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lunes, 18 de diciembre de 2017

Caminando Juntos por Nora Castillo

 Caminando Juntos. Primero fue una necesidad, una idea, luego un sueño y hoy una maravillosa realidad; así nació la Asociación de Padres y Amigos de los Excepcionales que hoy cumple 41 años de fundada junto al Centro Educativo Especial Juan Pablo II.

A propósito de este proyecto, Nora  Castillo,  una de las prormotoras de APAE, nos habla de la aceptación incondicional, como un concepto que permite plasmar  propósitos planteados cuatro  décadas atrás. Junto con la práctica de valores sociales, han conseguido también la próxima inauguración de un internado temporal que lleva el  nombre de Juan Pablo II. Leamos esta crónica que forma parte  de la Revista institucional, una reflexión  que estimula  la  Educación  y la Salud, como herramientas indispensables para la mejor convivencia, es decir la  Vida. 
Aceptemos incondicionalmente la vida tal y como realmente es, en lugar de exigir que sea diferente a como es. Aceptación no es resignación, abandono, sino intentar aquello que se puede cambiar y no juzgarse a sí mismo ni a los demás en función a la conducta ni de las circunstancias.

Albert Ellis (psicoterapeuta, creador de la Terapia Racional Emotiva, REBT) propone el concepto de autoaceptación; que consiste en lo que podríamos llamar: “El amor incondicional a nosotros mismos” querernos y valorarnos por el hecho de existir, sin calificaciones en ninguna escala de valores  (podemos calificar las conductas y no a las personas). Esto mismo está referido a los otros.

Esta filosofía es inminentemente humanista y Albert Ellis define este enfoque como “humanístico”, “humanístico existencial”, o “humanístico científico”.

Esta orientación de Ellis es definida por diferentes razones, entre las que destaca: El reconocimiento y aceptación de las personas como seres falibles.

La ubicación del hombre en el centro del universo; es decir, como el principal responsable de alterarse o no (sin ignorar las limitaciones y condicionamientos biológicos, ambientales y circunstanciales)”

Publicado por el Instituto RET de Barcelona.
¿Qué sucede a nivel personal cuando un niño especial llega a nuestras vidas? La primera emoción que se presenta es el miedo y poco a poco ciertas emociones se van sumando, formando un castillo de incertidumbre y desazón ante lo desconocido.

¿Cómo afrontar esta situación con la que nunca soñé? Se preguntan los padres. ¿Qué podemos hacer? Un sin número de pensamientos llegan y el abatimiento se convierte en tu compañero inseparable. Comienza la búsqueda sin fin cuando tienes el diagnóstico y una etapa de duelo y no aceptación frente a una evidente realidad.

En este punto se sugiere tener ayuda especializada comprendiendo que nuestra mejor alternativa es trabajar los puntos de quiebre que han surgido frente al hecho concreto. La aceptación a las situaciones que no podemos revertir; es sabiduría plena.

Si este niño especial pudiera expresarse y decirles:
-Padres: Les pido ponerse en mis zapatos y aceptarme como soy. Si no llego a hacer lo que ustedes desean, no es que no quiera; es que no puedo. Vengo ávido de amor y comprensión con los seres que me trajeron a este mundo, sin haberlo pedido.

Soy un frágil capullo en flor que necesita de ustedes para poder vivir; o quizás, sea esa estrella fugaz que cayó del firmamento para mostrarles un mundo diferente y en otra dimensión.

Me gustaría decirles también…
Que sean mis ojos, si no puedo ver.
Que sean mis oídos, si no puedo escuchar.
Que sean mi voz, si no puedo hablar.
Que me tomen de la mano para guiar mis
pasos…

Yo desde lo más profundo de mi corazón y de miser, les diré: “Los amo profundamente y me siento inmensamente feliz por proporcionarme todo lo que necesito para existir; amor, comprensión y aceptación incondicional”.

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