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sábado, 11 de marzo de 2017

“La corrupción limeña contagió al resto del país”, por Marco Castillo Torres

“El tsunami Odebrecht puede servir de oportunidad para que el poder judicial nos sorprenda y aplique drásticas sanciones a peces grandes y chicos. En medio de esta tormenta el gobierno de PPK ha emitido decretos legislativos contra la corrupción”.
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En los sesentas parecía natural que los altos mandos militares gozaran de elevada posición económica; sin embargo, sus salarios no justificaban claros signos exteriores de riqueza. Las malas prácticas en la compra de armamentos y otras adquisiciones fueron extendiéndose al resto de instituciones del estado, habiéndose exacerbado durante los gobiernos militares de Velasco Alvarado y Morales Bermúdez hasta 1980, año en que la democracia elige a Belaunde por segunda vez, cuando el cáncer de la corrupción ya se había instalado en la sociedad peruana. El narcotráfico de fines de los ochenta comenzó a extenderse y en los noventa ponía representantes en el Congreso. Tras cuernos, palos.
La forzada descentralización lo que hizo fue extender los tentáculos de la corrupción limeña al resto del país. El estado se enfrenta ahora a la hidra de siete cabezas. El tsunami Odebrecht puede servir de oportunidad para que el poder judicial nos sorprenda y aplique drásticas sanciones a peces grandes y chicos. En medio de esta tormenta el gobierno de PPK ha emitido decretos legislativos contra la corrupción. Las normas en esta área solo serán útiles siempre y cuando se apliquen a todos por igual. No como siempre ocurre y la pita se rompe por el lado más débil con la complicidad del poder judicial.
Deseamos suponer que en nuestro gobierno regional y en cada uno de nuestros 166 gobiernos municipales se va a dar suficiente difusión a los decretos legislativos contra la corrupción promulgadas recientemente por el gobierno (DL 1243; DL 1279; DL 1307; DL 1326; DL 1327).
Dicha difusión debiera incluir talleres de capacitación para el cien por ciento de los servidores municipales, alcalde y consejeros. Ojalá que estos últimos participen y no pongan sus acostumbrados pretextos de estar muy “ocupados” haciendo nada. ¡Los ciudadanos conocemos de la enorme cantidad de horas útiles y de materiales que se pierden en nuestros municipios a costa de nuestros bolsillos!
El estilo burocrático de trabajo, si a eso se puede llamar trabajo, solo podrá cambiar cuando tengamos autoridades que den el ejemplo y lideren una transformación para cambiar las cosas, con jornadas laborales más productivas y de mayor beneficio para la ciudad y pobladores.
Las oportunidades de cambio y mejora continua están frente a nosotros, debemos exigir a nuestros gobernantes que dejen de estar anclados a su inaceptable conformismo. En nuestra Región, lograr saltos importantes de desarrollo que beneficien a nuestros pueblos y ciudades es perfectamente factible. Voces solitarias exigiendo el cambio será útil, pero mejor lo será si la sociedad civil lo hace de manera insistente y desde distintas plataformas colectivas.
Los colegios profesionales no deben estar ensimismados en sus sosos problemas gremiales, pues tienen responsabilidad frente al resto de la sociedad de exigir al gobierno regional y gobiernos municipales gestiones promotoras e innovadoras. ¿Y qué de nuestras universidades? ¿Acaso no tienen capacidad de aporte y vigilancia? Y ni que decir de los medios de comunicación radial y televisiva, pues su capacidad de observación y critica bien enfocada puede impulsar la gestión local a mejores estándares de eficiencia y productividad. Los organismos no gubernamentales, las cámaras empresariales, los clubs sociales también podrían interesarse más en temas del desarrollo regional y local. La indiferencia es síntoma de enfermedad social.
Ancash requiere mayor participación y vigilancia ciudadana en el desarrollo local y regional, de lo contrario continuaremos estancados.
*Marco  Castillo Torres. Economista, consultor internacional. Fue gerente general del  Banco Peruano: Corporación Financiera de Desarrollo del Perú en cuya  gestión se impulsó la descentralización del país con   el apoyo a la micro, pequeña  y mediana empresa.

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