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lunes, 19 de enero de 2015

TERRITORIO SIN LÍMITES COMO ESPACIO DEL ANONIMATO

http://www.mimp.gob.pe/webs/mimp/biblioteca_dvmpv/inicio.html
Maribel Alatrista Flor, Master  Ciencias Sociales
*En el Perú persiste un acelerado proceso de redefinición de los territorios o "no lugares".  *Los distritos se subdividen, empezando por  donde operan las mineras  transnacionales. *La poblacion aguarda  el momento más adecuado para hacer valer su pertenencia a la región. El empleo mejor remunerado y la educación de calidad son demandas crecientes.

La presente investigación es una descripción de un problema limítrofe en un territorio que abarca la frontera del distrito de Acora (Puno) con el distrito de Carumas (Moquegua). 

En estos lugares hay fronteras previamente existentes, pero parece que diversos intereses políticos y económicos, especialmente en cuanto la minería, conducen a que no quisieran mantener los límites tal como existen.

Pasto Grande, es el territorio en disputa, allí se han asentado diversos pobladores, los que atraídos por el boom minero, permanecen en este lugar y aguardan una oportunidad, para obtener el Documento Nacional de Identidad, instrumento que utilizan para hacer valer su pertenencia a la región con más recursos y así, obtener un empleo y educación para sus hijas e hijos. 


En este contexto, hay aspectos de las relaciones sociales representadas y simbolizadas en un pequeño grupo que bajo el neoliberalismo del Estado y la distribución de la parte de la renta que pagan las mineras transnacionales, redefine un espacio antes apenas utilizado por la población. 

Esta redefinición de acuerdo a las nuevas circunstancias históricas convierten a una zona limítrofe no definida en algo que se puede subsumir bajo el concepto de "no lugar" de Marc Augé. 

Es que el territorio indefinido para la población escasa se convierte en un espacio "no lugar" entre dos regiones, entre las cuales se debate el control del espacio. No son los pobladores que deciden, sino las autoridades regionales, y más allá de ellas la autoridad nacional. Los pobladores con doble identidad asentados en este territorio, optan por asociarse con uno u otro gobierno regional interesado en controlar el espacio (por la renta esperada en función de la minería) y, se subordinan a los intereses de los actores superiores de acuerdo a los intereses de ellos.

Si bien el conflicto alrededor de este lugar no ha terminado, es previsible que los pesos políticos de ambas regiones frente al gobierno nacional definan el resultado de la contienda. Así el "no lugar" nuevamente se convierte en un espacio indefinido, en cuanto a las regiones actores, ya que no son ellos que deciden, sino la autoridad nacional, a base de consideraciones ajenas a los intereses de los habitantes locales, de las autoridades regionales, y quizás incluso las nacionales, ya que son las opciones del capital transnacional que finalmente definen el destino del "no lugar". 

OBJETIVO GENERAL
El objetivo general del trabajo es la descripción de relaciones sociales que involucran un territorio en la vertiente occidental de los Andes, originalmente habitado por poblaciones de pastores y campesinos. Sin embargo, como la vertiente occidental en ésta zona es semidesértica, la población original siempre ha sido y sigue siendo bastante reducida. 

Pero el territorio es objeto de intereses de grupos sociales de otro tipo que no se originan allí, sino que tratan de controlarlo con fines económicos. Uno de estos grupos son mineros, y otro son políticos de Puno y Moquegua. 

El interés de los mineros se deriva simplemente del hecho que hay minerales en el subsuelo, cuya explotación generaría una ganancia para una compañía minera. El interés de los políticos a su vez tiene la finalidad de obtener una renta minera por la concesión y las ganancias de las compañías mineras. Esta les permitiría enriquecer a los gobiernos regionales y por la distribución del canon minero generar lealtades políticas.  A su vez, la oportunidad de obtener beneficios por el canon minero mueve a poblaciones a migrar esta zona y asentarse en estos territorios.

MARCO TEÓRICO

Los pueblos en la vertiente occidental de los Andes entre las alturas de la puna y los valles Moquegua tienen características muy diferentes entre ellos. Por un lado hay en la puna pueblos que viven básicamente de la crianza de ganado. 

Dada la precariedad de la precipitación de agua en la zona, el pastoreo depende por un lado del crecimiento de pastos por precipitaciones pluviales ocasionales y por otro lado de la filtración y del aprovechamiento de aguas  a causa de que los glaciares en las montañas que se van descongelando.

Ambas formas de crecimiento de los pastos produce alimentos muy exiguos; por lo tanto, los pueblos tienen un patrón de ubicación en la superficie terrestre altamente dispersa. Los hatos de los ganaderos son reducidos y muy frágiles y los mismos pastores tienen que dedicarse a lo que Núñez y Dillehay han llamado “movilidad giratoria”. Es decir que van con pequeñas caravanas desde la puna hacia los valles y buscan los pueblos de campesinos, con los cuales tienen relaciones de larga duración de tipo espiritual pero no se producen relaciones de parentesco real entre pastores y campesinos.

Los pueblos de los campesinos a su vez son determinados por la cantidad exigua de agua de la cual disponen. Prácticamente no hay cultivo posible en estas zonas que dependería de la lluvia como en las comunidades más al norte. Es decir, los campesinos necesariamente dependen de la irrigación artificial con las pocas aguas que hay, las cuales provienen más del deshielo de glaciares y en muy pocos casos de lluvias. 

Este hecho conduce a que el calendario de los cultivos es diferente de los pueblos más norteños. No dependen tanto de la época seca y de la época húmeda, sino de la intensidad de la irradiación solar que contribuye a los deshielos de los glaciares. De todas formas, si bien el período de cultivo puede ser más largo que en pueblos con una agricultura de secano, en realidad sólo permite extensiones muy limitadas de cultivo, y por lo tanto los pueblos se ubican casi en las riberas de los ríos con canales muy cortos que llevan el agua a sus chacras. Hay poca cooperación entre ellos y no hay lo que Murra llamaba el archipiélago vertical.

 "Comunidades de pastores  y campesinos
son manejados por fuerzas externas"

El aumento de la población tiene pocas posibilidades de ser solucionado en estas tierras irrigadas. De esta forma también los campesinos tienden a buscarse trabajos de otro tipo, especialmente en minas o en los pueblos costeños. En este sentido también los pueblos de los campesinos son débiles, tienen poca posibilidad de presión política, sino dependen de la existencia de minas y su búsqueda de mano de obra o de la disponibilidad de trabajos eventuales en la costa. Esto hace que tanto las comunidades de pastores, como las de campesinos con sus territorios y pueblos, se prestan a ser manejados por fuerzas externas, que, como vamos a ver, son básicamente mineros o políticos.

Tomamos como punto de partida para la comprensión de la secuencia de acontecimientos, el escrito de Marc Augé sobre “Los No Lugares”. La antropología que surgía en el siglo XIX tenía claramente una lógica que se anclaba en el mismo colonialismo del cual formaba parte. Los poderes coloniales habían conquistado espacios, en los cuales vivían poblaciones que tenían una larga historia con los lugares, y se dedicaban a estudiar las poblaciones en estos lugares, que eran espacios con una naturaleza y unas particularidades orográficas, de superficies que estaban claramente identificables. 
 
En Puno, abundan espacios para poner en valor
Augé observa concretamente que esta coincidencia entre lugares geográficos y poblaciones estudiadas por los antropólogos en el presente perdía cada vez más sentido. No es solo que se estudiaba ahora poblaciones que formaban parte de un lugar (ciudad) que congregaba grupos diversos, sino estos grupos migraban, dejaban lugares y frecuentemente sus actividades ya no tenían elementos específicamente ligados con lugares. 

De esta manera, grupos sociales sin referentes de lugares específicos que hubieran sido factores importantes para comprender a las culturas de los grupos para él, eran grupos que no tenían una relación con una ubicación específica en la superficie terrestre. Todo lo contrario, estos sitios por los cuales deambulaban sin que los lugares específicos hubieran tenido una importancia particular para el desarrollo histórico de los grupos humanos los calificaba como “no lugares”. De esta forma los grupos, sus culturas, las especificidades ecológicas de las regiones se desvinculaban por completo. Esta tendencia le llevó a hablar de “no lugares” para tales grupos desvinculados, grupo, cultura, región, etc.

El texto de Augé sobre los “no lugares” ha sido interpretado por muchos lectores como una referencia para una “posmodernidad” o una “sobremodernidad”. Es difícil calificar este texto en referencia a lo que algunos titulan “modernidad”, ya que esta es una palabra que se refiere a un presente. En la época de la globalización los presentes son múltiples y difieren ampliamente de acuerdo a las condiciones históricas en las cuales se dan. 

Augé probablemente tenía ciertas ideas sobre la “actualidad” sobre la cual escribía. Probablemente no conocía la superposición de actualidades disímiles que tipifica el ámbito entre Chile, el sur-peruano y Bolivia. Es que en este espacio, y este es el tema del estudio, interactúan grupos sociales que parten de una historia muy compleja a partir de condiciones sui generis. No son sólo los habitantes de un lugar con una actividad económica, sino son actores que en muchos aspectos actúan en este espacio, pero sus razonamientos, sus lógicas en el ordenamiento de sus actividades parten de realidades muy diversas. No parten de la zona que está en el centro de lo descrito, sino se ubican en la lógica económica de un mercado internacional de minerales, los valores adscritos a estos minerales y sus formas de extracción. En este sentido la lógica es una lógica de un no lugar. 

El espacio concreto sólo incide en cuanto la lógica de la extracción y del mercadeo de minerales que abstractamente toma una forma en él. Y la lógica de los extractores se realiza en un “no lugar”. Es más, los mismos actores probablemente persiguen los fines originados en los métodos específicos de extracción y su voluntad de generar una ganancia en una serie de sitios y evalúan todos estos sólo en términos de la lógica minera. Sus habitantes son prácticamente inexistentes o sólo un factor que puede causar costos adicionales o disminuir costos de acuerdo a su comportamiento frente a los procesos extractivos.

Casi lo mismo se puede decir sobre los actores políticos que actúan de acuerdo a una idea sobre rentas que para ellos surgirían de la actividad extractiva. Su lógica es rentista ligada a la actividad de la minera extractora. Poco les interesa si parte de esta renta es distribuida de acuerdo a la ley y las poblaciones sobre las cuales tienen control, ya que su fin, es su capacidad de ejercer poder, obtener rentas, y hacer crecer su poder por una repartición de rentas. 

En este sentido ellos también actúan en un no lugar. Si bien los habitantes estarían ligados a la repartición de una parte de las rentas que exige la ley, no importan las poblaciones concretas, y en este sentido son anónimas, su actuación tiene una lógica que no está relacionada con la población, sus vidas, sus necesidades, sus formas de hablar, las relaciones sociales entre ellos. El espacio en este sentido es un “no lugar” para ellos. Ahora, estas dos formas de “no lugares” para cada uno de los actores son abstractos. Sus lógicas no coinciden. La de las empresas es completamente diferente y se originan en circunstancias y lógicas que sólo en cuanto a la renta obtenida se relaciona con la lógica de los políticos.

Al respecto, si bien el proceso en su totalidad es un proceso observable, la lógica de los actores tienen que ser comprendidas y descritas como lógicas interconectadas, ya que el todo es simplemente la superposición de “no lugares” de por lo menos tres grupos de actores.

En el presente estudio se ha ubicado un espacio en la vertiente occidental de los Andes centro-sureños, al cual se refieren las actividades de los tres grupos, pero su relación con el espacio es sólo en cuanto a los habitantes mismos, algo que tiene que ver con una larga imbricación entre sus actividades, sus relaciones familiares, los animales o territorios que controlan. Para ellos el espacio es un “lugar que es parte de su historia”, para los otros actores esta imbricación no importa ni en lo más mínimo, salvo como un factor que puede generar costos y por lo tanto, mermar sus rentas. 

Es más complicado por los políticos, ya que hay dos grupos con lealtades para con poblaciones que se están debatiendo el control del no lugar. Pero estas poblaciones son grupos sociales de espacios mayores que no tienen mucho que ver con los inmediatamente afectados por los actores mineros y los actores políticos. Es la población local la que tiene importancia para los actores mineros o políticos, pero esto es una ficción. Es en este sentido, que las ideas de Marc Augé parecen ser aplicables de una forma múltiple. El espacio real es para los actores mayores, un factor que facilita o problematiza sus acciones de manera abstracta, pero no de manera concreta.

Igualmente, las actitudes de la población local en última instancia no dependen de las relaciones duraderas que han desarrollado para con el espacio, sino de beneficios que podrían obtener en los esquemas de acción de los otros actores. Entonces, la población históricamente ligada con el lugar deja su historicidad y se vincula, como mano de obra potencial, o como receptores de la distribución de una renta minera, con los actores en sus “no lugares” específicos. De esta manera, hasta la población lugareña se convierte en un actor que desarrolla relaciones más importantes con la gente para la cual el espacio es un “no lugar” que con la historia que ellos han creado en esta parte de la vertiente occidental.

Efectivamente esta situación acelera las interacciones de una manera que interconecta a los actores, pero ninguno de ellos comprende la totalidad de lo que está aconteciendo. Cada uno actúa según su lógica y percibe los otros actores como factores anónimos en sus esquemas. Entonces la superposición de actividades de actores anónimos relacionados con un “no lugar” que para todos ellos deja cada vez más su característica de “lugar” para volverse parte de una lógica que de una forma similar se podría dar en sitios muy diversos. Ni es necesario que sean lugares andinos. Las lógicas de todos se relacionan con “dinero” que se desliga de los esquemas y por cierto incluso el dinero se convierte en algo que adquiere una realidad de características relacionadas con sus vidas que no están interrelacionadas. Así que los “no lugares” están conectados con un elemento de valor “no específico y diferente”.

Por cierto que esto no se deja relacionar con la antropología original. Es una situación nueva contemporánea, moderna, que en cuanto combina grupos de actores con lógicas diversas podría ser considerado “postmoderno”, ya que la modernidad original suponía una coherencia mayor entre los actores, sus ideologías y la lógica del espacio.

Pero habría que preguntarse si es realmente algo “después” del mundo moderno y si no es más bien simplemente globalizado y moderno, en el sentido que ya las formas tempranas de modernidad conducen a lógicas que sólo se relacionan por medio de “elementos compartidos” pero no la coherencia que caracterizaba las sociedades premodernas, en las cuales los actores se relacionaban en dimensiones múltiples y se percibían en esta multiplicidad. Son actores diferentes que sabían en algo de su existencia y de sus necesidades. 

HIPÓTESIS DE INVESTIGACIÓN
H1: Las actividades mineras ubicadas en territorios sin límites y con una escasa población originaria, crea relaciones sociales complejas, que en buena cuenta son ajenas a la historia social y cultural previa del territorio. Surgen conflictos de toda índole, cuya racionalidad se origina en sistemas políticos y económicos casi desligados del territorio concreto. A mayor actividad extractiva minera mayor conflicto entre las partes. Esto conlleva a la politización y juegos de poder en el territorio, convirtiéndolo en un espacio en disputa. Cómo la lógica tiene características desligadas de la población previamente existente en la zona nos parece posible describirlos utilizando el discurso sobre los “no lugares” de Marc Augé.

H2: El boom minero y los ingresos por canon en estos últimos años, aceleraron los procesos de migración de pobladores. En ello se cede territorios, lo que sólo es posible previa consulta a los pobladores asentados en el territorio en disputa.

H3 Los pobladores que viven en territorios en disputa tienen mayor probabilidad de variar en mayor grado, su modelo de organización comunal que los pobladores que viven en zonas delimitadas con una formación social más asentada.

BIBLIOGRAFÍA

Arellano, J. (2011): ¿Minería sin fronteras? Conflicto y desarrollo en regiones mineras del Perú. Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto de Estudios Peruanos.
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Huaman, L. (2012): Medios de comunicación en conflictos socio-ambientales: Tratamiento periodístico del conflicto socio-ambiental Quellaveco. PUCP. Lima.
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 http://www.mimp.gob.pe/webs/mimp/biblioteca_dvmpv/inicio.html

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