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miércoles, 7 de septiembre de 2016

LAS CIUDADES INVISIBLES QUE LOS GOBERNANTES NO QUIEREN VER






Jorge  Zavaleta  Alegre
¿Cómo será el mundo más allá de 2020?.  Los diseñadores  de las ciudades  afirman  que el futuro es más incierto de lo que pensamos.  Solo los sectores de altos ingresos si tienen la seguridad para  afirmar. Los centros comerciales serán un entretenimiento para los ricos. Nace una nueva cultura regida por el "lo quiero ahora y lo quiero barato". Es un mundo en el que correr riesgos es más seguro que hacer nada.

 ¿Qué serie de escenarios transformarán la sociedad actual? ¿Tiene sentido pensar qué pasará después de 2020?

La empresa FutureWorld cree que "el futuro nunca es urgente hasta que intrépidos líderes comienzan a hablar”. Su  fundador y autor Wolfgang Grulke, asegura: "Vemos un mundo más allá de 2020 más competitivo que nunca. 


Son muy pocas organizaciones se están preparando para un futuro radical: Se reinventan los servicios minoristas y profesionales.  "Hay esteroides digitales" en los negocios. Todo puede automatizarse. El 90% de los negocios, de los procesos empresariales, se realiza en línea y se audita en tiempo real.

Los servicios al cliente se han "externalizado" y están dirigidos por las personas que mejor lo conocen: los propios clientes. Gran parte del mundo “moderno” está conectado - y es un derecho humano básico.

La mayoría de gobiernos proporciona acceso a la banda ancha como un servicio básico. No hay razón para no formar parte de este mundo hiperconectado -a menos que se escoja deliberadamente no participar en él.

El trabajador ya no es el activo más importante de una empresa, lo son las relaciones. Los menores de 30 años pueden manejar veinte relaciones más que una persona mayor. Las industrias de biología y nanotecnología han revolucionado la atención sanitaria y la prevención de enfermedades.

Los que vivirán 200 años ya han nacido.  El crecimiento de la población se limita a los países pobres. En cambio, en los países ricos, su ausencia se complementa con la inmigración.

En este contexto surge una gran pregunta: ¿morirá antes de que se quede sin dinero?
El agua es el nuevo recurso escaso y la nueva oportunidad.

 Más allá del conocimiento. Tendrá valor cero porque estará al alcance de todos desde su nacimiento. El conocimiento no será poder en un mundo en el que está a manos de cualquier persona. Lo verdaderamente importante será convertirlo en inteligencia y creatividad.

CIUDADES  FANTASTICAS
Ítalo Calvino, publicó por primera vez en 1972 por la editorial  Einaudi en Italia, una colección de  descripciones de ciudades fantásticas que son contadas por el viajero Marco Polo al rey de los tártaros Kublai Kan.


Las descripciones son similares a pequeños cuentos con temáticas como el deseo, la muerte o los símbolos, entre otros. A lo largo de la obra se encuentran diferentes categorías de ciudades, correspondiendo a cada una de ellas una temática diferente en su descripción:

Las ciudades continuas,  que son urbes  confusas en su extensión. Las ciudades escondidas, con múltiples cualidades. Las ciudades sutiles o abstractas o aéreas. Las ciudades y el cielo, con propiedades  divinas. Las ciudades y el deseo, que despiertan el deseo y la pasión de las personas.

Las ciudades y el nombre, espacios con cualidades semánticas. Las ciudades y la memoria, que nos traen  recuerdos manifiestos en sus habitantes o estructuras. Las ciudades y los intercambios:  de mercancías, deseos, recuerdos, etc. Las ciudades y los muertos. Ciudades que rememoran la muerte.  

Y las ciudades y los ojos, revelan  ante  los ojos propiedades visuales. Y las ciudades y los signos de la semióticas, con el fin de desentrañar el sentido que otorga el habitante común al espacio público en el caso de la zona centro de la ciudad.

Esta  visión de  Calvino  y muchos de sus seguidores  va cambiando de manera muy rápido, especialmente en las ciudades del sur del planeta, donde la  globalización del comercio, ha creado  estructuras  urbanas impersonales. 

No es extraña,  la  denominación  de la multiplicación de los No Lugares, donde los  transeúntes revelan prisa, indiferencia frente al prójimo, que lo único  de común que los  anima,  la impaciencia para ir  en busca  de espacios remotos  apacibles, donde vivieron la  infancia.

Las  ciudades latinoamericanas, especialmente, van dejando pensamientos impropios para la razón.   Los edificios o moles  de cemento y hierro, no  forman parte del viejo habitante de la ciudad. Son  estructuras de trazos copias  de urbes del  Norte, con la grave convicción mental que esos espacios forman el entorno del ambiente que los cobija. Y confunden a sus interlocutores que esas torres de ladrillo son tan ajenos al  yo, como Marte con respecto al yo ciudadano.

El crecimiento de barrios con torres de cemento no son en absoluto expresión de desarrollo.  Generan rentismo y una imagen de rentismo  y no de crecimiento social.  Los nuevos barrios  se van convirtiendo en cuevas para nuevos ricos, con fortunas del  contrabando,  de la evasión de  impuestos, obras públicas sobrevaloradas, con cúpulas  burocráticas con acceso al crédito privilegiado  a cambio  de contratos  de reciprocidad en los presupuestos públicos. La corrupción endémica es un lacra muy difícil de atacar.

COPIANDO A NUEVA  YORK
Lima, podría ser considerada como un mamotreto de la improvisada copia de torres de Nueva  York,  Rio de Janeiro,  Estambul o Sicilia, etc.

Mientras los  nuevos ricos informales,  consecuencia  del contrabando, incluyendo   drogas, evasión de  tributos, aprovechamiento ilícito de fondos públicos  de municipios o relaciones de tercer tipo con las superintendencias, se cobijan en zonas relativas  nuevas.

La acelerada migración de las provincias a las capitales han trastocado la   ilusión de creer en  la “modernización de la arquitectura”. Las moles de cementos, sobre terrenos públicos trasferidos en valor mínimo  al capital  trasnacional, truncan  sueños de ser herederos de viejas manzanas destartaladas por el tiempo.

Al capital no le importa la Historia. Los  Centros de las Urbes seguirán  abandonados o reemplazados por propietarios de ultramar que vuelven a rescatar la propiedad conquistada con violencia, procesos que se reconstruyen con método  vedados, tan miserables como siglos  atrás.

La muerte del pensamiento  es una realidad ante las avalanchas de los neo-virreinatos.   Los gobiernos locales, en nombre de los nuevos afortunados, levantan muros  de cemento armado  y vallas metálicas para “frenar”  imaginarias invasiones de la miseria de los pueblos azotados por los fríos  arenales.

Este  fenómeno, cruel, deformación de la estética  del paisaje,  se repiten con prisa en diversas  ciudades de América Latina, como  Colombia, donde la violencia de las  FARC o el  narcotráfico, influenciaron en el  cambio de la visión urbanística.
O Lima,   donde el contubernio  de un puñado  de capitales nacionales entregan la administración a empresarios especializados en multiplicar el dinero, con  anuencia o complicidad de gobiernos dóciles o socios.

EL VIEJO CANAL DE PANAMA
En un foro convocado por Panamá, ciudad que disfruta de un aire tradicionalmente latinoamericano, con un centro histórico de arquitectura colonial, poblado de rascacielos, el país  ofrece un área de la competitividad con extensa inversión en infraestructura. Ha creado regulaciones e incentivos innovadores para atraer compañías internacionales.

 Como resultado, durante los últimos 10 años, Panamá ha desarrollado una economía, con tasas de crecimiento sostenidas, principalmente en base a los servicios.

Latinoamérica tiene enormes recursos naturales y un importante capital humano. En Brasil, por ejemplo, el Programa de Inversión Logística, una cartera gubernamental de concesiones con valores de $121 mil millones de dólares, se basa en las asociaciones estratégicas con el sector privado, y en México un amplio paquete de reformas en la ley laboral, en la educación y en sectores económicos estratégicos ha abierto grandes oportunidades en las industrias de la energía, las comunicaciones y la manufactura.

Este es un aparente  modelo que podría usarse en otros países, tanto dentro como fuera de la región. Pero es importante abordar los retos estructurales que aún están pendientes.

Los países latinoamericanos deben diversificar sus impulsores de crecimiento. Las exportaciones de materia prima representaron 60% de los exportaciones de la región comparado con 40% de hace diez años. 

Más que de la expansión de su volumen, en gran medida, se ha obtenido el beneficio de los altos precios de los productos, pero esa es una base volátil para una economía, ya que la demanda ha decrecido, sobre todo de China, debido a la desaceleración económica global.

También ha significado la sustitución de productos fabricados localmente por importaciones, en algunos casos afectando la capacidad de la manufactura y la competitividad de la región.

Otra gran preocupación es el grado de inequidad de la región. Es cierto que los programas de alivio de la pobreza han generado ciertos resultados, bajando relativamente los niveles de pobreza y que han permitido el crecimiento de una “clase media”, más concebida como imagen que realidad.

El mercado tiende a demandar “arquitectos” a secas. edificación, que articula la cadena de producción urbana arquitectónica como nunca antes se había visto. Sin embargo, el proceso de descentralización es demasiado lento frente0 a las competencias, que según las leyes,  deben ser asumidas por el Ejecutivo a los Gobiernos Regionales y la  relativa pérdida del  poder de las capitales nacionales.

LOS  CENTROS  HISTORICOS
 Guatemala, Panamá, Colombia, Lima, Quito, México tienen centros  históricos, que no son adecuadamente cuidados. Predomina el  comercio  de mala calidad, ha disminuido el valor patrimonial. Procesos débiles de gobernanza,  ineficiencia en administración, bajos niveles de participación ciudadana. Congestión vehicular.  Estampas lacerantes, de hambre,  discapacidad, marginalidad total.  


La mayoría de estos  centros  tienen alto potencial para el desarrollo  del  patrimonio material  e inmaterial.  Generar ciudades compactas, propiciar la  equidad, oportunidades para todos con actividades económicas inclusivas. Pero para los presidentes,  cuyas sedes o palacios se ubican en el corazón histórico de las  urbes, la miseria es un paisaje cuasi natural, cuyas autoridades  no logran acercar sus ojos. Sus sentidos se  han adormecido, en tanto  caravanas de coches oficiales o de empresarios  entran  y salen después de concretar lesivos acuerdos para los magros ingresos fiscales.

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