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miércoles, 27 de noviembre de 2019

¿QUE PASARA CON NUESTRAS BIBLIOTECAS? David Flores Vásquez




David Flores Vásquez*                                                                                                                                          
            Hace poco supe de un  estudiante secundario que “cumplió” con hacer su tarea escolar “bajando” el tema de internet. Lo imprimió a colores, muy bonito,  y lo presentó. Todo indica que no leyó su trabajo. Estas son las consecuencias del avance tecnológico, dije  yo; velocidad, si se quiere, precisión de citas, colores,  etc. pero, a veces,  nada más. ¿Estamos dejando la lectura? Entonces, me puse a pensar: ¿Qué pasará más tarde con  nuestras bibliotecas? ¿Desaparecerán con el tiempo?. ¿Lo libraremos todo al internet?. ¿Y cuando éste falla?...... Solo Dios lo sabe…………..

            Entre tanto se resuelvan estas incógnitas, me tomaré un tiempo para narrar algo que me parece interesante respecto a los libros y que derivó, a la larga, de un hecho fortuito.  Hubo, dice,  en el pueblo de Huaylas, Ancash, un jovencito que, según cuentan, pastoreaba sus ovejas en una tarde apacible. La acumulación de paja seca en la chacra lo tentó a prenderle fuego pero, con tan mala suerte  que, con el viento, el fuego pasó a un trigal vecino y prácticamente lo arrasó. Aterrado por lo que causó, sin proponérselo, decidió fugar del lugar y sabe Dios venciendo qué peripecias,  apareció un tiempo después en Lima. Se cuenta también que logró ubicarse en una casa de familia, como doméstico, comportándose con diligencia y esmero.  Y que,  un buen día, un amigo extranjero del dueño de casa alabó la laboriosidad del muchacho y  dijo que le gustaría llevarse uno así a los Estados Unidos. “¡No faltaba más, dijo el aludido!. Si quieres, llévatelo. Yo conseguiré acá otro”.**

            Y así fue que don Eusebio Acosta, nombre del entonces jovencito, apareció en los Estados Unidos en donde, por lo que se contaba, pudo ubicarse convenientemente y formar familia. Dicen que nunca dejó de pensar en su patria y en su tierra y que siempre decía que algo quería hacer por ella. Al comentar a sus ocasionales amistades que a sus paisanos les gustaba asistir a la escuela a estudiar, no faltó quien le aconsejara regalar libros. La idea fue madurando y, finalmente, convencido,  ofreció donar una Biblioteca a su tierra. Entre tanto en Huaylas,  ante tan importante anuncio, el pueblo empezó a edificar en la Plaza de Armas, junto a la Municipalidad,  el local de la futura Biblioteca, un inmueble de dos amplias plantas.

            Para hacer la historia corta, don Eusebio Acosta donó a su tierra una biblioteca de CINCO MIL volúmenes que llegó al Callao en numerosas cajas. Tuve el agrado de integrar la Directiva de la Asociación Distrital Huaylina cuando gestionó ante el entonces Ministro de Educación, Dr. Jorge Basadre, con el apoyo del Parlamentario ancashino Dr. David Teodomiro Izaguirre, la materialización del desaduanaje de los libros  y la próxima inauguración de la Biblioteca, inauguración que apadrinó él haciéndose representar por el Dr. Izaguirre. El Ministerio donó estantes para los libros y amplias mesas para las dos salas de lectura.

            Surgió allí un problema: Un Municipio modesto como el de Huaylas, no tenía partida para pagar un bibliotecario. Entonces,  ante el riesgo que todo quedara sin utilidad alguna, surgió un maestro jubilado que se ofreció a ejercer el cargo “ad honorem”. Así fue y, en verdad, lo hizo con dedicación y observancia de horario estricto, asistiendo  tarde y mañana. Se, además,  por información directa, que se iba a las escuelas a sugerir a los profesores ajustar horarios para que los niños fueran a la biblioteca y que luego estableció un sistema de préstamo de libros  a domicilio, sin que jamás se perdiera uno solo.

            Había que apoyar a ese maestro jubilado en su noble tarea. En efecto, dada  su entrega y entusiasmo,  lo ayudé voluntariamente asistiendo todas las mañanas en mis vacaciones universitarias del año 1958 a preparar un Catálogo General y fichar los libros (por autores y por materias), colocando las etiquetas respectivas, todo  a semejanza de lo que había visto en la Biblioteca Nacional de Lima. No olvido que encontré hasta seis ediciones distintas de Don  Quijote de la Mancha, toda la Colección Aguilar de la Literatura del Siglo de Oro Español,   el Museo de Cera de Pompeya,   y muchísimas obras más.

            La Biblioteca funcionó en la segunda planta del edificio. En la primera, entre otras cosas, funcionaba una Posta Médica o Farmacia y había más ambientes. Para darle realce,  copié para la puerta de acceso,  en cartulinas y a plumón,  lo que aparece en el mármol del acceso de la Biblioteca Nacional de  Lima, de la Avenida Abancay. Una de las leyendas reza: “LAS PUERTAS ABIERTAS DE ESTA CASA, DAN ACCESO A LA CULTURA DE TODOS LOS TIEMPOS”. Nada me pareció más oportuno.

            El improvisado Bibliotecario, encantado de su labor y por la trascendencia de la Biblioteca, tuvo el acierto de abrir un libro de visitantes. Solo copio el recuerdo de uno de ellos para graficar su importancia:

“ALGUN DIA EN ESTA BIBLIOTECA ACOSTA FIGURARA UN LIBRO QUE RELATE EL ESFUERZO TITANICO DEL PUEBLO DE HUAYLAS AL REALIZAR OBRAS DE UTILIDAD PUBLICA POR ACCION POPULAR. ESE SERA EL MEJOR HOMENAJE DE GRATITUD A SU GENEROSO DONANTE”.  HUAYLAS 20 DE OCTUBRE DE 1959. FERNANDO BELAUNDE TERRY. Arquitecto, Lima.
           
NOTAS IMPORTANTES:
1.-  Fernando Belaúnde Terry, más tarde, dos veces Presidente Constitucional de la República del Perú, llegó a Huaylas en 1959 en su viaje “Pueblo por pueblo”, luego de su fallido inicial intento de acceder a la Presidencia de la República. Se quedó admirado al saber de las obras que realizaba el pueblo por acción popular, (carreteras, escuelas, caminos, canales de regadío, etc.) su partido político, aún  no existía. Estuvo en el lugar pocas horas y, según cuentan,  antes de retornar,  pidió a unos lugareños, sus ocasionales anfitriones,  que le mostraran algo importante, pero cercano.   Entonces le sugirieron la Biblioteca. Dice se quedó encantado. Allí fue atendido por el viejo maestro y dejó su recordado autógrafo.

2.- Don Eusebio Acosta,  jamás volvió al Perú. Llevó en su corazón la tierra y la patria ausentes. Tiempo después de la inauguración de la Biblioteca que lleva su nombre, fue condecorado por el Congreso de la República,  en ese entonces presidido por don Ramiro Prialé.

3.- El edificio de la Biblioteca Acosta se destruyó totalmente con el fatídico sismo del 31 de mayo de 1970. Entiendo que su acervo bibliográfico fue recuperado en gran parte y que se guarda en la  Municipalidad Distrital de Huaylas. Ojalá siga teniendo lectores. 

4.- El viejo maestro, improvisado bibliotecario, fue don David Nicolás  Flores Aguirre, mi padre,  que no encontró mejor lugar para seguir con su vocación docente y para su insaciable voracidad lectora.

Concluido el relato, vale volver a preguntarse: ¿Qué pasará con nuestras bibliotecas? ¿Nos libraremos solo al internet?. Me preocupa. Yo trataré de adecuarme a la modernidad pero con un libro a la mano. Entre tanto: Recordemos que “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona y destruido  un corazón que llora”. (Proverbio hindú). Y que Jorge Luis Borges  dice: “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”.              

*David Flores  Vásques, jurista, músico, asesor  del Fondo Peruano de Promoción del Turismo, director  de La Lira  Huaylina, uno  de los grupos musicales más antiguos de Ancash.
https://www.youtube.com/watch?v=aAuD-WcUFHY

**https://rbgalicia.xunta.gal/sites/default/files/documents/documento/manifesto_da_unesco_verbo_da_biblioteca_publica_1949.pdf

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Fundado  en Lima  en 1992 por  July Balarezo  y Jorge Zavaleta  Balarezo
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Corresponsal Asociado  a Diario16 de Madrid
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TA

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