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martes, 28 de mayo de 2019

Los Ojos del Banco Mundial y el Ciudadano Común


Jorge Zavaleta  Alegre
El Banco Mundial ha logrado que la mayoría de poblaciones crea que su destino ha mejorado, cuando en realidad sufre un irreversible retroceso, salvo minorías, sobre todo, en países del Norte con su desarrollo integral.

El World Bank, creado como una fuente de asistencia financiera y técnica para los países que integran la ONU, fue fundado en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, y ahora se puede hacer un balance de su función con diferentes fuentes y disciplinas.

Para entender cómo marcha la economía del planeta existen diversos métodos. Tomando como referencia el informe sobre el Perú, avalado por su Ministerio de Economía y Finanzas y su abanico de instituciones y mecanismos, nos lleva a una ilusión óptica, que contrasta con la cruda realidad. El enfoque sobre el Perú no difiere en la forma y fondo de gran parte de países, especialmente del sur del planeta.

El BM considera que el Perú con acertadas políticas macroeconómicas y estructurales, combinadas con condiciones externas propicias, creció a un ritmo cercano al 6% durante la última década y, entre 2004 y 2015, 9 millones de peruanos salieron de la pobreza.

Nos dice también que entre 2002 y 2013, este país se distinguió como uno de los que mayor dinamismo logró en América Latina, con una tasa de crecimiento promedio del PBI de 6,1% anual. 

El BM sorprende cuando publicita que este país latinoamericano, en el mediano plazo, espera que “el crecimiento se mantenga cercano al 4% anual, sostenido por la fortaleza que viene mostrando la demanda interna y por un paulatino aumento de las exportaciones”.

El MEF del Perú precisa que el país registró en 2018 uno de los mayores avances en la región, con el 4% y con dicho resultado se posiciona como una de las economías con la mayor tasa de expansión en Latinoamérica, ubicándose por encima del 3.9% acumulado en 113 meses de expansión continua. Y según el consenso del mercado, al cierre del año pasado, Chile habría crecido 4%, Colombia 2.6%, México 2% y Brasil 1.3%.

También afirma que el proceso de consolidación fiscal permitiría una convergencia del déficit público hacia un nivel de 1% del PBI en el 2021.

PROYECCIONES VULNERABLES
Las proyecciones de crecimiento son vulnerables. Sin embargo, destaca que  este país  de  33 millones de habitantes, con  un tercio concentrado en Lima, capital escindida entre un mundo post-virreinal y  población emergente,  supervive  bajo la informalidad ampliada, con financieras clandestinas, narcotráfico, corrupción impune, escasez  de vivienda,    ausencia de servicios  de salud, educación con presupuestos deficitarios y asientos mineros que destruyen  los cursos de agua y la exuberante Amazonía.

Ojo: La pobreza (porcentaje de la población que vive con menos de USD 5,5 al día) cayó de 52,2% en 2005 a 26,1% en 2013, lo que equivale a decir que 6,4 millones de personas dejaron de ser pobres durante ese periodo. La pobreza extrema (aquellos que viven con menos de USD 3,2 al día) disminuyó de 30,9% a 11,4% en ese mismo lapso.

Entre 2014 y 2017, la expansión de la economía se desaceleró a un promedio de 3,0% anual, sobre todo como consecuencia de la caída del precio internacional de las materias primas, entre ellas el cobre, principal producto de exportación peruano. Ahora, crece a un promedio del 4% anual.

En este enfoque del PBI no se hace visible la malnutrición y el retraso en el crecimiento infantil que se vinculan con el saneamiento deficiente. Pues en el mundo hay más de 2600 millones de personas que no tienen acceso a un retrete adecuado o agua limpia para lavar o beber.  El Perú no está fuera de esta tragedia.

El Perú forma es parte esta realidad: saneamiento deficiente en el mundo causa 1,6 millones de muertes cada año y contribuye al retraso del crecimiento infantil. Más de 150 millones de niños presentan retraso en el crecimiento. Investigaciones recientes indican que el cerebro de los niños con retraso del crecimiento desarrolla menos conexiones neuronales que el de los niños con un crecimiento apropiado, quedando en desventaja en la escuela y en el trabajo en un mundo cada vez más competitivo.

La sorpresa, recién este mes de ayo  del  2019, el  Congreso  del Perú,   ha aprobado la Ley de Salud Mental, solo  desiderativa. El crecimiento económico no implica crecer en bienestar.  

José Galindo, desde su “Organización Sostenible”, nos recuerda la  existencia  de seis indicadores alternativos al Producto Interior Bruto. Con el PIB pretenden medir la calidad del desarrollo de un país, porque sólo mide la cantidad de dinero que se mueve en un país, y no en qué se gasta.

Para aumentar el PIB, los políticos decidieron en 2014 que la prostitución y el narcotráfico se tuviesen en cuenta al calcular el PIB. ¡Qué fácil es subir el PBI.


OTROS INDICADORES
Veamos el Indicador de Progreso Genuino o Real (IPG). Definido por Lew Daly, el IPG se usa ya en algunos estados de EE.UU. (Maryland o Vermont). Si comparamos el PIB con el IPG en ese país, vemos que mientras el primero no ha parado de subir, el segundo es casi estable desde 1968.

El PIB Verde. Consiste en dar valor económico a los daños provocados a la Naturaleza, y restarlos al PIB tradicional. China prometió usarlo, pero los resultados fueron tan negativos que se descartó usar el PIB Verde, pues resultó mejor para la economía taparse los ojos a los daños ambientales.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH). Definido por la ONU, usa 3 parámetros para medir la calidad de vida de un país: Esperanza de vida:  Nivel de vida digno (PIB per cápita), y  Educación (años de educación obligatoria, alumnos matriculados en distintos niveles, y tasas de alfabetización).

Junto al IDH el cooficiente de Gini (la distribución de la riqueza), son indicadores fundamentales, no los únicos, que sirven para el cálculo de diferentes parámetros que pueden ser útiles a la hora de establecer criterios de desarrollo y que permitan la comparación entre diferentes territorios

Economistas de “El Salmon Contracorriente”  y otras  de fuentes de prestigio señalan dos corolarios de la nueva economía de la transacción basada en el conocimiento. Primero, los intercambios no monetarios de conocimiento no se pueden medir de la manera tradicional, por ejemplo, no salen al PIB.

Y los mercados informales del conocimiento no se consideran como mercados. Y, segundo, puesto que el conocimiento es la verdadera moneda de cambio, los roles tradicionales de los agentes económicos se diluyen aceleradamente.

Si trabajan con el conocimiento, y vale el conocimiento de todo tipo científico, tecnológico, técnico o una habilidad cualquiera. En la nueva economía de la transacción, la verdadera moneda de cambio es el conocimiento.

El mensaje optimista persiste en la élite gubernamental y las finanzas privadas de países como el Perú: “Estamos avanzando en la recuperación de la tasa de crecimiento del PBI potencial. El gobierno está comprometido con la consolidación del crecimiento de la economía por encima de 4% en los próximos años, acompañado del manejo responsable de las finanzas públicas, lo que contribuirá con la reducción de la pobreza y la generación de mayor bienestar en la población", finaliza  el reciente discurso gubernamental del Perú, al incorporar un nuevo viceministro del sector, Michel Canta, entre las decenas  de funcionarios que  desfilan según el  humor de los titulares o del gobierno, frente a la inestabilidad dejada por cinco gobernantes sucesivos acusados  de corrupción, y un reciente terremoto, el más intenso de los últimos doce años que ha afectado parte de la Amazonía del Noreste.


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