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lunes, 2 de abril de 2018

EL PERU ES MAS GRANDE QUE SUS PROBLEMAS, por Róger Rumrrill



Faltaban pocos días para que finalizara  el año 1968. Chuquizongo, la hacienda ganadera de los descendientes del presidente Orbegozo pasaba a manos  de los campesinos. Cuando los nuevos dueños de las tierras, sacrificaron un torete para festejar este  acto histórico, los que  soñaron en la perpetuidad  del latifundismo como sistema productivo, levantaron las voces  de protesta. Negaron, desde los salones de los clubes sociales, los  derechos  de los campesinos. 

En esta fiesta popular, conocí  a Róger  Rumrril  y Pierre de Zuter,  quienes se desentendieron de  la ceremonia oficial  de  expropiación de la hacienda y trasferencia a la cooperativa de campesinos. Prefirimos  conversar  y  escuchar la historias  de vida de las  familias  que nacieron,  crecieron y fallecieron en los línderes de una propiedad de una familia,  que pasaba  de los 100 mil hectáreas, incluyendo chozas, ríos, cerros y bosques, sin escuelas, ni postas médicas. Donde los toros de lídia eran mejor cuidadados que los seres humanos, con esmero admirable por diestros veterinarios  y un selecto  grupo de  campesinas capacitadas en forrajes y limpieza de establos. Jorge Zavaleta Alegre, Corresponsal de United Press, 1968.

Róger  Rumrrill  es un periodista  y escritor que toda su  vida viene dedicando a  promover  el  cuidado  de  la  Amazonía. Su  hoja de vida es frondosa, rica  en ideas y ejemplar en su conducta. Las siguientes lineas  RR analiza  la  coyuntura  del Perú  en el  2018, planteando la necesidad de renovar el país, ojalá de sus raíces, para combatir la secular  corrupción, con energía y  serenidad.

Roger Rumrrill
El presidente   Martín Vizcarra  en su breve discurso de juramentación en el Congreso de la República, el 24 de marzo, además de precisar y definir los lineamientos básicos de su gestión, lucha contra la corrupción, educación , salud y seguridad, estabilidad institucional y crecimiento económico, aludió a la famosa frase de Jorge Basadre, “el Perú es más grande que sus problemas”.

Su discurso, consensual, esperanzador, calmó las embravecidas aguas políticas y apaciguó la crispación de la crisis, momentáneamente.


En efecto, el Perú es más grande que sus problemas. Pero los retos y desafíos que ahora enfrentarán Vizcarra y su primer ministro, el sanmartinense César Villanueva Arévalo, son inmensos: la corrupción metastásica que cancera el cuerpo nacional; un Estado capturado por los poderes fácticos; una democracia endeble; partidos políticos en crisis terminal; una economía en decrecimiento; servicios fundamentales como salud y educación en estado de emergencia; una economía primario-exportadora inviable en el largo plazo y basada en un extractivismo desenfrenado que amenaza la supervivencia de la Madre Naturaleza y a sus guardianes, los pueblos indígenas andino-amazónicos.

Enfrentar esta colosal tarea requerirá de la unidad de todos los peruanos. Procesos de diálogo y de construcción de unidad de la sociedad peruana, compleja y difícil tarea en un país como el Perú dividido, fraccionado y desarticulado. Y para un gobierno que tiene que enfrentar, además, a una mayoría parlamentaria fujimorista opositora, hostil, confrontacional, que recurre a todas las armas para consolidar su hegemonía congresal.

¿Se avecina la extinción del fujimorismo?
La crisis que ha dejado muertos y heridos en las clases política, empresarial, la tecnoburocracia y también ha desnudado la precariedad del sistema económico neoliberal, igualmente ha dejado heridas incurables en el fujimorismo. En la pelea cainita entre Keiko y Kenki Fujimori, los “kenjivideos” de Keiko han sido puñaladas mortales para Kenji y Pedro Pablo Kuczynski (PPK), que sobrevivió a la vacancia frustrada, pero no a los “kenjivideos”.

Pero la pelea a muerte entre Keiko y Kenji, que ahora se apresta a denunciar de corrupción a su hermana con pruebas en la mano, podía en el mejor de los casos abrir severos procesos de investigación criminal contra ambos y, en el peor de los casos, conducirlos a prisión. Y, como es muy posible, se anule el jurídicamente ilegal indulto otorgado a Alberto Fujimori, estaríamos asistiendo a un proceso de extinción del fujimorismo, tal como ocurrió con el leguiísmo y el odriísmo.

Con sus líderes presos, el fujimorismo no sobreviviría. 
Porque no se trata de un partido político con filosofía y doctrina. El fujimorismo es un conglomerado que ha crecido con la informalidad, producto del prebendismo y el asistencialismo. Si un partido político como el APRA, con una doctrina sustentada en una ideología, y con militantes que se comportaban como creyentes de una iglesia, con una férrea organización, está ahora en una crisis terminal por la corrupción y el egocolosal de Alan García- el enterrador del APRA-una organización sin esas características como el fujimorismo, está condenada a la extinción.

Cómo enfrentará Vizcarra al keikismo 
En lo inmediato, pasada esta luna de miel, el gobierno de Vizcarra requiere de una gobernalidad firme y segura para el cumplimiento y ejecución de sus proyectos, metas y objetivos. La relación con la oposición congresal keikista será clave. Al respecto, hay dos hipótesis: una, que se convierta en rehén de Keiko, como ocurrió con PPK; otra, que imponga su liderazgo, que nunca tuvo PPK y que construya una gobernabilidad basada y sustentada en las regiones y las organizaciones nacionales.

En la consecución y consolidación del liderazgo del presidente Martín Vizcarra y la construcción de una gobernabilidad fundamental para hacer realidad los objetivos del cortísimo plazo, el apoyo y compromiso de César Villanueva Arévalo será decisivo.

Exitoso presidente del Gobierno Regional de San Martín en dos períodos (2007-2013), Presidente de la Asamblea Nacional de Regiones (ANGR) en el año 2013, concertador, dialogante, Villanueva será la llave maestra para articular las regiones del país en un proceso de unidad que sea, estratégicamente, el contrapeso político de la mayoría keikista en el Congreso, que vota a favor de todas las normas del capital multinacional. 

La extinción del fujimorismo será una de las mayores inflexiones de la política peruana en el siglo XXI y una posibilidad de construir la unidad de la izquierda y del centro político para la tarea del mediano y largo horizonte: la refundación del Perú en el siglo XXI. (Artículo publicado en Diario Uno el domingo 1 de abril de 2018.
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RÓGER ALEJANDRO RUMRRILL GARCÍA

Fecundo ensayista, escritor, poeta y periodista especializado en Amazonía, nacido en Iquitos, a orillas del gran río Amazonas, vivió hasta su adolescencia en diversos pueblos de la selva peruana. En 1963 fundó,animó y dirigió en su natal el grupo cultural “BUBINZANA”. Actualmente es especialista en temas amazónicos. Ha publicado 25 libros sobre Amazonía, en un abordaje múltiple desde la historia, el ensayo, la narración, el guión de cine, la poesía y el periodismo, un pensamiento lúcido y a la vez apasionado de la compleja y riquísima realidad de nuestra amazonía
Entre sus Libros de ensayos destacan: Amazonía hoy, crónicas de emergencia (1973), Reportaje a la Amazonía e Iquitos capital de la Amazonía peruana (1973), Los condenados de la selva (1982), Narcotráfico y violencia política en la Amazonía (1984), Analítica LIB00037 Amazonía hoy, crónicas de emergencia (1982), Pioneros de Loreto (1987), Narcotráfico y violencia política en la Amazonía Peruana: Dos nuevas variates en la vieja historia de la selva alta y baja del Perú (2005), El ser amazónico. Problema, arte e identidad (2006), La Amazonía Peruana: la última renta estratégica del Perú en el siglo XXI o la Tierra Prometida (2008). Como narrador sobresale con: Amazonía mágica (2000), La anaconda del Samiria (1997), Narraciones para niños (1997), Narraciones de la selva (antología) (1996), El venado sagrado. Relatos de la amazonía (1992), Vidas mágicas de tunchis y hechiceros (1983 y 1985), Memorias desde un otoño (1975).
Como poeta publicó:
Magias y canciones (1971), Axpikondiá (1972), Memorias desde un otoño (1975), Axpikondiá (1972), Poesía de selva (1965).
En colaboración:
2006) “Nanay: el país de los Iquito: modelo de gestión comunal de la biodiversidad Amazónica”. Walter H Wust, Natali Wust, Róger Rumrrill, IIAP. – (2005) “Interview with Guillermo Arrevalo, a Shipibo Urban Shaman”. Roger Rumrrill. – (1995 y 2007) “Hablan los diablos Amazonía, coca y narcotráfico en el Perú”. Hugo Cabieses, Baldomero Cáceres, Róger Rumrrill, Ricardo Soberón. – (1995) “Pioneros de Loreto”. Fernando Barcía y Róger Rumrill. – (1989) L’autre chaussure – El otro zapato. Alfonso La Torre, Roger Rumrrill, Lupe Sarmiento, Catherine Saintoul। – (1986) “Yurimaguas: capital histórica de la amazonía peruana”. Róger Rumrrill, Carlos Dávila Herrera, Fernando Barcia García. – (1986) “Madre de Dios: el Perú desconocido”. Gustavo Vera Morales; Róger Rumrrill. – (1984) “Amazonía peruana: guía general, economía, historia, cultura, turismo”. Róger Rumrrill, María Luisa de la Rocha. – “La región de la Amazonia y el impacto en la zona fronteriza Nor-Oriental”. Roger Rumrrill, Felipe Portocarrero। – (1981) “Acerca del Pacto amazónico”।M. Elena Medina P. y Róger Rumrrill. – (1981) “La Alpaca, ese camélido desconocido”।Róger Rumrrill, Ángel Avendaño, C arlos Dávila Herrera, Alpaca Perú EPS। – (1976) “Los condenados de la selva: Amazonia y capitalismo”। Roger Rumrrill, Pierre de Zutter।


TUMBA del RELAMPAGO, Por Jorge Zavaleta Alegre, Diario16, Madrid





Manuel Scorza, uno de los narradores más destacados del Perú escribió La Tumba del  Relámpago, novela en la cual Genero Ledesma  Izquieta habla  de las luchas sociales en los andes centrales  de América Latina. GLI, acaba de morir a los 86 años de edad,  el  1 de Abril del 2018, dejando una hermosa lección de vida en la lucha por los derechos  de los mineros.

Origen de los cataclismos que amenazaron con rajar el mundo. Este es el título de un capítulo de una novela de  Manuel  Scorza, en la cual habla  del  sueño  y la obra  del movimiento  Obrero, Campesino y Juventudes del  Perú.

Primero vio vientos que se contradecían. Las montañas seguían inmóviles. Pero los vientos se contradecían. Por el movimiento de los árboles se percató de que no eran ordinarios. «El aire sopla en una sola dirección». 

Estos vientos iban y venían hacia todos los horizontes. Una mitad de los bosques doblados por los vendavales se torció hacia Occidente. La otra hacia Oriente. Y, lo más absurdo, las hojas de los árboles que no castigaban los vientos de Oriente u Occidente, caían hacia arriba. 

La lluvia también cambió de dirección. «Llueve de la tierra al cielo». Entonces, la multitud advirtió algo. Hasta ese instante entregado a pacíficos negocios el gentío de la plaza examinaba, regateaba, trocaba, disputaba la mercadería de una Feria Dominical concurrida. El sopor del mediodía se rajó. Acometida de pánico, la multitud se lanzó a correr. 

Entonces el suelo empezó a ondular como si alguien avanzara serpenteando bajo la tierra. «Sólo el dios Kolliriqui es capaz de caminar cinco años bajo tierra. No puede ser él. Debe ser un terremoto». Pero el cataclismo crecía con demasiado cálculo, como para serlo. 

En los cuatro rincones del mundo, la tierra temblaba, ondulaba, con la misma velocidad. En eso el cataclismo se detuvo. Y escuchó el jadeo que salía clarísimo debajo de la tierra. No uno: seis jadeos. Observó que los ojos de la cabeza miraban hacia las esquinas donde el resto del cuerpo, despedazado, comenzaba a juntarse. 

Y comprendió que era Inkari2, el disperso cuerpo del dios Inkari que se reunía bajo las entrañas de las cordilleras que ahora volvían al cataclismo. Montañas colosales se elevaban, se abajaban, cerraban planicies, cegaban precipicios, grandes ríos, despellejaban llanuras, tapiaban ríos, cataratas. «El fin del mundo será», se aterró. 

«¿O el comienzo verdadero?». Jadeando más todavía, resoplando, los brazos y piernas, el vientre, el pecho desgajados del cuerpo de Inkari, se abrían paso, reptaban hacia la cabeza que en el centro parpadeaba ahora con furor, con alegría, con nuevo furor, como ordenando, como aceptando. ¡Inkari volvía! ¡Inkari cumplía su promesa! En vano los extranjeros lo habían decapitado, destazado3 su cuerpo, enterrado sus restos en los extremos del universo. Bajo la tierra, el cuerpo de Inkari había seguido creciendo, juntándose, con los siglos. ¡Y ahora, por fin, se reunía! «Cuando mis hijos sean capaces de enfrentarse a los extranjeros, entonces mi cuerpo divino se juntará y saldrá de la tierra para el combate final», había anunciado Inkari. ¡Se cumplía!

Maravilla espantado, el tusino Remigio Villena contempló el prodigio tejido en uno de los ponchos de doña Añada. Infinidad de veces, había admirado en ese poncho, la escena inmóvil del descuartizamiento de Inkari. ¡Ahora, por primera vez, veía! El poncho cobraba vida ante sus ojos. En el tejido, Inkari juntaba sus miembros, salía triunfante de la tierra. ¿Era llegado el momento?

Esa noche de agosto, a los 39 años de su edad, el ganadero de Tusi, Remigio Villena, comprobó que doña Añada, la ciega de Yanacocha, se había confundido. En la desesperación de su ceguera, creyendo tejer el pasado había tejido el porvenir. No pudiendo avanzar bajo la luz, por el Mundo de Afuera, la ciega había viajado por el Mundo de Adentro. Y en alguna andanza, llegada a alguna encrucijada, doña Añada se había extraviado. Y sin saberlo, había recordado lo que todavía no había sucedido. 

Esto amedrentaba a Remigio Villena. ¡La ciega de Yanacocha no había tejido el pasado, sino el futuro! Comerciando ganado, Remigio Villena, había visitado Yanacocha. Sólo años después supo que, mientras él negociaba, la ciega había sido expulsada de la casa de un principal de Yanahuanca, sirviendo en cuya cocina había gastado la vida. En su desamparo, la ciega recordó su aldea natal y retornó. 

Los comuneros de Yanacocha acogieron su desgracia: la autorizaron a vivir en la casita abandonada que se distinguía desde la loma Escapata. Agradecida, ella prometió tejer la historia del pueblo. Poco después, las autoridades de Yanacocha comenzaron a recibir sus muestras de gratitud: desconcertantes productos -supusieron, apiadados- del desvarío de una invidente que confundía todo sin remedio. Por esos años se rebelaron contra los grandes propietarios que usurpaban sus tierras. 

El reclamo terminó en una masacre. Uno de los sobrevivientes recordó después haber antevisto6, en sueños, la carnicería. Luego recordó mejor. ¡No había asistido a la masacre en sueños sino en uno de los ponchos tramados por doña Añada! Nadie creyó al alucinado. Pero cuando las fiebres lo perdonaron, el sobreviviente viajó a Racre. 

Deslumbrado, estupefacto, comprobó que en el poncho -¡tejido cinco años antes!- la ciega había descrito la sublevación y la masacre. Tan minuciosamente que el sobreviviente reconoció hasta los mofletes del Capitán que había comandado el crimen. En el tejido constaban los rostros de todas las víctimas. 

¡Si alguien se hubiera percatado antes del inestimable valor de los ponchos! Las autoridades del pueblo ordenaron recolectar todos los tejidos de la ciega. Sólo consiguieron recuperar cuatro. Volvieron a espantarse: en dos reconocieron escenas ocurridas después de la muerte de doña Añada; los otros mostraban escenas que nhttp://diario16.com/la-tumba-relampago/adie logró descifrar.

¿Era llegado el momento?

Todo el día, sin moverse para nada, siguió observando los cataclismos que estremecían el poncho. A medida que la luz declinaba, Remigio Villena vio debilitarse el tejido: los colores eran menos intensos. Hacia el atardecer, el cuerpo de Inkari regresó a la tierra, sus miembros volvieron a separarse y a dispersarse bajo las colinas, los ríos, los enormes bosques. Y la cabeza, sola de nuevo, cerró los ojos.