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miércoles, 16 de marzo de 2016

Miles de latinoamericanos buscan luz, sin esperanza

Jorge Zavaleta alegre.-
En la primera década del presente siglo, la Unión Europea impulsó  un proyecto  de desarrollo local  en unas cien 
pequeñas localidades  de América Latina. La iniciativa comprendía  un panel solar, una docena de computadoras y una  
refrigeradora para conservar medicinas o vacunas. La población entusiasta empezó a colaborar. Los  niños recibían clases 
por Internet, fueron  vacunados para prever plagas endémicas, y la administración la asumía  un grupo  de padres
de familia, con el asesoramiento  de un "equipo multisectorial", es decir de un representante del Ministerio de Educación,
 Salud y Energía.

Todo parecía que empezaba a caminar bien,  muy bien. Pero no se  equivocó un representante del equipo 
técnico, cuando en la isla de Amantaní, en el Lago Titicaca,  que une Perú y Bolivia, afirmó que en el Perú,  como en el
resto de América Latina, el subdesarrollo muestra su cara más perversa: El individualismo. Cada sector del Estado  es una 
verdadera guarida de personas, sin mística, desmotivada, que no le gusta asumir decisiones en  grupo.

Un año después tuve oportunidad de visitar esa interesante iniciativa,  elaborada en Bruselas y Lima. Cada módulo había
dejado de funcionar  por diversas causas. La Telefónica no  ofrecía  una buena señal de Internet. Los maestros asignados
no vivían en el lugar. Y los enfermeros  no  llegaron para enseñar a vacunar. La  batería o acumulador de la energía solar había
cumplido  su ciclo. 

El  equipo supervisor de la Unión Europea  consideró  que no basta un  proyecto y recursos financieros, porque la tecnología
y la innovación demandan  una profunda modificación de la estructura del  Estado. Es mundo nuevo, que cabe en el  sueño
o la imaginación de un poblador. La estructura de los  Estados en América Latina, con excepción  de algunas gestiones aisladas
 de Bolivia,  Chile, Brasil, Ecuador, son entes cuasi virreinales, donde el poder se concentra en pocas personas. En el Perú
al presidente  la República, le encanta volar en helicópteros, ser recibido con olor a multitud. Y cada persona que asiste al acto
público, recibe a cambio, una  prenda de vestir con el logotipo del partido de tuno.

Estas historias se repiten cada día. En esta ocasión apreciamos que el  Banco Mundial  informa de un nuevo  esfuerzo:

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Una familia con su panel solar en Tucumán, Argentina
Mil millones de personas aún viven sin acceso a la red eléctrica alrededor del mundo, según el Banco Mundial y explica en las siguientes líneas algunos logros.
Para la gran mayoría de latinoamericanos el hecho de tener luz en casa o en la oficina les parece algo normal, común y corriente. Sin embargo, tanto en la región como a nivel global, hay millones de personas que aún no cuentan con este servicio básico.
Para los que viven en zonas alejadas donde las redes aún no han llegado, la solución está inclinándose hacia los paneles solares, que ofrecen un servicio que tiene el potencial de cambiar vidas.
En esta nota el BM detalla cuatro cosas que quizás no sabías de la tecnología solar:
Una alternativa rentable. A nivel mundial 1.200 millones de personas viven sin acceso a la red eléctrica,según un nuevo informe del Banco Mundial
Y al no tener una conexión confiable, estas personas gastan unos 27.000 mil millones de dólares cada año en iluminación y tecnología portable para los celulares, muchas veces dependiendo de alternativas ineficientes o peligrosas como los baterías de auto, generadores de querosene y las velas.
Es un gasto enorme, especialmente para las comunidades sumidas en la pobreza o que son económicamente vulnerables. La energía solar tiene un gran potencial para aliviar esto gasto, reducir el riesgo y ayudar a reducir la pobreza.

Ciudad vs campo

Casi cuatro de cada cinco latinoamericanos viven en las grandes urbes de la región. En este contexto, con niveles de urbanización tan altos existe una brecha significativa entre el acceso de servicios en las ciudades y el campo.
Por ejemplo, mientras casi el 99% de la población urbana tienen luz en casa, fuera de las grandes ciudades, 1 de cada 5 latinoamericanos en zonas rurales aún viven sin acceso a la electricidad.
Para ellos los paneles solares son una manera accesible y rentable de suministrar electricidad para iluminar sus casas, cargar los celulares e incluso escuchar la radio y hasta cocinar.
En Perú, más de 131.000 personas ya tienen luz a través de una iniciativa para aumentar la electrificación rural y unas 8.000 personas más la tendrán para el 2017, la mayoría en comunidades aisladas, pobres y vulnerables. Este pronóstico, sin duda, motiva una mayor fundamentación, al menos  en el Perú, donde 1 millón  400 mil empleados, en su gran mayoría no goza de formación. Es un militante del partido  ganador, que le otorga patente para cobrar un salario sin hace literalmente nada.
De manera similar, desde 1999, unos 21.000 sistemas solares se han instalado en áreas remotas en Argentina dando luz a edificios públicos, centros de salud, centros comunitarios y comisarías. Sin embargo unas 750.000 personas, la mayoría pertenecientes a comunidades indígenas, todavía no cuentan con una conexión eléctrica. Allí, los paneles solares también iluminarán y proveerán agua caliente en casas y escuelas en regiones remotas donde las redes eléctricas nunca han llegado.
" 1 de cada 5 latinoamericanos en zonas rurales aún viven sin acceso a la electricidad. "

Una tecnología que se dispara

Por más que la relación entre el sol y la electricidad se conoce desde hace casi dos siglos, es en los últimos años que las inversiones en la tecnología no dependiente de la red energética tradicional se ha disparado.
Según datos del Banco Mundial, en 2015 se invirtieron unos 276 millones de dólares en la industria de energía solar, una inversión 15 veces mayor que en 2012. Y esta tendencia sigue en aumento: se estima que existe una oportunidad de mercado equivalente a 3.100 millones de dólares con lo que se prevé alcanzar a 99 millones de hogares en todo el mundo para 2020.

Por un planeta más verde

A nivel global, la quema de queroseno para la iluminación genera 240 millones de toneladas de dióxido carbono, lo que equivale a 0,5% de las emisiones globales.
Con solo el reemplazo de las lámparas de queroseno por paneles solares en 2014 en África y Asia se ahorraron 1,4 millones de toneladas de emisiones de carbono.
Cómo región, América Latina tiene un gran potencial para las tecnologías de energía renovable y los paneles solares ofrecen una manera verde de conectar a esas comunidades que aún no tienen acceso a la electricidad a la vez que se contribuyen a reducir las emisiones, cuyos efectos están viéndose cada vez con más contundencia en las variaciones climáticas.
El cielo de Los Andes está tachonado de estrellas, que están tan lejos que no iluminan, solo invitan a la reflexión sobre el inmenso  daño que produce la  existencia tan desigual de las economías primarias y las sociedades desarrolladas.  En  América Latina se confunde el crecimiento que  beneficia a muy, muy pocos, en tanto no se promueva en serio la innovación y la tecnología, estrechamente ligadas  al estudio, al conocimiento integral, con respeto a la  Historia, la Cultura local, y en una distribución más equitativa del ingreso. Porque la desigualdad hiere, frustra, y pospone el futuro.