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sábado, 2 de abril de 2016

La cultura flamenca en Sudamérica y la violencia en Europa




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JJJordaens, el pintor flamenco olvidado

http://diario16.com/los-atentados-de-bruselas-revelan-fallos-en-la-proteccion-de-la-union-europea/

Jorge Zavaleta Alegre

Hay muchas víctimas, se ha hecho mucho daño y se ha podido hacer. Europa, en cuanto a la lucha contra los que deciden atentar contra la vida de las personas, el Viejo Continente  no puede presumir de ser el primer mundo, señala Ricardo Lenior, del  Diario16 de Madrid, cuando analiza  la violencia registrada en marzo último en  Bruselas, que evidentemente  requiere  de protección en su condición de capital  de Bélgica, país sede de la Unión Europea, además de Estrasburgo, que acogen a la Comisión Europea, el Consejo Europeo, Consejo de la Unión Europea, el Parlamento Europeo, además del Cuartel General de la OTAN,  

 Lenior recuerda,  por ejemplo, que ha sido de gran utilidad en España lo realizado en la lucha contra ETA y ahora contra el terrorismo islámico. Y hay algo más: la coordinación entre si de las policías europeas y los respectivos servicios de inteligencia de los países miembros, además de contar con los servicios de Estados Unidos que tanto ha ayudado en la lucha contra las organizaciones terroristas como en el caso de España ETA e incluso los propios de la OTAN.

El Diario16, señala también que en la Unión Europa existe una organización policial, EURPOL, y algunos órganos de inteligencia. Pero como en otros casos semejantes, la seguridad, los estados se reservan su campo de acción y sobre todo de decisión. Francia, por ejemplo, colabora con España en la lucha contra ETA, en los últimos años eficazmente, y con Alemania. Otros países lo hacen según su idea de compromiso o intereses, pero no existe una acción unitaria de la Unión Europa en la lucha contra el terrorismo.


En efeccto, la violencia en Bruselas, nos lleva a recordar el proceso de la globalización en el siglo XXI,  que motiva la revisión de la historia de América con respecto al Viejo Mundo y a otras regiones del planeta en la edificación de las actuales democracias. La reflexión se refuerza con la investigación sobre la presencia flamenca en Sudamérica colonial, del economista, profesor y regidor municipal de Lima, Eduardo Dargent Chamot.


Flandes es una de las tres regiones de Bélgica actual. Durante la Baja Edad Media, las ciudades comerciantes (Gante, Brujas e Ypres) hicieron de Flandes una de las regiones más urbanizadas de Europa, tejiendo lana de las tierras vecinas, fabricando tejidos tanto para uso doméstico como para la exportación.

Hoy Bruselas combina su condición de sede de la Comisión Europea y de otros organismos internacionales, y Flandes cuenta con 300 municipios en 5 provincias.

Esta región concentra la mayor parte de la riqueza nacional de Bélgica, con la mayor tasa de exportación per capita en el mundo y con más de la mitad de la población total belga. La presencia en Sudamérica de la cultura de los flamencos es un tema que revela huellas sobre sus aportes y las luchas realizadas por la corona española en contra de los protestantes.

Los flamencos, apreciados desde las profesiones, oficios y labores, se desarrollaron en territorios sudamericanos entre los siglos XVI y XVIII. Llegaron a ocupar lugar importante en los puertos de Sevilla y Cádiz, dedicados al comercio con las Indias.

Conquistadores, marineros y corsarios, jueces, alcaides, gobernadores y virreyes, misioneros, profesores y artistas, inquisidores, artesanos y mercaderes, así como cirujanos, mineros, editores y confeccionistas sirvieron en múltiples lugares de América, participando en la construcción de la identidad hispanoamericana.

La proyección flamenca en la cultura sudamericana procede de frailes ilustrados que seleccionaron los Habsburgo, de formación germánica y humanista, incluyendo pequeños poblados de nativos.

El aporte de Diego de la Puente a la pintura peruana fue la introducción del tenebrismo, un estilo que resaltaba las figuras humanas en colores claros con los fondos oscuros, cuyas obras permanecen en lugares como Juli, Trujillo, La Paz, Santiago de Chile y Cusco. A su vez, el jesuita Jean Raymond Connick fue el primer profesor de matemáticas de la Universidad Mayor de San Marcos, autor de los planos para las murallas de Lima.

Los artistas y artesanos de Flandes también destacaron: Juan de Bruselas, fabricante del primer sello oficial de Lima y ensayador en la Villa de Potosí; el jesuita Egidino, constructor de la iglesia más bella del Cusco; además, músicos como Louis Vaisseau, quien ayudó a las misiones del Paraguay enseñando música.


Con todo ello, podemos decir que el flamenco fue el pueblo europeo no ibérico que durante la Conquista y el Virreinato contribuyó más al desarrollo de la América del Sur española, con los aportes en la propagación del humanismo, comercio e industria.  

La princesa Astrid de Bélgica en su visita al Perú y Colombia en el 2014, remarcó  su interés por  la educación, a través de la cooperación con la Universidad Nacional Agraria, que incluye el viaje de más  de 100 alumnos para proseguir los proyectos de investigación en el desarrollo agropecuario.

La princesa Astrid, hermana del actual rey belga, Felipe, ha viajado a diversos países visitando proyectos de desarrollo belgas. En el año 2010, viajó a Mozambique y Burkina Faso, en África, para conocer los proyectos de lucha contra el Sida; en el año 2005 visitó Sri Lanka y Tailandia, en Asia, para estar al tanto de los proyectos de reconstrucción de las regiones devastadas por el tsunami ocurrido en el 2004. Asimismo, ha contribuido con diversas misiones humanitarias, económicas y científicas, Ha  ejercido la presidencia  de la Cruz Roja de Bélgica y de la Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer, entre otros.

LA VIOLENCIA


Sobre los recientes sucesos  violentos  ocurridos en marzo del 2016, en la capital Belga,  el  diario de Bruselas Le Soir, publica las opiniones de  los miembros de la alianza LENA,  Françoise Schepmans  (Movimiento Reformador, Molenbeek) y a Marc-Jean Ghyssels (Partido Socialista, Forest).

Ambos consideran que desde los atentados de París, se vive en la inmediatez. Hay que garantizar la paz ciudadana, responder a los medios de comunicación, estar en varios frentes a la vez. Señalan que se ha notado un sentimiento de tristeza respecto a los atentados, porque los terroristas proceden del municipio, y se ha señalado a los habitantes de Molenbeek.

Existe cierta inquietud desde fuera en cuanto al modo en que se ve el barrio. El temor es que Molenbeek se convierta en una etiqueta, como cuando se habla del Bronx de los  EEUU. Es una etiqueta que a los ciudadanos les resultaría difícil soportar. Había una alegría de vivir que ha desaparecido: la gente va al mercado, pero sonríe menos, se palpa una tensión casi permanente. Creo que todo el mundo se pregunta cuándo volverá a suceder.  

La alcaldesa de Molenbeek, Françoise Schepman,  afirma que todos tenemos la misma voluntad, pero vivimos en la realidad. Hay que tomar medidas de seguridad. Preferiría invertir en otra cosa, pero es un mal necesario. Y, por el momento, andamos escasos de recursos.

"Todos deseamos que lo inevitable no suceda. Yo creo que hay redes activas en Bruselas y en otras ciudades. Es un fenómeno que afecta a toda Europa. Hay que desmantelar esas redes. El caso de Abaaoud y de los hermanos Abdeslam es indicativo del peligro que suponen estos individuos que, en el transcurso de unos meses, se han convertido en gamberros, luego en delincuentes, luego en radicales violentos y, al final, en terroristas. Contra eso, es sobre todo el Gobierno federal el que debe actuar junto con las fuerzas de seguridad, la justicia y los servicios secretos.

El fundamentalismo arraigó, sobre todo en Molenbeek, durante la década de 1990. Se observó entonces una reafirmación cultural y de la identidad que, tras el 11-S, se convirtió en un repliegue comunitario y religioso cada vez más acusado. Lo vimos sobre todo en el ámbito público, un discurso fundamentalista que se fue propagando y que algunos banalizaron; no nos dimos cuenta de la peligrosidad de los mensajes que se difundían en algunos lugares. Eso en lo que concierne al aspecto religioso. Aparte, está la integración.

Durante la década de 1990 existía un tejido social que permitía integrar a los recién llegados, pero no había una voluntad de emancipación mediante la formación o la educación. Tanto los responsables políticos como los agentes culturales, sociales y económicos descuidaron las políticas de participación de los recién llegados. Algunos de ellos negaban la realidad, mientras que otros consideraban que, como con los demás inmigrantes, las cosas sucederían de forma natural.

 No se trata de un problema bruselense ni belga. Afecta a mucho más que el mundo occidental. Hay varios factores: el socioeconómico, la banalización de la violencia, de la muerte. Hay gente que se hunde en la miseria, y no se le ofrece ninguna perspectiva de futuro. Yo me he encontrado con este problema en mis barrios: hace cinco o diez años, podía tener algún contacto con los jóvenes que no hacían nada de provecho….

En Francia tienen el mismo problema. La única diferencia es que, en su caso, sucede en la periferia, mientras que aquí ocurre en el centro de la ciudad.
¿Qué hacemos?.  La pregunta atormenta a los dos alcaldes. Al unísono, el socialista y la liberal abogan por unos colegios más adaptados a la realidad bruselense. “Antes defendía a la comunidad francesa y decía que la enseñanza francófona tenía que ser igual, desde Bastogne hasta Molenbeek”, recuerda Françoise Schepmans. “He cambiado de opinión: hay una especificidad bruselense, y por tanto, tiene que haber una enseñanza adaptada. Tiene que ser más práctica y más accesible para los jóvenes que viven en Bruselas”.

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