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sábado, 3 de marzo de 2018

LA PINTURA DE JULY BALAREZO

Una calle antigua , lienzo de July Balarezo 2001 


Por Jorge Zavaleta Alegre
Marzo 1, 2018,  Emmitsburg.
La obra docente de Teresa Mestres se conoce en diversos talleres de Lima, como la galería Borkas, La Hispania, Reducto, y en un excelente grupo multinacional, integrado por descendientes  pioneros japoneses inmigrantes al Brasil, que trabajó en los alrededores de Sao Paulo, marcó su vocación por la pintura. Su progenitor, en las noches de luna llena, pintaba y escribía haikus, en láminas de papel de arroz. La pintura le sirve como medio de comunicación con sus ancestros, y la posibilidad de volcar lo mejor de sí. Sus lienzos son de colores muy intensos y representativos de su cuna del Imperio del Sol Celeste.

July Balarezo: Conoció el arte desde muy niña, cuando en Chiclín, a cuarenta kilómetros de Trujillo, se formaba una pinacoteca representativa del norte del país y el primer museo precolombino, hoy Museo Larco de Lima. Con sus estudios de historia, el ejercicio de la docencia y su infatigable estudio de la literatura y cine, llega al Taller Mestres para interpretar, principalmente, con motivos abstractos, una visión lírica del mar, los poblados cordilleranos y las caletas donde se conjugan algunos de sus personajes. 

Valeria Susti: Formada en el Museo de Arte de Lima, ahora profesora de acuarela, es también una apasionada organizadora y promotora de Concursos de Caballos de Paso, actividad que la acerca más a la naturaleza fresca, cubierta de rocío y encanto cotidiano. Ha participado en 46 exposiciones entre Perú y Honduras, como en Noche de Arte en la residencia de la embajada de EU en Perú y otros exigentes escenarios. Su creación incide en los corceles, chalanes e indumentaria, cuya crianza se ha convertido en evidente sincretismo iberoamericano. 

Lucy Gutiérrez: Acuarelista, lingüista egresada de la Universidad Católica del Perú, editora de “La Niña de la Guerra”, autobiografía de Teresa Mestres, ha decidido aprender algunas lenguas amazónicas, labor que enriquece su arte pictórico y literario y su creciente interés por conocer el rico y emergente país multicultural y multiétnico, ignorado y violentado secularmente.

July Balarezo, profesora de Historia  y Geografia,  apasionada maestra  de ninos y jovenes de diferentes centros de educacion  del Peru, tambien volco su amor por la educacion  a traves de la  pintura y conocimientos de cine. Este   marzo es un mes propicio para recordar tu obra que se encuentra en diferentes casas  de la  Familia: en  Trujillo, Lima, Estados Unidos y Alemania. Hoy y siempre vive en nuestra memoria, evocacion que compartimos hoy  junto con  Yuli y Jorge.  

Las dos crónicas que siguen a continuación  son  ilustradas, precisamente por  July Balarezo. Gracias a ella a  July y Jorge, hoy recordamos  su vocación:

Mi infancia transcurrió respirando el perfume de una Madreselva, sembrada y cuidada por mi Madre. Alimentó mi sensibilidad por  la naturaleza. Una noche pregunté a ella si era  necesario incendiar el cerro como una plegaria a San Juan. Me contestó, sin mediar silencio alguno: “esas llamas,  con el viento, extienden las cenizas y cubren el cielo, pues el primer  efecto dañino recae en los ojos”. Con el tiempo estas percepciones ayudaron a entender que es mucho mejor sembrar flores, sin  descuidar la producción  de  alimentos. Las flores siempre han servido para buscar y lograr armisticios.

El mercado de flores  representa uno de los negocios más grande del mundo. En los países tanto desarrollados como en desarrollo, el valor estimado a nivel global supera US$100.000 millones al año.  En varios países latinoamericanos, las flores están conquistando terreno. Colombia, es el mayor productor después de  Holanda, según su ministerio del ambiente.

En la década de los ochenta, huyendo de la violencia en Colombia, un empresario  alemán con  experiencia en  floricultura llegó al Perú, y se instaló en  Caraz, capital del Callejón de Huaylas, región de nevados y lagunas,  con  tradición cultural y generosa gastronomía.

Pero se encontró  con la barbarie  de  Sendero Luminoso, que amenazó de muerte a este visionario germano, cuyo delito  fue mejorar las condiciones  de vida de más de dos  mil mujeres, que disponían de cunas y escuelas para los niños  y la  Municipalidad Provincial recibía crecientes impuestos. Su negocio de exportación de claveles a Miami, provocó la crítica  de los  hombres y de una clase media enfermda de pasado, que  sintieron  el efecto  de la liberación de sus mujeres asalariadas.

Las  flores también han servido de pretexto para generar conflictos. Nuestra historia de amor con las rosas es larga. Los romanos la consideraban como el símbolo de Venus, la diosa del amor. Se han lidiado guerras en su nombre y Shakespeare les dedicó sonetos: “Dios nos dio la memoria para que pudiéramos tener rosas en diciembre"

A las personas  que  fascina vivir acompañados de las flores cortadas, las quieren  todo el año y por precios más bajos. Es por ello que cada vez más provienen de lugares en los que el sol rara vez se oculta.

Holanda lidera el mercado mundial de flores. Los tulipanes y lirios encabezan la lista. Siete  millones de tulipanes se subastan cada día en el mercado de holandés.

En Colombia, la rosa es la flor más vendida para la exportación pero, a diferencia de otros lugares, las flores exóticas son una porción importante de la oferta.

En Ecuador,  las rosas son de lejos las líderes y unas 60 variedades se cultivan para la exportación. En estos últimos años, el negocio se amplía a obsequiar una bella  canasta de frutas.  Las flores liman algunas de las asperezas de la vida y la hacen mucho más agradable para mucha gente. También mantienen a mucha gente, en muchos lugares del mundo.

Hasta países que nunca las habían cultivado comercialmente se han convertido en líderes en el mercado. Kenia, por ejemplo, en cuyas plantaciones trabaja gente que jamás había visto una rosa, logró en 30 años llegar a disputarle el tercer lugar entre los mayores productores de flores del mundo a Ecuador.

Además de Colombia y Ecuador, en Latinoamérica, Costa Rica y México han emergido recientemente como productores y exportadores globales.

Historia de la Madreselva. La Estación Biológica Madre Selva (3,37'2 "S, 72,14'8" W) es la primera y más desarrollada de las estaciones de campo del Proyecto Amazonas, y tiene la capacidad de albergar a los grupos más grandes. Fundada en 1994, Madre Selva protege 192 hectáreas de terreno. A través de un acuerdo con la vecina comunidad indígena Yagua de Comandancia, el Proyecto Amazonas maneja un área adicional de tierra comunitaria de aproximadamente 400 hectáreas para uso de investigadores y otros usuarios de la estación.

 En Caraz, Isaías Zavaleta Figueroa, junto con el poeta Hernán Osorio Herrera, hizo periodismo y veladas literarias en Radio Claridad, una sonora muy apreciada por la ciudadanía, un modelo de comunicación sustentada en la ética, las buenas costumbres y la solidaridad puesta a prueba. Muchas  veces escuché poesías, canciones dedicadas a las Madreselvas, las rosas y claveles…Mis hermanos Hélida y Adolfo, en Trujillo, en recuerdo a su infancia también cuidan sus madreselva y buganvilias.

Aún queda en pie la casa del escritor Isaías, conocedor de la resistencia de materiales y de la energía solar, construyó una cálida vivienda que soportó el infausto terremoto del 70 y que sirvió de breve refugio para los vecinos. Queda también aquel intenso perfume de las enredaderas de Madre Selva, de claveles y jazmines que sembró y cuidó Elena, su compañera eterna. Elena, la mayor de nueve hermanos, fue hija de Porfiria y Víctor Alegre, un juez probo, reconocido por los pobladores de Huaylas, especialmente por los campesinos, por la justa distribución de las aguas, sorteando la presión de gamonales.

En la ciudad de Caraz, se cultiva más de 50 variedades de flores todos los días del año. En la actualidad existen alrededor de cuatro mil pequeños productores, quienes todos los miércoles participan en una feria que se realiza en el coliseo multiusos de esa ciudad.

En mi infancia escuché de las mujeres que cultivan flores la siguiente  leyenda: en las riveras del río Santa, vivía una  linda mujer, de pelo muy largo, llamada Anahí. Durante todo el día, mientras limpiaba, deleitaba a toda la gente de su comunidad, camino a la laguna de Parón. Esta historia toma nombres distintos según el pueblo que cultiva madreselva.

Llegaron los invasores, atrevidos y aguerridos seres que arrasaron las comunidades y les arrebataron las tierras, sus ídolos y su libertad. Bolívar, en su campaña libertadora, descansó  en Caraz, y  quedó  impresionado  de la belleza femenina. De allí  surge una literatura picaresca de la conducta de Bolívar, pero que no tiene ninguna relación con la historia de los comuneros nativos.

Anahí fue llevada cautiva. Paso muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que una tarde logró escaparse. Mientras corría, se le enganchó el pelo en un árbol. Este percance  ayudó a los invasores a poder atraparla. Como castigo por haber escapado, la ataron a un árbol y  encendieron una hoguera. Ella sin murmurar palabra, sufría en silencio. Cuando el fuego comenzó a subir, su pelo se fue convirtiendo en una enredadera de pelos, un asombroso milagro.

Al amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de una hermosa enredadera de flores blancas y hermosas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.                                                                                                                                                      
 La “madreselva” más conocida, es una enredadera de la familia de las Caprifoliáceas cuyo nombre técnico es Lonicera japonica.
Lienzo de July Balarezo, Trujillo, diciembre  201o

Las “madreselvas” en general son enredaderas de rápido crecimiento. Todas florecen en primavera y verano con delicado perfume y son de vigor medio, aptas para cubrir una pérgola (recordar que no pierden su follaje en invierno) o cubrir una pared.  Antes de que empiece el verano 2017, en Emmitsburg,  junto con July  y Bob  sembramos  una MadreSelva, que ya empezó  a florear y brotar un tenue perfume,  como la  Madre Selva de mi infancia.




ECUADOR EN LA LINEA MERIDIONAL



Pinturas:   July Balarezo Alayo - Lima, Una aldea en los Andes
Oswaldo  Guayasamín, Ternura, Museo en Quito
Texto: Jorge Zavaleta Alegre 
Mi infancia  fue influenciada por la radio. Las emisoras del  Ecuador  cubrían, con extraordinaria claridad, el  firmamento. Las ciudades del Callejón de Huaylas, al pie de una cadena de nevados, tenían como compañía, los pasillos y   sanjuanitos,  y pasajes literarios de Huasipungo. Eran tiempos en los que la  enemistad oficial, alimentada por los gobiernos de Perú y Ecuador, era una  fuente de corrupción, en una incontenible carrera armamentista.  Cuando, años después, en 1965,  viajamos con mis compañeros  de la  Universidad de Trujillo, comprobamos que la solidaridad ecuatoriana era amplia, generosa.

En las líneas siguientes,  una pequeña  explicación. Un compañero de promoción, que nos daba  lecciones de periodismo gráfico,  Gustavo Álvarez, llevó una exposición de fotografías del  Gran Pajatén, ciudadela de piedra y madera, construida antes de la  cultura Inca, en la Amazonía del departamento  de La Libertad, en el Norte del Perú, cruzando el caudaloso Marañón.

El nacionalismo alimentado en las aulas peruanas nos traicionó. Visitamos al  entonces  embajador peruano en Quito para solicitarle  un espacio que permitiera  la exposición gráfica. Y el diplomático de Torre Tagle, prácticamente nos expulsó  de su recinto. Nos dijo que sería una provocación para alejar aún más las relaciones. Y con la puerta en la cara, nos fuimos  a la  Casa de la  Cultura de Ecuador donde nunca nos imaginamos que la acogida iba ser tan generosa. “Gracias por  venir a esta casa, que es de todos, regresen mañana para darles respuesta”, nos dijo su Director.

Estuvimos en la cita, antes que se abrieran las puertas de la institución.  Y coincidimos con el Director. “Pasen, pasen, este  es el ambiente asignado”. Las  cincuenta imágenes del Pajatén estaban colgadas  en marcos de madera y con una pormenorizada explicación de lo que significaba el  trabajo del periodista.  Les agradezco por su contribución.  Y luego invitó a GA a firmar  un recibo  como pago por la contribución al conocimiento  y la necesidad mantener  la unidad de los pueblos vecinos.

El Ecuador ha sido y es tierra de artistas. Esta tradición hunde sus raíces en el remoto pasado, que reaparece con múltiples creaciones de cerámica y metalurgia, que ha rescatado la arqueología.

Hacia finales del siglo XIX, varios artistas conformaron  la avanzada de un arte, la pintura, que ocupará un papel predominante en el panorama de la cultura contemporánea del país. Obras importantes como Capilla del hombre, El tamaño sí importa, del artista Roberto Jaramillo, obtuvo el premio Adquisición Salón Mariano Aguilera, 2005. Otra muestra famosa es Perchero, de la artista Mariana Fernández de Córdova, el mismo que está elaborado en metal, hierro forjado y aserrín encolado.

Sin duda el pintor contemporáneo  es Oswaldo Guayasamín, cuyo museo en Quito es  un lugar de imprescindible visita.

La literatura ecuatoriana se ha caracterizado por ser esencialmente costumbrista y, en general, muy ligada a los sucesos exclusivamente nacionales, con narraciones que permiten vislumbrar cómo es y se desenvuelve la vida del ciudadano común y corriente.

De escritos antes de la llegada de los españoles, no se tiene ningún registro. En la época colonial en cambio, existen varios escritos de indígenas ecuatorianos en quechua. El más famoso de ellos es la llamada Elegía a la muerte de Atahualpa, atribuida a Jacinto Collahuazo, un cacique nacido en las cercanías de la ciudad de Ibarra. En  poesía, el máximo representante en Ecuador para esta época es el padre Juan Bautista Aguirre (1725-1786), nacido en Daule. Otros artistas  coloniales ecuatorianos son Antonio Bastidas y Jacinto de Evia.
July Balarezo, (Trujillo-Lima 2013) Taller Mestres Barcelona-Lima

Precisamente, la novela Cumandá con las rebeliones indígenas de la época,  es un  libro de A. La Costa como correlato del afán integrador alfarista, el realismo social, el relato urbano, las corrientes narrativas a partir de los setenta o el joven relato actual con la migración como fenómeno sociodemográfico de referencia. 

Tal vez el argumento más convincente a favor de la rebelión de Jorge Icaza es que la miseria del indio es incesante; el sufrimiento del indígena en sus relatos aún persiste. Fue el representante de la novela indigenista.  En 1933 su obra teatral El dictador recibió duras críticas de las autoridades, por lo que comenzó a escribir novelas y, aunque abrió una librería, nunca abandonó su cargo gubernamental.

La publicación de su primera novela, Huasipungo (1934), es la novela indigenista.  La crítica despiadada de los abusos del capitalismo y de la explotación de los indígenas, fue recibido con desagrado por las clases más pudientes de la sociedad ecuatoriana y por la Iglesia, y muchos lo criticaron afirmando que era un libro pobremente construido y escasamente interesante, mientras que otros alabaron la fuerza y la belleza del lenguaje, y su maestría a la hora de describir los ultrajes a los que eran sometidos los pueblos indígenas.

Los tiempos no  han cambiado  mucho. Solo una muestra:  Chevron, adeuda a las  comunidades del  Ecuador la suma de 19 mil millones de dólares, según el fallo judicial,  por la muerte de centenas de pobladores durante la explotación de petróleo con tecnología inadecuada  y la contaminación de las  fuentes de agua. Esta seguirá siendo una de las tareas más  importantes  del nuevo presidente del  Ecuador, Lenín Moreno, como  sucesor de Rafael Correa, según  las explicaciones de los pueblos fronterizos como la región de Tumbes, en  Perú, donde Lenin Moreno apoyó a través de la Misión Manuela Espejo, que brinda ayuda a la gente discapacitada en todo el Ecuador, sentimiento que emerge en las filas de  Alfaro Vive, movimiento popular que formó parte en su juventud, según nos explica el sociólogo Julio Rojas, en  La Aldea de Oro, en coautoría del sismólogo Julio Kuroiwa, libro que la Comunidad Andina presentó en su  sede en Lima, a fines del 2013.

















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