Jorge Zavaleta Alegre
El Banco Mundial ha logrado que la mayoría de poblaciones
crea que su destino ha mejorado, cuando en realidad sufre un irreversible retroceso,
salvo minorías, sobre todo, en países del Norte con su desarrollo integral.
El World Bank, creado como una fuente de asistencia financiera
y técnica para los países que integran la ONU, fue fundado en 1945, al término
de la Segunda Guerra Mundial, y ahora se puede hacer un balance de su función
con diferentes fuentes y disciplinas.
Para entender cómo marcha la economía del planeta existen
diversos métodos. Tomando como referencia el informe sobre el Perú, avalado por
su Ministerio de Economía y Finanzas y su abanico de instituciones y mecanismos,
nos lleva a una ilusión óptica, que contrasta con la cruda realidad. El enfoque
sobre el Perú no difiere en la forma y fondo de gran parte de países,
especialmente del sur del planeta.
El BM considera que el Perú con acertadas políticas macroeconómicas
y estructurales, combinadas con condiciones externas propicias, creció a un
ritmo cercano al 6% durante la última década y, entre 2004 y 2015, 9 millones
de peruanos salieron de la pobreza.
Nos dice también que entre 2002 y 2013, este país se
distinguió como uno de los que mayor dinamismo logró en América Latina, con una
tasa de crecimiento promedio del PBI de 6,1% anual.
El BM sorprende cuando publicita que este país
latinoamericano, en el mediano plazo, espera que “el crecimiento se mantenga
cercano al 4% anual, sostenido por la fortaleza que viene mostrando la demanda
interna y por un paulatino aumento de las exportaciones”.
El MEF del Perú precisa que el país registró en 2018 uno de
los mayores avances en la región, con el 4% y con dicho resultado se posiciona
como una de las economías con la mayor tasa de expansión en Latinoamérica,
ubicándose por encima del 3.9% acumulado en 113 meses de expansión continua. Y
según el consenso del mercado, al cierre del año pasado, Chile habría crecido
4%, Colombia 2.6%, México 2% y Brasil 1.3%.
También afirma que el proceso de consolidación fiscal
permitiría una convergencia del déficit público hacia un nivel de 1% del PBI en
el 2021.
PROYECCIONES VULNERABLES
Las proyecciones de crecimiento son vulnerables. Sin embargo,
destaca que este país de 33
millones de habitantes, con un tercio concentrado
en Lima, capital escindida entre un mundo post-virreinal y población emergente, supervive
bajo la informalidad ampliada, con financieras clandestinas,
narcotráfico, corrupción impune, escasez
de vivienda, ausencia de servicios de salud, educación con presupuestos
deficitarios y asientos mineros que destruyen los cursos de agua y la exuberante Amazonía.
Ojo: La pobreza (porcentaje de la población que vive con
menos de USD 5,5 al día) cayó de 52,2% en 2005 a 26,1% en 2013, lo que equivale
a decir que 6,4 millones de personas dejaron de ser pobres durante ese periodo.
La pobreza extrema (aquellos que viven con menos de USD 3,2 al día) disminuyó
de 30,9% a 11,4% en ese mismo lapso.
Entre 2014 y 2017, la expansión de la economía se desaceleró
a un promedio de 3,0% anual, sobre todo como consecuencia de la caída del
precio internacional de las materias primas, entre ellas el cobre, principal producto
de exportación peruano. Ahora, crece a un promedio del 4% anual.
En este enfoque del PBI no se hace visible la malnutrición y
el retraso en el crecimiento infantil que se vinculan con el saneamiento
deficiente. Pues en el mundo hay más de 2600 millones de personas que no tienen
acceso a un retrete adecuado o agua limpia para lavar o beber. El Perú no está fuera de esta tragedia.
El Perú forma es parte esta realidad: saneamiento deficiente en
el mundo causa 1,6 millones de muertes cada año y contribuye al retraso del
crecimiento infantil. Más de 150 millones de niños presentan retraso en el
crecimiento. Investigaciones recientes indican que el cerebro de los niños con
retraso del crecimiento desarrolla menos conexiones neuronales que el de los
niños con un crecimiento apropiado, quedando en desventaja en la escuela y en
el trabajo en un mundo cada vez más competitivo.
La sorpresa, recién este mes de ayo del
2019, el Congreso del Perú, ha aprobado la Ley de Salud Mental, solo desiderativa. El crecimiento económico no
implica crecer en bienestar.
José Galindo, desde su “Organización Sostenible”, nos
recuerda la existencia de seis indicadores alternativos al Producto
Interior Bruto. Con el PIB pretenden medir la calidad del desarrollo de un país,
porque sólo mide la cantidad de dinero que se mueve en un país, y no en qué se
gasta.
Para aumentar el PIB, los políticos decidieron en 2014 que la
prostitución y el narcotráfico se tuviesen en cuenta al calcular el PIB. ¡Qué
fácil es subir el PBI.
OTROS INDICADORES
Veamos el Indicador de Progreso Genuino o Real (IPG). Definido
por Lew Daly, el IPG se usa ya en algunos estados de EE.UU. (Maryland o
Vermont). Si comparamos el PIB con el IPG en ese país, vemos que mientras el
primero no ha parado de subir, el segundo es casi estable desde 1968.
El PIB Verde. Consiste en dar valor económico a los daños
provocados a la Naturaleza, y restarlos al PIB tradicional. China prometió
usarlo, pero los resultados fueron tan negativos que se descartó usar el PIB
Verde, pues resultó mejor para la economía taparse los ojos a los daños
ambientales.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH). Definido por la ONU,
usa 3 parámetros para medir la calidad de vida de un país: Esperanza de vida: Nivel de vida digno (PIB per cápita), y Educación (años de educación obligatoria,
alumnos matriculados en distintos niveles, y tasas de alfabetización).
Junto al IDH el cooficiente de Gini (la distribución de la
riqueza), son indicadores fundamentales, no los únicos, que sirven para el
cálculo de diferentes parámetros que pueden ser útiles a la hora de establecer
criterios de desarrollo y que permitan la comparación entre diferentes territorios
Economistas de “El Salmon Contracorriente” y otras
de fuentes de prestigio señalan dos corolarios de la nueva economía de
la transacción basada en el conocimiento. Primero, los intercambios no
monetarios de conocimiento no se pueden medir de la manera tradicional, por
ejemplo, no salen al PIB.
Y los mercados informales del conocimiento no se consideran
como mercados. Y, segundo, puesto que el conocimiento es la verdadera moneda de
cambio, los roles tradicionales de los agentes económicos se diluyen
aceleradamente.
Si trabajan con el conocimiento, y vale el conocimiento de
todo tipo científico, tecnológico, técnico o una habilidad cualquiera. En la
nueva economía de la transacción, la verdadera moneda de cambio es el
conocimiento.
El mensaje optimista persiste en la élite gubernamental y las
finanzas privadas de países como el Perú: “Estamos avanzando en la recuperación
de la tasa de crecimiento del PBI potencial. El gobierno está comprometido con
la consolidación del crecimiento de la economía por encima de 4% en los
próximos años, acompañado del manejo responsable de las finanzas públicas, lo
que contribuirá con la reducción de la pobreza y la generación de mayor bienestar
en la población", finaliza el reciente
discurso gubernamental del Perú, al incorporar un nuevo viceministro del
sector, Michel Canta, entre las decenas
de funcionarios que desfilan
según el humor de los titulares o del
gobierno, frente a la inestabilidad dejada por cinco gobernantes sucesivos acusados de corrupción, y un reciente terremoto, el más intenso de los últimos doce años que ha afectado parte de la Amazonía del Noreste.
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