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martes, 8 de marzo de 2016

“Inútil es decir que te he olvidado”: las crónicas del “Chema” Salcedo


Por Jorge Zavaleta Balarezo
Conozco a José María “Chema” Salcedo hace exactamente veinte años. Sí, fue en 1996 cuando tuvimos nuestra primera conversación en su oficina, en San Isidro. Desde entonces, estas charlas y encuentros se han multiplicado, hemos compartido mucho sobre cine, él que es un hombre de cine, actor y director, y yo que, aunque lo soy, nunca me presento como crítico.
La pluma ágil, fresca, veraz del “Chema” está de retorno en “Inútil es decir que te he olvidado”, que según él me cuenta, fue el título de un vals muy popular de Lucha Reyes, símbolo de la música criolla, con letra del poeta Juan Gonzalo Rose y arreglos de Víctor Merino.
A diferencia de su anterior libro de relatos, “Ruidos”, el que comentamos ahora parte de una definición sustancial por parte del autor: se trata de recuerdos, a veces confusos, de cosas que vivió o creyó haber vivido y de situaciones insólitas que van más allá de su propio entendimiento.

Autor de obras polémicas como “Las tumbas de Uchuraccay”  y “El libro de las sospechas”, el “Chema” Salcedo mantiene un estilo puntilloso en los detalles, a veces tocado por el humor, otras por lo increíble de la situación. Y conserva, en su mirada personal, un escepticismo sobre nuestro país, al que vino muy pequeño, a los cuatro años, y que conoce bien en sus carencias, en sus riquezas y también en otras facetas culturales. Por este libro es que nos enteramos que José María fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica (FEPUC), en 1969, cargo que lo llevaría a la militancia política.

El núcleo de “Inútil es decir que te he olvidado” está constituido por historias que pueden sonar extrañas o simplemente increíbles. El criterio de verosimilitud no puede aplicarse al cien por ciento. Y es que el “Chema” es, ante todo, un inteligente escritor que, como todos en este gremio, jugamos al juego de la realidad y la ficción y de entremezclarlas. Hemingway, García Márquez, Vargas Llosa, Italo Calvino hacen lo propio en sus libros, solo nos ofrecen un bocado y ya estamos atrapados en la obra.

En este libro ameno y curioso, José María  cuenta dieciocho historias, algunas referidas a su padre y a su madre, a quienes recuerda con un expresivo  cariño y ello se traduce en el texto. Otras son historias de amores que no se consumaron o ingresaron a un camino confuso. Hay historias de espías, también, como la de Erick Danós donde se advierte la influencia de Graham Greene y John Le Carré, aunque, a diferencia de ellos, el “Chema” Salcedo sabe insuflar humor a estas historias.

Historias que se pierden en la memoria, en los recovecos de la mente, historias que se producen en escenarios como el Museo del Prado, Bruselas, Samarkanda. Recuerdos, ahora tal vez lejanos, de mujeres en situaciones que a veces parecen detectivescas. Un relato sobre Julio Iglesias tiene un trasfondo trágico. Otro sobre un hombre que se parecía a García Márquez también posee este ingrediente, que se subsana con la resolución de la trama.

Dice el “Chema” en su primer relato, “Lágrimas de otoño”: “Y lo dejo ahí, ahí se queda ese recuerdo, antes de que me ponga a discernir qué parte es la del recuerdo propiamente dicho, qué imaginación y qué parte es la de la necesaria estética que este escrito debe tener” (p.11).

Al final, no lo sabemos, las crónicas, los recuerdos, tal vez los más lejanos se reactualizan, reescenificándose. Como decía García Márquez en sus memorias, no es la vida que uno vivió sino como la recuerda. El “Chema” practica un estilo muy visual, atento a los hechos que discurren como parte del relato, y a la frase irónica.

De hecho, esta influencia viene del cine al que sigue no solo como un apasionado sino en la práctica. Autor de las películas “Asháninka”, “Amazónico Soy” y “Aita”, esta última dedicada a su padre y en el contexto de la Guerra Civil española, José María Salcedo siempre tiene y desarrolla proyectos que hace realidad con mucho entusiasmo. En “Inútil es decir que te olvidado” logra consolidar otra obra sugerente. En este libro, breve y lleno de anécdotas, hay lugar para vidas como las del gato Montag o la mamá de Quiroga. Finalmente, imaginación y verdad, en la obra de un periodista que ha trascendido los medios de comunicación masiva y ha logrado componer una obra original, de la cual este libro es, por ahora, la más reciente parada.


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