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lunes, 7 de noviembre de 2016

LA RIQUEZA YA NO ES PROPIEDAD DE LAS NACIONES


Jorge  Zavaleta Alegre
El absolutismo del libre mercado ha creado un mundo de infelicidad. Desde el 29  de Octubre de 1989 que cayó el Muro  de Berlín, el planeta Tierra se aproxima cada vez más a los abismos, como es el caso de los EEUU, donde el  Partido Demócrata, siguiendo la  tradición puede reencontrarse con la razón, pero el  Republicano, apuesta ahora a una aventura,  a la desesperación, para “evitar” el descalabro.

El ultra liberalismo, con presencia  delincuencial,  defiende al candidato Donald Trump. El  NY Times, principal  vocero de la “libertad económica”,  ironiza el liderazgo republicano:

“¿Quién necesita experiencia para ser presidente? Es verdad que Donald Trump tendría menos experiencia en el servicio público que cualquier presidente en la historia estadounidense, pero el conocimiento no sirve. Quizá el partido Know-Nothing en el siglo XIX capturó ese espíritu en su nombre…y Trump es la apoteosis de no saber nada. En mi carrera periodística, jamás he conocido a un candidato nacional tan desinformado, evasivo o pueril como Donald Trump. “¡Probemos la puerilidad para variar! ¿Qué podría salir mal?”

Los fanáticos  no creen  en las necesidades insatisfechas de la humanidad. Han traicionado al  padre de la Economía Política,  Adam Smith (1723-1790), pretendiendo ignorar  que la riqueza procede del trabajo  de la nación, es decir la primacía de los sentimientos morales, como sustento de la Riqueza de las Naciones.


MIGRANTES
EEUU es un país de migrantes. Actualmente, la segunda mayoría la representan los hispanos. Son más de 55 millones los que ahora viven en este  “tierra de oportunidades”. Según las encuestas el 12%  está habilitado para elegir a Hillary Clinton o a Donald Trump, aunque es muy baja la participación de la comunidad latina en las ánforas.  El cálculo es que cualquier candidato necesita algo más del 40% del voto latino para vencer. Obama en 2012 obtuvo el 71% de los votos hispanos, frente al 27% de su rival republicano, Mitt Romney.

El migrante latinoamericano forma parte de un alto porcentaje de indocumentados, con una ausencia de civismo  y que oculta simpatía con el candidato republicano, sinónimo de Fujimori, Pinochet o Videla o cuanto delincuente que ya falleció o vive en alguna playa o isla  del  Caribe o en un paraíso fiscal.     

No  es casual que muchos latinos critican, desde la lejanía, a las gestiones de Nicolás Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Cristina Fernández en Argentina y últimamente a José Mujica y su esposa, personajes que la Historia sabrá reconocer. Y  callan conductas delictivas de una serie de gobernantes que han sido fieles al catecismo del  capital extranjero. Jueces y expresidentes en países libres, podrían fortalecer la democracia. Pero este ideal está cada vez más lejos, muy lejos.

Un poco de historia. No olvidemos  que en el surgimiento de los  EEUU, el imperativo de la igualdad afectó las relaciones de las 13 colonias originarias con la madre patria, Inglaterra. La  Declaración  de Independencia proclamó en 1776  que todos los hombres  han sido creados iguales y todos tienen derecho a “la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad”.

Esa Declaración de la  Independencia y más tarde la Constitución-según documentos oficiales del  Departamento de  Estado de los  EEUU- conjugaron  la experiencia colonial de  Norteamérica con el pensamiento político  de filósofos como el  inglés John Locke, para crear el concepto  de una república democrática.

Hoy en día, la maquinaria ultra liberal,  lubricada con el petróleo del tercer y  cuarto mundo,  en manos de oligopolios,  se propone desacreditar cualquier iniciativa que postula por una economía social de mercado,  o algo semejante. Se rechaza cualquier de intento orgánico que busque un Estado moderno, eficiente, comprometido con las causas de todos los habitantes de una nación.

Directamente o en forma subliminal  toda la prensa monopólica que maneja la riqueza de las naciones, en alianza con administraciones corruptas,  cuestionan a los líderes sociales que intentan salvar a sus países de la marginalidad de las mayorías.

Se olvida que casi todas las crisis de los últimos 15 años tienen su origen en un tipo de locura. La invasión a Irak, que la izquierda prefiere recordar como un conjuro neoconservador, en realidad fue obra de un consenso intervencionista de dos partidos, con gran apoyo de George W. Bush, pero al que también se adhirió una gran proporción de personas de centro izquierda, como Tony Blair y más de la mitad de los demócratas del senado en Washington.

Lo mismo ocurrió con la crisis financiera: sin importar si consideramos que la falta de regulación de los servicios financieros o la optimista política de vivienda (o ambas) fueron responsables, ambas alas del establecimiento político aceptaron las políticas que contribuyeron a inflar y reventar la burbuja.


RIQUEZA Y DINERO
De acuerdo con un estudio de la Corporate Library, el ingreso medio total, incluyendo salarios, extras, participaciones y opciones sobre acciones, de los presidentes de las 500 compañías incluidas en el índice Standard&Poors (S&P) fue de 3,65 millones de dólares en 2002.

Sports Illustrated  calcula que  el salario medio de un jugador de la NBA durante la temporada 2002-03 fue de 4,54 millones y el de un jugador de las ligas mayores de béisbol al inicio de la temporada 2003 era de 2,56 millones. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, el salario anual medio en EE.UU. en 2002 fue de 35.560 dólares.


Diversas opiniones de Cambio16 y Diario 16 de Madrid, medios con mayor independencia y libertad, explican a sus lectores que de hecho, la riqueza no es el dinero. Los  enemigos  de la modernidad, de aquellos  gobiernos que intentan fortalecer  valores como  la salud, educación y tecnología intermedia para evitar un brusco desplazamiento de la población en edad  de trabajar,  son mirados como  ajenos a la teoría  y la práctica  de los valores de la modernidad.  

El dinero, que ahora circula por las  grandes redes  invisibles, es traducido en riqueza para pocos  y esta apropiación no es desarrollo. Los grandes edificios, centros comerciales, agencias  de turismo, bancos no tienen accionistas  de los sectores populares. Los muros y vallas de fierro  que rodean a los  barrios y playas exclusivos no son desarrollo. Crecimiento  del Producto Bruto Interno, no es sinónimo  de bienestar  para el creciente ejército de asalariados. 

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