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lunes, 28 de abril de 2014

Las bodegas siempre estarán en la memoria de las ciudades. Gana Mas la moderna revista de los empresarios





Una corporación cervecera que lidera el mercado latinoamericano se ha propuesto beneficiar a más de cuarenta mil bodegueros y sus familias, en Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Panamá y Perú, con un programa de emprendimiento. Algunos medios han criticado la iniciativa indicando que estos establecimientos venden sus productos a mayor precio que los supermercados, apreciación más subjetiva que real.

La preocupación de la SUNAT  debería incidir más en la capacitación de los tenderos y no en la fiscalización compulsiva de  una actividad  de  vital importancia en la configuración y estabilidad del barrio, del vecindario, más aún con la intensa migración interna que nos indican  el  censo del 2007 y las proyecciones  del INEI.

Los supermercados se abastecen con una mayor diversidad de productos y en volúmenes para un comercio mayoritario y pagan precios muy bajos a los productores del campo. Sus costos de operación son sin duda altos por  la administración y el pago de salarios. El  supermercado, concebido socialmente  como un no lugar, requiere de un trasporte, que es otro costo,  para abastecerse, generalmente, para  una semana o más.

En  ciudades como Lima los tenderos cierran o cambian el giro de su negocio durante el primer año, porque en su mayoría son actividades de subsistencia que requieren ingresos diarios para asegurar la canasta básica familiar. En el Perú existen 250 mil bodegas y el 60% de estas son administradas por mujeres.
El programa “Camino al Progreso” brindará asesoría y acompañamiento en sus negocios, incluyendo cuatro etapas: Bodeguero Responsable, Bodeguero Sostenible, Bodeguero Excelente, Bodeguero Líder.

La presentación de esta iniciativa ha dado lugar a un enriquecedor debate sobre la pequeña empresa y la necesidad de consolidar una clase media, como sustento de la estabilidad democrática y económica que hoy muestran algunas economías de Asia y de Europa del Norte.

Educación emprendedora
Dicha propuesta ha merecido el apoyo de diversos sectores públicos que  reconocen las bondades del tendero,  porque sus pequeños establecimientos son los puntos de encuentro que vinculan al vecindario. Son los mejores agentes de seguridad social y en ellos la palabra sigue teniendo aún el valor para otorgar el crédito a sus clientes cotidianos.

Es más, son  instituciones que practican el crédito sustentado en la confianza con el vecino.  Muchas familias viven el día a día, y la bodega es la fuente principal de los productos básicos para la alimentación y otros servicios.

Un ejemplo de desarrollo de los pequeños negocios lo  encontramos, por ejemplo en Taiwán   país que en cinco décadas se ha convertido en la economía emergente más sólida, gracias al desarrollo de su clase media. En la antigua Formosa,   el tamaño promedio de las granjas reformadas llegó a 1.29 has. en 1952.
Junto con otras políticas de apoyo a la pequeña agricultura minifundista – como la educación rural y la inversión pública en la investigación y diseminación de nuevas tecnologías, cooperativas de comercialización con monopolios en ciertas líneas de exportación, administrados por los mismos pequeños productores - las migraciones hacia las ciudades y el aumento de la pobreza urbana se mantuvieron a niveles relativamente bajos en comparación con los países latinoamericanos.

Estos y otros argumentos complementarios revelan que hay que promover las granjas familiares con apoyos públicos de varios tipos y crear las condiciones para el desarrollo económico rural y nacional. En términos históricos podemos mencionar similar resultado en los países escandinavos de Dinamarca, Finlandia, Noruega, y Suecia, además de Holanda.

Joseph Stiglitz, ex-vicepresidente del BM, escribe que “el éxito en la pugna por la equidad y contra la pobreza requiere una potenciación tanto económica como política. En el sector rural, la redistribución de la tierra con otorgamiento de créditos y acceso a la tecnología”.
Los Bodegueros nos llevan a pensar que es más racional invertir fondos públicos en el desarrollo de la pequeña agricultura como base para un proceso sostenible y equitativo, con seguridad alimentaria, en lugar
 de la inversión en seguridad para controlar la violencia social.

En  el Perú se crean cerca de 130 mil empresas cada año, entre microempresas informales y de sobrevivencia que no son capaces de brindar ingresos suficientes. Por ello, la UNESCO ha incorporado el “aprender a emprender” (Por Jorge Zavaleta Alegre).

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