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martes, 29 de marzo de 2011

DE ESTOCOLMO A LA LIMA ANTIGUA

Jorge Zavaleta Alegre
La globalización en las comarcas latinoamericanas tiene diversos matices, desde el atavismo más insólito hasta la confusión de libertad de mercado con desactivación del Estado.

Músicos de Huamalíes, Foto Malon Barash
  La Unión Europea y la Cámara Nórdica organizaron en Lima un encuentro entre Mario Vargas Llosa y cuatro de sus más cercanos amigos, para contar, con pequeñas anécdotas, lo ocurrido en Estocolmo, antes y después de la entrega del Premio Nobel de Literatura 2010 por la Academia Sueca al ilustre escritor peruano. Escuchaban atentas unas doscientas personas, entre los más notorios personajes de la Ciudad de los virreyes.
El pintor Fernando Szyszlo reveló haber recuperado de la chaqueta de gala alquilada, las tarjetas de crédito y algunos cientos de euros olvidados en los bolsillos del frac, y que le fueron devueltos a su casa de Barranco, por la cónsul peruana, quien nunca antes en su vida había organizado reuniones de tan grande dimensión, menos aún en la sede diplomática del Perú en Suecia.
 El Ministro de Cultura, Juan Ossio, llegó a Estocolmo sin maletas, al igual que otras decenas de viajeros, y tuvo que comprarse un terno y otras prendas, y sobre todo unirse a las tareas que la diplomacia peruana tenía que asumir en esos días; en tanto avanzaban las horas de la ceremonia central no terminaba de abotonarse la camisa del smoking, también alquilado.
   Beatriz Merino, Defensora del Pueblo, puso en jaque al Nobel, declarado hincha del Club Universitario de Deportes, cuando lo sorprendió con una camiseta del equipo Alianza Lima, solicitándole ser más permeable con la democracia futbolística.
El Director de la más grande emisora del Perú, Radio Programas, periodista Raúl Vargas, conductor del conversatorio, rompió el calor en la aldea, pidiéndole a Vargas Llosa un comentario sobre su condición de latinoamericano en un contexto de universalización de las costumbres y conocimientos.
García Márquez y Varvas Llosa en Lima
 En efecto, habló de los ciudadanos del mundo, de las bondades de la educación científica, en múltiples lenguas, como sucede en los colegios de Estocolmo. Describió un centro escolar en el cual se dictan clases a estudiantes de 100 nacionalidades y en 16 idiomas. Resaltó la fortaleza de los sistemas democráticos en países tan pequeños como Suecia, Suiza, Finlandia y otros de Europa, a diferencia de una extensa América Latina con abundantes recursos naturales, pero con grandes índices de pobreza y potenciales proyectos autoritarios.
No obstante lo anecdótico de esa convocatoria en la sede diplomática de Lima, los sectores laborales y estudiantiles de las universidades nacionales, consideran que la mayor riqueza de los debates y exposiciones de intelectuales como Vargas Llosa podrían ser mucho más productivos en ambientes abiertos y con intervención directa de los asistentes, porque los formatos de los medios de comunicación tradicionales no siempre representar el sentir ni el interés de los grandes colectivos de la sociedad.
En el Perú, en vísperas de las elecciones generales para renovar al presidente de la República, congresistas nacionales y del Grupo Andino, algunos candidatos de los once partidos políticos que participan hablan de falta de “identidad nacional” como una generalidad vacía.
Lo cierto es que se considera como algo normal las vigentes conductas y costumbres coloniales, como “Las tapadas” que maltratan a las mujeres trabajadoras, de una Lima excluyente que desprecia al torbellino de migrantes andinos. Actitudes de ese tipo son lesivas a la unidad de un país y tienen que ver con un profundo desconocimiento o desprecio a las diferentes culturas que tiene el Perú.
 Poco o nada se dice de lo que son las culturas Aimara y Quechua, del Altiplano, que han volcado su creatividad a todo el sur del país; de la Huanca, en Junín, que abastece de alimentos frescos a la Lima metropolitana; de la Wari, Mochica - Chimú, que construyen en el norte nuevos y sólidos destinos turísticos para seguir conservando el santuario Machu Picchu.
O de las poblaciones nativas que a lo largo de siglos protegen la reserva biológica que contiene más de la mitad de la farmacopea del mundo, pero que sectores de la gran minería formal avalan las dragas para extraer el oro de Madre de Dios, violando leyes ambientales y con el vil trabajo de familias enteras con sus niños que no van a la escuela y que crecen intoxicados con el agua infectada con mercurio y azogue. El ejemplo más patético es el de la empresa Doe Run (Ciervo que corre) en La Oroya, que se burló del Estado liberal, se fue del país dejando sin trabajo a tres mil obreros con altos índices de plomo en la sangre y pulmones, y ahora trata de volver porque habría encontrado una rica veta de cobre en una mina cercana.
Las poblaciones van despertando y con prisa frente a los retos de la globalización, pero en las ciudades capitales, regionales y provinciales también subsisten gente conservadora que vive de un pasado inexistente y excluyente.
Los debates económicos y culturales en cenáculos, recuerdan los consejos de El Conde Lucanor para su nieto Fernando III, para la sociedad caballeresca de la Edad Media que se asomaba a los tiempos modernos, y parecía que la habilidad y la fortuna se sobreponían a la energía y el valor, porque las ciudades se alejaban de la guerra, les otorgaban más beneficios y les daban un nuevo estilo a la vida social.
La buena literatura motiva el cambio. Vargas Llosa, aquella noche limeña convocada por la Comunidad Europea, recordó que: “La literatura crea fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen otros hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez”.
El Nobel ya no es un aldeano. En términos políticos viene de la izquierda, es un ultraliberal converso, quien se muestra huraño y temeroso frente a los que exigen en serio reformas del Estado, porque el “libre mercado” en una democracia tradicional no tiene respuestas para atender las demandas de las mayorías. Los dogmas del Estado todo poderoso y del “mercado” como único instrumento para alcanzar la equidad, siguen siendo excluyentes y perversos con millones de seres, empezando por la niñez.
Lula y su sucesora Dilma Rousseff, en Brasil; Rafael Correa, en el Ecuador; Evo Morales, en Bolivia; Cristina Kichner, en Argentina; José Mujica, en Uruguay, formados en el socialismo, han optado por modelos económicos equilibrados, modernos y no dogmáticos, y van construyendo estructuras vitales y coherentes. Igual sucede con los gobiernos de Paraguay, Venezuela, Nicaragua, México, Guatemala y Costa Rica donde crecen los movimientos que cuestionan las limitaciones del “libre” mercado para atender las necesidades de las mayorías.
Centro Histórico de Lima
 En el Perú, los electores se van agrupando entre los que prefieren la profundización del neoliberalismo y otro que defiende el modelo democrático con capacidad de corregir el abuso de las grandes empresas, donde los derechos del consumidor son violentados todos los días, y los “organismos reguladores” son simples dependencias de las directorios del gran capital que actúan “en segunda instancia” frente a un reclamo concreto.
Ya José Martí, con mucha ironía y claridad caracterizó al ciudadano conservador como aquel “aldeano vanidoso que cree que el mundo es su aldea y que su futuro reside en enamorar y quitar la novia al vecino”. Y para quienes suelen destacar su descendencia extranjera, el apellido como signo de distinción, el mexicano Octavio Paz afirma que “todos los latinoamericanos mestizos somos hijos del barco” que en un momento de la historia vino de ultramar.
Raúl Porras Barnechea con "El río, el puente y la alameda", Salazar Bondy con “Lima la horrible” y más reciente Alicia del Aguila, con “Los otros rostros de la noche”, nos hablan de la ciudad fraccionada, que va construyendo su integración de manera muy lenta y caprichosa.
Ollanta Humala, Candidato de Gana Perú
En las capitales del sur del Río Bravo aún subsisten facetas variopintas de cómo reconocer a sus mejores representantes del arte y la cultura. Los pueblos del Perú quisieran que Vargas Llosa participe directamente en auditorios de las provincias, en los escenarios que motivaron lo que él llama “ficciones” de los pueblos indígenas, en su novela “Utopía Arcaica”, sobre el pensamiento de José María Arguedas.
Con una visión más amplia, Vargas Llosa ahora destaca la importancia y el valor de su país en la versión arguediana de “Todas las sangre” no como una propuesta que alienta el nacionalismo sino la inclusión y reconocimiento de la pluralidad cultural. El autor de “La guerra del fin del mundo”, reconoce que si bien el Perú crece y se integra a la economía internacional, persisten los prejuicios profundamente arraigados que tienen que ver con esa forma tan primaria de concebir la realidad, que es el “nacionalismo”.
Por cierto el pensamiento nacionalista persiste porque “traer el mundo a tu mundo” implica superar la pobreza estructural de las grandes mayorías, de las poblaciones indígenas, de esas “sangres” que no disfrutan del progreso, ni de una buena educación en su lengua aborigen y que no son tratadas ni reconocidas en términos similares a los que se consideran herederos dogmáticos de la cultura “occidental y cristiana”.
Alejandro Toledo, Perú Posible
El dogma se presenta como panacea de la civilización, mientras se boicotea la descentralización, se distraen los presupuestos para la educación de calidad, se ocultan políticas anticorrupción para acabar con el narcopoder y sus consecuencias visibles no solo en los países productores de coca sino, contradictoriamente, entre los ultraliberales, que rechazan el “libre mercado” como el camino para atacar la comercialización de la cocaína y derivados.
Por ello, en estos tiempos electorales, en los ambientes juveniles que gustan del cine, del canto, del teatro, de la pintura, de la buena lectura y otras artes, siempre es recordado Bertold Brecht, aquel rebelde, cuestionador de las normas de su tiempo, cuando dice: “El peor analfabeto es el candidato político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe del costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.


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