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martes, 31 de julio de 2018

LA GUERRA COMERCIAL DE TRUMP A CHINA Y EUROPA


El economista peruano Óscar Ugarteche expuso en Lima una conferencia titulada "La guerra comercial de Trump". Las repercusiones de una política comercial proteccionista en una economía tan grande como la de Estados Unidos van más allá del encarecimiento de ciertos productos vitales para la industria y las cadenas de valor global.

Las tensiones generadas en una guerra económica con otros importantes actores globales como China, la UE y otros, pone en juego la estabilidad de la economía mundial y cuestiona la legitimidad de los espacios multilaterales que son los llamados a poner orden en estos asuntos.

Las represalias arancelarias tomadas por otros países en respuesta a la decisión del gobierno de Trump no solo son la muestra de que ni el más poderoso puede tomar una medida unilateral de esa naturaleza en una economía globalizada, sino que también tendrá consecuencias sobre las economías en desarrollo.

En ese contexto, es importante analizar los impactos directos e indirectos que habrían sobre nuestras economías, lo que abre una oportunidad para discutir sobre una nueva articulación de América Latina en la economía global.

La conferencia magistral  dictada por el Dr. Oscar Ugarteche, Investigador Principal del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Recientemente ha publicado "Arquitectura Financiera Internacional. Una genealogía (1850-2015)", bajo el sello editorial de AKAL/Inter Pares.

 Cuáles serían los efectos de una guerra comercial entre Estados Unidos y China. La revista británica The Economist analizó los escenarios posibles del enfrentamiento entre las dos primeras economías mundiales. 

Qué consecuencia sentirían los productores asiáticos y cuánto sufrirían los consumidores estadounidenses si se aplica la tarifa del 45% a bienes chinos que propuso Donald Trump

Una conflicto de tarifas podría afectar precios en Estados Unidos y empleos en China (Adrián Escandar)

Desde el inicio de la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acusó a China de manipular su moneda, de robar propiedad intelectual estadounidense y de "quitarles los empleos" a los trabajadores de su país, situación que prometió revertir creando fuertes aranceles a las importaciones chinas.

Beijing reaccionó ante cada crítica e incluso el presidente Xi Jinping advirtió en el foro de Davos que "nadie saldrá victorioso de una guerra comercial" y que la economía global "es un gran océano del que uno no puede escapar".

¿Pero en qué consistiría esta guerra comercial entre las dos primeras economías del mundo?
La revista británica The Economist considera en un reciente artículo que un primer campo de batalla sería la Organización Mundial del Comercio (OMC), en la cual el gobierno de Barack Obama ya había iniciado una serie de denuncias contra China frente a la práctica del dumping, inundar un mercado con productos baratos, y otras medidas prohibidas por los acuerdos internacionales.

En este escenario, Trump podría aumentar la cantidad de causas o incluso lanzar denuncias de dumping desde el mismo gobierno, en lugar de incentivar a empresas estadounidenses a hacerlo —la doctrina de Obama—, o de subsidios excesivos por parte de Beijing.

China podría responder entonces con el bloqueo de sus importaciones de alimentos estadounidenses citando supuestas infracciones de seguridad e higiene.

La OMC tiene herramientas y reglas consensuadas para mediar en estas disputas y evitar una escalada, pero lo cierto es que el organismo podría ser un primer escenario de tensiones.

Los mayores temores, sin embargo, vienen de una confrontación por fuera del sistema de las Naciones Unidas si la Casa Blanca no obtiene lo que busca en ese foro mundial, según consigna The Economist.

Trump prometió en campaña una tarifa del 45% para los productos chinos, que en la práctica funcionaría como un impuesto a la electrónica y la vestimenta, trasladable a los precios.

Los productores chinos sufrirían, pero los consumidores estadounidenses, en especial los más pobres, serán quizá los más afectados en un mercado en el que la mayor parte de los textiles y los aparatos electrónicos son chinos.

Una suerte similar tendrán los productos estadounidenses que se nutren de componentes chinos, cuyos precios podrían también subir en el contexto de una guerra comercial.

Además, una tarifa del 45% violaría las bases de la OMC y China podría reaccionar también por fuera del organismo e ir contra las importaciones de soja desde los Estados Unidos, su segunda exportación al gigante asiático y una actividad comercial vital en estados agrarios como Iowa, de donde proviene el embajador estadounidense en China.

El presidente chino, Xi Jingpin, dijo en Davos que “nadie saldrá ganador de una guerra comercial” (Reuters)

No todos serían perdedores. Al menos en el corto plazo, la Casa Blanca vería un crecimiento en su recaudación tributaria y algunas empresas estadounidenses se beneficiarían del proteccionismo.
Por otro lado, desde hace años China está intentando dejar atrás su identidad de "fábrica del mundo" y fomentar una economía basada en su propio mercado interno, según consigna la revista Forbes, por lo que podría estar mejor preparada de lo que espera para una guerra comercial.

En 2016, los Estados Unidos exportaron 125.300 millones de dólares a China, mientras que recibió 484.000 millones de dólares en importaciones del gigante asiático, según Panjiva, una empresa que mide el comercio global.


China, preocupada por el giro proteccionista de Trump: "Una guerra comercial con EEUU perjudicaría a ambos países"

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