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martes, 20 de septiembre de 2016

EL PLENILUNIO MÁS GRANDE DE 2016, POR FRANCISCO CARRANZA/Corea del Sur




Francisco Carranza Romero

Las noches del jueves 15 y viernes 16 de septiembre del calendario solar fueron los plenilunios más grandes del año 2016. Un bello espectáculo nocturno en los lugares sin nubes y sin contaminación. En este gran plenilunio los coreanos, japoneses, chinos y mexicanos han contemplado mejor al conejo lunar; pero los andinos, que no han perdido la memoria de la cultura ancestral, han mirado en la Luna a una mujer sentada hilando copos de lana, ejemplo de la laboriosidad femenina.

CHUSOK EN COREA DEL SUR

Por estar Corea en el Hemisferio Norte, este acontecimiento selenita es la gran fiesta de la cosecha, inicio de la estación de otoño. Los familiares acuden a la casa del mayor del clan para celebrar el segundo reencuentro familiar durante el año (el primero es en el Año Nuevo del Calendario Lunar), celebran el rito a los difuntos ofreciéndoles licor y comida. Se agradece a los ancestros por la cosecha y se comparte con ellos los frutos de la tierra. Una buena oportunidad para ponerse la ropa tradicional coreana hankok, conversar sobre la vida y gustar el delicioso pastel de arroz.

Como los mejores centros educativos, los mejores centros de salud, las mejores oportunidades laborales y las mejores oportunidades para la vida están concentrados en Seúl, capital de Corea del Sur, muchos coreanos viven allí. Pero, para celebrar este segundo reencuentro familiar hacen todos los esfuerzos posibles porque es una obligación moral. Desde días antes de la fiesta Chusok comienza el viaje a los pueblos natales. Entonces, las carreteras se llenan de carros que van en lenta procesión. Los trenes, barcos y aviones se colman de viajeros. La ciudad de Seúl se queda casi vacía. Y después del reencuentro familiar también el retorno a Seúl es otra lenta procesión. Por esta razón el gobierno considera feriados un día antes y un día después del Chusok. En esta época también hay que visitar las tumbas para limpiarlas y arreglarlas, el reencuentro de los vivos y los muertos.

HATUN PAMPA KILLA EN PERÚ

En el área rural del Perú hay gente que todavía prefiere el calendario lunar porque es más útil para las actividades relacionadas con la agricultura y ganadería. Si antes de 1532 (captura del inca Atahualpa por los españoles) hubo fiestas y ritos a Killa Mama (Madre Luna) con bailes, cantos e invocaciones, ahora pocos recuerdan y celebran esta fiesta. Esos pocos que continúan este milenario diálogo con la naturaleza dan la debida importancia a esta fecha.

Una señora peruana cuando, unos días antes del Gran Plenilunio, le comenté, me respondió con sinceridad: ¿Por qué estas cosas no enseñan en las escuelas? Mi respuesta también fue franca: Nuestros currículos escolares todavía son copias de currículos extranjeros. Pocos conocen nuestra cultura desde sus raíces.

Como Perú está en el Hemisferio Sur, la fiesta del Hantun Pampa Killa (Gran Plenilunio del Año) es el inicio de la estación de primavera, caída de las primeras lluvias (puspa tamya), época de limpia de las acequias y de remover la tierra de cultivo para oxigenarla.

Sin embargo, en la ciudad de Lima -capital del Perú- no se vio ese gran plenilunio por la neblina y la contaminación que la cubren. Y, el viernes, al salir a la calle vi a los jardineros podando plantas. Una clara muestra del desconocimiento del calendario lunar. En mi caso, desde niño escuché a los mayores que en la luna llena (pampa killa) no se castra animales porque les da la “lunada” (infección por el efecto de la luna llena), no se tala ni se trasplantan los almácigos, no se cortan los cabellos. Los pescadores saben que el mar está más movido y peligroso en la luna llena.

VISITA AL PROFESOR PERUANO

Como fui docente por 26 años en Hankuk University of Foreing Studies, Corea del Sur, tengo muchos exalumnos en Corea y en muchas partes del mundo. Esta vez, mis exalumnos que residen en Lima me visitaron a la casa el sábado 17 de septiembre, a mediodía, para festejar la fiesta del gran plenilunio. El motivo fue bueno porque así pudimos recordar aquellos años dentro de las aulas cuando ellos aprendían la lengua española, nuestros festivales y partidos de fútbol, nuestras actuaciones de TUDE (Teatro Universitario del Departamento de Español), nuestros paseos, etc. En fin, hubo mucho que recordar y hablar.

Innegable, la vida universitaria en HUFS nos convirtió en una familia grande que, superando los prejuicios tribales de nacionalidad y cultura, nos hizo vivir con muchas ilusiones. Fueron años suficientes para conocernos y estimarnos. Y ahora cosechamos los frutos de esa amistad duradera.

Mis estudiantes coreanos de antes, ahora son altos funcionarios del gobierno y de las empresas privadas. Excepto dos menores, cinco llegaron con sus respectivas esposas. La casa del profesor peruano se llenó de voces y risas; la comunicación fue en español y coreano. Y, lo más importante, pasamos un buen tiempo cargados del sentimiento fraternal.

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