FARC, pese a lo que se diga, no están derrotadas porque ahora combina varias formas de lucha: una es militar y otras son la política, la jurídica y la diplomática. El Estado sólo hace frente a la militar y la otra es muy efectiva, consigue a veces mejores resultados que la acción propiamente militar. Existe una operación en estos momentos distinta a la militar que se llama “Renacer”, que ha sido diseñada por el máximo jefe de las FARC, Cano, y que tiene una estrategia política que consiste en los milicianos bolivarianos, que son unos diez mil, y cuyo trabajo es esencialmente político, de control de la población. Incluso compran fincas con amenazas: se han acabado convirtiendo, por tanto, en un poder político y económico difícil de derrotar.
Son milicianos, pero aparecen como la población civil, y el ejército no sabe bien cómo actuar. Luego ha habido otros errores en el manejo de la guerra, como dejar en manos de la justicia ordinaria los asuntos relativos a los militares, donde se ve siempre al uniformado como al malo de la película y es tratado casi como un delincuente; ya hay tres mil militares detenidos por ese error cometido durante el mandato de Uribe. Habrá un 10 por ciento de militares justamente detenidos, pero una parte mayoritaria es inocente, lo que ha contribuido a la desmoralización del ejército y que muchas veces evite los combates para evitar problemas con la justicia ordinaria. Tengo, con estos elementos, una visión no muy optimista acerca del momento del país, que sigue viviendo ese conflicto sin que se atisbe el final del túnel. También creo que Santos puede caer en el error de que se puede abrir un diálogo político con la guerrilla para cerrar el conflicto, tal como hizo de una forma desafortunada el presidente Pastrana, y abrir una nueva era de negociaciones que no dará resultados, pues, como ya he dicho, las FARC no están derrotadas totalmente, como algunos piensan y quizá el mismo presidente pudiera pensar. La guerrilla está renaciendo, incluso está bien dotada porque el vecindario regional, Venezuela y Ecuador, les son favorables y las toleran abiertamente. Las FARC se han infiltrado en la sociedad civil y muestran una fortaleza absoluta a través de estas infiltraciones en todos los estamentos que antes no tenía. Incluso hasta en la justicia ya están presentes,
por no hablar de determinados medios, como la revista Semana.
¿Comparte el análisis negativo y la decepción de algunos con respecto al primer año del presidente Juan Manuel Santos?
Santos es muy diferente a Uribe. Uribe era muy vertical y no hacía concesiones, como hizo cuando condenó a Venezuela por su connivencia con la guerrilla, mientras que Santos es muy distinto: es un hombre más político y, sobre todo, un gran jugador de póquer. Traslada esa habilidad a la política. Es un hombre muy hábil, sabe muy bien lo que se trae entre manos, y busca apoyos para lograr llevar a cabo su proyecto. Son dos formas muy distintas de concebir el poder. Creo que el único aspecto en que puede haber fallas en su proyecto es en el asunto de la seguridad, que quizá se está descuidado, y porque la guerrilla está apareciendo en zonas donde antes no estaba; esa situación puede hacer creer a la gente que se está perdiendo esa batalla y que las cosas se están torciendo con respecto a la época de Uribe, que fue muy exitosa. Ese problema puede presentarse para Santos.
Ahora hay asaltos, delincuencia, guerrilla... y la gente percibe que se ha descuidado la seguridad, a lo que se le viene unir la difícil situación económica, que se agravó por el temporal invernal que golpeó duramente Colombia.
Más información en la edición impresa de Cambio16 / Número 2068
Jorge Zavaleta Alegre, Martes, 20 de septiembre de 2011
EL NARCOPODER EXIGE UNA LUCHA INTEGRAL
La receta policial ha fracasado dice Plinio Apuleyo Mendoza respecto a la lucha colombiana contra el narcotráfico. Amigo personal de los escritores Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez vive en Bogotá, y acaba de presentar su última novela, “Entre dos aguas”.
El escritor dice también que la droga es un problema muy difícil de resolver porque Colombia porque tiene miles de kilómetros de selva que no están controlados porque no existe el Estado y no llega la policía. La salida de la droga hacia fuera es muy difícil de controlar. Y también está la compleja alianza que hay en esas zonas hoy entre el narcotráfico y la guerrilla, que se han convertido en aliados naturales y colaboradores en esta, digamos así, industria, comenta la entrevista que publica Cambio16.
Así piensa un gran sector de colombianos. También de mexicanos y peruanos azotados por la violencia y en todo país por el cual recorre la droga. El dogma liberal ha muerto o está moribundo. El libre mercado no resuelve nada, sino existe como contraparte la democracia económica, social y política. La crisis financiera, el creciente consumo de drogas y su aliado el narco poder, comprometen sobre todo a las más grandes potencias del planeta, pues esta dura realidad reclama estrategias conjuntas e integrales.
“Se trata de una batalla en la tierra y no el azul cielo. Significa que la lucha implacable contra el crimen organizado involucra a los paraísos fiscales de Europa y de América Central, porque el poder de la industria de la cocaína crea una estrecha relación entre productores de la materia prima, una base financiera para la comercialización y mecanismos que faciliten el lavado del dinero”, señala Cedro en una amplia investigación presentada con motivo de su vigésimo quinto aniversario de trabajo en la prevención desde una perspectiva ética del desarrollo, la inclusión y los derechos humanos.
Carmen Masías y Alejandro Vasilaqui, directores fundadores de esta organización, enfatizan en un estudio titulado “Una mal llamada guerra perdida”, que la corrupción de los funcionarios públicos y el delito de los políticos, pasa por una real reforma del Estado para conseguir trámites ágiles y transparentes, procesos y respuestas a distintas coyunturas y tiempos.
También revela que a principios de este año la SBS informó que el lavado de activos superó los $3,460 millones, provenientes de diferentes actividades delictivas. Igualmente, señala que diversas poblaciones campesinas que optan por la legalidad, pueden y ser y son referencias de una acertada vía de desarrollo, porque después de la erradicación de cocales han participado en programas continuos de educación, salud, recreación sana, capacitación para el trabajo. Trágicamente, el Perú, en el continente americano, continua siendo el mayor exportador de cocaína y marihuana y hoy también fabricante de las drogas sintéticas, negocio que hasta poco pertenecía a laboratorios del primer mundo. “La criminalización del consumo de drogas, que nunca ha sido el caso del Perú ni de la mayoría de países de América Latina, demanda una aproximación más humana frente a la dependencia a las sustancias, capacitación para la gestión y para las nuevas formas de tratamiento y reinserción social”. Los Países Bajos y Suecia que, en cierto modo, alentaron el libre consumo de la droga, han decidido endurecer su política cuando la permisividad condujo a exagerados niveles de consumidor es. Y en América Latina no existen razones para negar que el consumo de la droga también es una cuestión de salud pública, al mismo tiempo que se disminuye las parcelas de producción de cocales. “Es inobjetable que el crimen organizado debe ser reprimido y creer que la liberalización del consumo de droga traería el respectivo desplome de los precios: En el Perú un cigarrillo de pasta de cocaína cuesta $10 centavos y un kilo de cocaína 500 dólares, precios que tan bajos que alimentarían los excesos del narcotráfico y la violencia. El correlato del gran negocio está en los consumidores de las grandes urbes”.
Otro elemento poco difundido es la naturaleza de la marihuana que por efecto del proceso transgénico de dos décadas es mucho más potente y peligrosa para la salud, más cancerígena que el tabaco. Una investigación de la Universidad de Medicina Cayetano Heredia, revela que las harinas de coca provocan desnutrición o muerte de los animales, como una respuesta a la "Asociación Peruana de Promoción de esta planta nativa”.
En el 2010, según mediciones de la ONU, hay 61 mil hectáreas de cultivos. Y en todas las localidades productoras existe potencial para los cultivos alternativos, como el caso de las comunidades del Huallaga Central. Se calcula los campesinos cocaleros representan más de 40 mil personas con ventajas frente al cultivo legal de otras plantaciones. En consecuencia, diversas organizaciones comprometidas en la lucha contra el contrabando coinciden en una necesaria y prudente espera a la dinámica que siga el programa anunciado en el Congreso, por el premier y el director de Devida que ha sido ratificado por el Presidente Ollanta Humala.
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