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Por Jorge Zavaleta Alegre.
En América Latina, entre el 1% y el 5% del presupuesto sanitario se destina a salud mental y de éste, más del 50% se gasta en hospitales psiquiátricos, según un diagnóstico de la Organización Panamericana de la Salud de 2016.
Si bien en toda la región hay una gran falencia en los servicios que atienden esta dolencia, en países como Perú y Colombia, que viven o han vivido fenómenos de violencia como Sendero Luminoso, Movimiento Túpac Amaru o las FARC, existen miles de personas cuya salud mental requiere atención efectiva.
El caso de Perú
En Perú, el 85% de las personas no acceden a servicios de salud mental. Dentro del presupuesto de salud, solo el 1,5% se invierte en salud mental, mientras que el 22% se destina a las redes de atención primaria, precisa la Organización Mundial de la Salud.
Hace poco más de un año se instaló la Dirección de Salud Mental a nivel nacional como órgano rector. Pero al igual que en otras partes de América Latina, existen déficits de profesionales e infraestructura en los servicios de salud, escaso involucramiento de los gobiernos regionales y locales y escasa participación comunitaria en el ámbito de la salud mental.
A su vez, existen pocas organizaciones de la sociedad civil que proveen apoyo en esta área, aunque hay cientos de pacientes con condiciones como trastorno de pánico y agorafobia, un miedo y ansiedad intensas a estar en lugares de donde es difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda.
Perú pudiera aprender de Madrid, en donde organizaciones como la Asociación Madrileña de Agorafobia (AMADAG) realizan terapias tanto grupales como individuales y acumulan una gran experiencia en el manejo de la ansiedad y las situaciones ligadas a ésta que ocurren durante el tratamiento de trastornos que limitan la vida de muchos pacientes.
El caso de Cuba
En Cuba, el 25% de las personas que acuden a las instalaciones de salud han sido diagnosticadas con depresión. Este país tiene la tasa más alta de suicidios en las Américas y el Caribe, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.
Siendo la salud de la población una prioridad nacional, no es sorprendente que el Ministerio de Salud Pública, en un esfuerzo intersectorial, que incluye a las familias y comunidades, haya fortalecido y ampliado su Programa Nacional de Salud Mental.
La psiquiatría se ha orientado hacia la Atención Primaria de forma que se han integrado este tipo de servicios dentro de las comunidades y se han adoptado estrategias preventivas. Existen 17 hospitales especializados en psiquiatría y desde 1995, se establecieron servicios psiquiátricos en todos los hospitales generales y pediátricos del país. Además, se lanzó un sistema nacional formado por más de una centena de centros comunitarios de salud mental.
A partir de 1995 se lanzó la innovadora solución de los “hospitales de día”, que son servicios psiquiátricos ambulatorios establecidos en la comunidad, donde las personas con trastornos mentales más severos pero que no requieren hospitalización, pueden acudir de lunes a viernes. Los hospitales de día operan a partir de los centros comunitarios de salud mental y ofrecen servicios adicionales de acuerdo con las necesidades de cada paciente.
Si bien la situación en Perú y Cuba muestran diferentes necesidades y formatos de ofrecer servicios de salud mental, hay muchos otros países como Alemania, Italia y España que tienen modelos que podrían servir como ejemplo, y que emergieron después de la Segunda Guerra Mundial, según explica Amaitlp, organización que ayuda a personas con Trastorno Límite de la Personalidad y a sus familias.
¿Cuál es la situación de la salud mental en el tu país? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en twitter.
Jorge Zavaleta Alegre, agregado de prensa en la Embajada de la República de Italia, Centro Italiano de Cultura, Fondo Ítalo Peruano y PNUD.
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Costa Rica atraviesa una etapa de su desarrollo que la coloca en una situación especial en cuanto a sus indicadores de salud, perfil demográfico, desarrollo de los servicios públicos y grado de alfabetización, entre otros. Esas condiciones favorables han influido en el perfil de salud de la población de suerte que en la actualidad las tasas de morbilidad por enfermedades infectocontagiosas han sido sobrepasadas por las correspondientes a las enfermedades crónicas, entre ellas los trastornos mentales y del comportamiento.
La respuesta está en la promoción de la vida en familia desde diferentes sectores, principalmente, educación y trabajo.
Desafortunadamente es un derecho por el que pocos abogamos y procuramos, debido a las resistencias individuales y falta de educación que generan los prejuicios y a la vez alimentan más esa resistencia a sentirse “locos”. Sin embargo, es importante cómo estas resistencias y prejuicios se ven minimizados ante la exigencia de alguien más, alguien ajeno a mí y a mi deseo de hacer las cosas por mi mism@, pues en mi experiencia como terapeuta y me he dado cuenta que lo que nos ha ayudado a tener ese acercamiento y aportación para el trabajo con los problemas de salud mental son las parejas, pues, en muchos casos, desde mi experiencia, las personas deciden acudir a terapia psicológica por demanda de la pareja o escuela y es a partir de este acercamiento en el que podemos trabajar y contribuir en la disminución de enfermedades o trastornos mentales. Pues en casos de comunidades de escasos recursos muchas personas tienen que vivir en situación de calle debido a que las familias no pueden solventar padecimientos como esquizofrenia y terminan abandonándolos.