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sábado, 19 de octubre de 2019
EL REMANSO DEL CEDRO Escribe David Flores Vásquez
Puno con sus alasitas y Huaylas con su pashas.
David Flores Vásquez*
Laboro en ENTURPERU, (26 años y medio) y creo que en los últimos años, hicimos lo mejor que uno puede imaginar: Salvamos de su destrucción y deterioro el Seminario San Antonio Abad del Cusco, si no me equivoco, edificado en el siglo XVII. Cuatro claustros de pura piedra con arquería en unos casos de dos niveles. Recuerdo que el problema de la calefacción fue uno de los más graves pues tuvimos que traer a Lima, en molduras de tripley, cada arco.
Síntesis: Llegamos al 90 % de avance y en eso vino la privatización. Entregamos la obra, con todas las reliquias que existían (entre otros, cuadros de la escuela cusqueña). Pero vayamos al tema: En el primer claustro, había un cedro moribundo, según decían de la época de la fundación del Seminario y obviamente, de los más antiguos del Cusco. Hicimos un concurso para agrónomos expertos. Los que ganaron lo rehabilitaron, limpiando, sin exagerar, hoja por hoja de hongos y demás impurezas e inyectando a sus raíces nutrientes especiales: Resultado. El Cedro es la belleza más increible que existe en el Hotel: A su sombra se daban las mejores recepciones y espero que sigan en lo mismo. '
Hasta hace un tiempo, el Hotel San Antonio Abad, era considerado el mejor de América y mientras lo trabajábamos, en las noches teníamos miedo, pues nos decían que caminaba por allí un sacerdote sin cabeza...
Quiero que sepas, amigo lector, que cuando llegues a Huaylas, (Ancash), ese hermoso rincón del Perú, encontrarás un enorme cedro que meciendo pausadamente sus ramas te dará la bienvenida. No tienes sino que pararte en la esquina de la Plaza de Armas, junto a “Ayapayacún”, y mirar hacia el norte, como buscando el nevado “Champará”. Advertirás que esta mole de hielo también te saluda, pero que se te interpone un cedro solemne y centenario.
Nadie podrá precisar su edad, pero nuestros padres, ya hablaban de él con respeto, como algo que hacía tiempo era parte del paisaje urbano de Huaylas. Es evidente que sus poderosas raíces se hunden en la profundidad de la tierra y que se nutren de las aguas de “Ayapayacún” (agua de los muertos) para demostrar, con gran ironía, que también la muerte da la vida.
(La alusión al “agua de los muertos” se debe a que en la parte superior de la Plaza de Armas, se encuentra la Iglesia Matriz de Huaylas y antes, como era costumbre religiosa, allí se enterraba a los muertos. Por eso, el agua que filtra metros más abajo y que, obvio, nutre al cedro, es “Ayapayacún”, o sea, el “agua de los muertos”). (Ayapa= del muerto; yacún= agua. Nota adicional: “yacu” como “peka”, “cabeza”, son palabras de origen aimara, no quechua: ¿Cómo aparecen entonces en Huaylas que es ciudad quechua?. Luis Valcárcel dice en su Historia del Perú Antiguo que los huaylinos, siempre rebeldes, fueron llevados como mitimaes al altiplano y que en respuesta, gente del altiplano fue llevada a Huaylas. Esto explicaría el origen.
La carga de los años ha dañado la lozanía de sus hojas y la redondez de su copa. Muchos musgos se han impregnado entre sus ramas y el añoso tronco. Son las condecoraciones que da la naturaleza a las plantas centenarias.
Este cedro fue siempre un templo de trinos; de seguro que no hubo ave huaylina que no estuviera tentada de posarse en sus ramas y formar allí su nido. Nunca hubo mejor sitio para palomas tiernamente enamoradas, ruiseñores de potente canto o bulliciosos jilgueros saltarines. A la sombra de este cedro y al conjuro del canto de las aves, han debido jurarse muchos amores y quizá, más de una lágrima furtiva humedeció la tierra siempre fresca por el sudario de las hojas secas. Detenerse junto a este cedro es recorrer la historia de otros tiempos con la impresión de que este árbol en su lenguaje de susurros nos dice muchas cosas……. ¡Cuánta gente pasó cerca de él cabalgando airosos corceles o arrastrando en su caminar lento, recuerdos e ilusiones!. ¡Sólo Dios sabe!. Si pudiera hablar……….. qué de cosas diría. Pero seguramente siempre pediría que lo dejen vivir……………
https://www.youtube.com/watch?v=34jKWGR0OM0
Pashas en Huaylas y Festival de Oruro en el Altiplano
El sismo que asoló Huaylas en 1970, liberó a este cedro de los muros que delimitaban la huerta de don Néstor Acosta. Hoy es un vigía apostado en la calle, cerca de la esquina. Su presencia en la calle pregona la necesidad de crear un ambiente especial para él, un pequeño remanso que permita colocar algunas defensas y unas bancas que inviten a la meditación y el descanso. No podemos hacer menos por él en esta era de la ecología. No faltarán los entendidos que logren devolverle su antigua lozanía para que luzca como lo que es: El centinela de Huaylas.
En verdad, un árbol como éste cedro es de todos y todos tienen que cuidarlo y respetarlo. Que a nadie se le ocurra atentar contra él ni causarle la menor herida. Por el contrario, acondicionemos alrededor de él “El Remanso del Cedro” y le daremos a nuestro pueblo un hermoso espacio de paz y tranquilidad.
*David Flores Vásquez, músico, jurista especializado en desarrollo del Turismo
Director de la Lira Huaylina. Escuchemos sus composiciones: Para todos hay Mañana-.
https://www.youtube.com/watch?v=_iL1TBpWZ5s
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Edición:
Fuentes de Ecología y Distribución dan cuenta que Cajamarca es un terreno fértil para el cedro
y es probable se trata de un aporte de la sierra norte al Paraíso Huaylino. El árbol es originario y nativo de América tropical, se distribuye desde el norte de México hasta el norte de Argentina, formando parte del bosque húmedo tropical, subtropical y seco tropical. Se encuentra desde el nivel de mar hasta los 1,000 m de altitud, en regiones con lluvias de 1,200 a 2,000 mm anuales y rangos de temperaturas de 11 a 38oC. Su mejor desarrollo lo tiene en suelos fértiles, profundos, de textura franca, bien drenados y aireados; no soporta suelos inundados y es susceptible a los altos contenidos de aluminio, hierro y zinc que afectan su crecimiento y desarrollo en forma negativa.
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