Francisco Carranza
Romero
Pofesor de la Universidad de Corea del Sur y PUCP, en Perú
Diciembre de 2015: Por
acompañar a un extranjero que buscaba pepino del mar disecado llegué en taxi al
barrio chino, en el centro de Lima. El vendedor chino nos mostró una bolsita de
plástico con pepinos del mar. “¡Yes!”, exclamó alegre el extranjero. “Trescientos
cincuenta dólares”, respondió el vendedor. No compramos porque el precio nos
pareció una estafa. Para salir del barrio chino el taxi entró a una zona de
casas viejas y calles estrechas. “Aseguren las puertas y suban las ventanas.
Estamos en Cinco Esquinas”, nos advirtió el conductor. El “ombligo de los
Barrios Altos” era peligroso en pleno mediodía. Allí recordé el título de la
novela anunciada de Mario Vargas Llosa.
Cuando en marzo de 2016
fue publicada la novela “Cinco esquinas” (Alfaguara, 2016, Lima), de Mario
Vargas Llosa, la leí recordando los acontecimientos de la década 90 del Perú, ambiente de miedo y terror por las cinco esquinas. Está narrada con
estilo magistral vargasllosiano. Aunque muchas escenas son invenciones
novelescas, están basadas en espacios y acontecimientos reales; no son meras ficciones
porque el presidente Fujimori y el Doctor sí gobernaron Perú con métodos poco
inocentes por los que han sido juzgados después de ser extraditados: el Doctor
desde Venezuela, Fujimori desde Chile a donde llegó en avión privado desde
Japón. Algunos temas que sobresalen.
Prensa
servil
Rolando Garro, director
del semanario amarillo Destapes, al
servicio del Doctor, dice sobre la envidia y el morbo, mientras chantajea al ingeniero
minero Enrique Cárdenas con fotos comprometedoras de una orgía en que había
participado: “Hay en esta ciudad, usted lo sabrá de sobra, gente que quiere
hacerle daño. Por su prestigio, su poder y su fortuna. La envidia y el
resentimiento florecen aquí con más fuerza que en cualquier otro país” p. 25.
“El morbo es el vicio más universal que existe… Pero, sobre todo, en el Perú”
p. 98. Como el ingeniero Cárdenas no da los cien mil dólares estadounidenses,
las fotos salen en primera plana y en páginas interiores: “¡Magnate calato
haciendo chucherías!” p. 143. El escándalo alimenta el morbo de los limeños,
“los chismosos más chismosos que ha parido el universo” p. 188. Como Garro, otros
periodistas de la prensa amarilla se arrodillaron y sirvieron al poder.
Desapariciones
Las desapariciones no
son sólo de personas sino de documentos y objetos. El director de Destapes desapareció y su cadáver demolido
con torturas fue llevado a Cinco Esquinas. El ingeniero Cárdenas, el primer
sospechoso por haber sido víctima de Destapes,
es detenido, encarcelado y sufre vejaciones. El ruletero, al saber que los
policías buscan a su amigo Juan Peineta, le advierte: “Las cosas de la policía
no suelen tener ninguna lógica… Sólo un asunto está muy claro. Aquí se cocina
algo feo contra ti” p. 213 “… no me gustaría que te enreden en algo feo, o,
incluso que te desaparezcan. Sabes de sobra que aquí desaparecen a la gente y
no pasa nada porque la culpa de todo la tienen los terroristas” p. 215. El
anciano indigente Juan es detenido y torturado hasta firmar aceptando ser el
autor del crimen.
Después, el mismo
Doctor, para demostrar su poder, confiesa a la periodista Retaquita (Enanita) de
Destapes que él mandó ejecutar a
Garro por no obedecerle. “Fujimori será el presidente, pero el que manda y hace
y deshace es el Doctor” p. 232.
El Doctor era tan poderoso que hacía
desaparecer hasta los papeles que ponían en duda la nacionalidad del candidato
que llegó a la presidencia: “En pocos días, desaparecieron todos los indicios
de la falsificación y los jefes de la Marina que la descubrieron fueron
sobornados o intimidados para que callaran y destruyeran aquellas pruebas.
Éstas nunca salieron a la luz. La partida de bautismo fue arrancada
misteriosamente del libro de registros de la parroquia y desapareció para
siempre jamás” p 231.
El gobierno quería una fidelidad
perruna; de lo contrario: persecución, difamación, tortura y desaparición.
Sociedad
de apariencias
Una noche del toque de
queda une a dos señoras en una cama, y les despierta los morbos escondidos. “Maldito
toque de queda. Pero, claro, el terrorismo era peor” p. 9. “Bajo su mano, la
superficie de ese muslo era firme y suave, ligeramente húmeda, acaso por la
transpiración o alguna crema” p. 12. Con las aventuras homosexuales de dos
limeñas de la alta sociedad limeña, el autor muestra la vida de apariencias
sociales de algunas personas que van a misa, se confiesan, comulgan y se
califican de decentes viviendo con doble moral: ritos e hipocresía, y en la privacidad practican hasta
las relaciones en trío con la participación del esposo de una ellas.
Ambiente
premonitorio
La descripción de la
naturaleza y el tiempo es un anuncio de lo que ocurrirá: “Era un día gris y
húmedo, de cielo encapotado de nubes plomizas, tan feo que parecía presagiar
algo siniestro…. Había penumbra y un silencio profundo” p. 116. Era la mañana de
la publicación en Destapes de las fotos de la noche de orgía en Chosica hundiendo el
prestigio del ingeniero Cárdenas.
Gracias a “Cinco
esquinas” el lector puede imaginar y juzgar la década 90 del Perú con apagones,
bombas, asesinatos, prensa amarilla controlada por el gobierno, corrupción de
profesionales e instituciones y toques de queda.
Esa década 90 aún tiene
sus consecuencias en el siglo XXI porque muchos crímenes no han sido resueltos
y muchos autores no han sido sentenciados. En las excavaciones judiciales
aparecen cuerpos de niños y ancianos, de mujeres y varones; y sus familiares
los reconocen. Pero, muchos desaparecidos siguen desaparecidos. Gracias a la
labor de Comisión de la Verdad y Reconciliación hay datos de torturas, muertes
y desapariciones, campesinos quechuas en su mayoría. ¿Los autores? Los
terroristas de Sendero Luminoso y Movimiento Tupac Amaru, los policías y
militares. Además, aun contra la oposición de algunas instituciones, se ha
construido en Lima un museo para que no se repitan esos hechos violentos
contra los más indefensos: El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión
Social.
¿Pestañar
o pestañear?
Desde el punto de vista
lingüístico, Vargas Llosa, miembro de la Real Academia Española, prefiere el
verbo “pestañar” (que no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española
-DRAE-) y no “pestañear” como se usa en Perú y en otros países hispanos. En
DRAE aparecen “pestaña, pestañear, pestañoso”. “Le ardía la cara, pestañaba sin
cesar” p. 48 “Pestañaba sin cesar y tenía una expresión idiota” p- 161 (referidos
a Enrique Cárdenas). “Añadió, pestañando” (referido al Ruletero) p. 203. “Miró
largamente a la Retaquita, en silencio, ella no pestañó ni cerró los ojos. ¿Por
qué le decía el Doctor estas cosas a ella?” p. 241.
Los sufijos verbales
del infinitivo del romance castellano: -ear, -ficar, -izar, -ntar son derivados
del infinitivo latino de primera conjugación –are. En fin, quizás el uso de MVL se difunda.