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sábado, 21 de marzo de 2015

LOS APRENDICES CONVERSAN EN LA CATEDRAL



Jorge Zavaleta Alegre
 “Todas las sangres,   de José María Arguedas y Conversación en la Catedral, de Mario  Vargas Llosa constituyen en última instancia y desde orillas opuestas,  reflexionar sobre el Perú”, conclusión que comparten  lectores y críticos literarios, como  Carmen María Pinilla,  socióloga de la PUCP y directora de la Colección José María Arguedas de la Biblioteca Central de dicha universidad. Ha editado, entre otras publicaciones, Arguedas en familia (1999), Arguedas en el valle del Mantaro (2004) y Apuntes inéditos. Celia y Alicia en la vida de José María Arguedas (2007) y Todas las sangres (2015)        
 
Los cantos serían la única manifestación  directa –“auténtica” de la población  quechua enfocada por la novela Todas las sangres.
Junto a esos dos intelectuales hay una larga lista  de autores. Y muchos son los que aún no han leído a Arguedas y guardan devoción por su vida. Fue un Comunicador de Verdades.  José María Arguedas (Andahuaylas, Perú,  18 de enero de 1911 – Lima, 28 de noviembre de 1969), es de los mejores escritores de América Latina que ha contribuido a la necesaria integración social como única posibilidad de ingresar a una civilización global y moderna.

Carlos Eduardo Zavaleta, quien publicó su novela Los aprendices (1974); en los mismos años del ´50 en que apareció Los Ingar,  trataba de escribir una novela que, a la manera de Todas las sangres – publicada tiempo después (1964)–, pudiera dar una imagen integral de la sociedad peruana. Incluso quizá pensó en el título que debería llevar ("Historia de mi sangre" o algo así).

Los aprendices, cuando ya habían aparecido la obra citada de Arguedas y Conversación en la Catedral (1969), quienes perseguían, a todas luces, el mismo objetivo que Zavaleta,  se había propuesto realizar en sus años juveniles. Los aprendices sería el punto de referencia obligado para explicar toda la novelística posterior, señalan  investigadores como Antonio Cornejo Polar, cuyo  Centro de Estudios Literarios,  que lleva su nombre,  es reconocido por el Ministerio  de Cultura y por la Biblioteca Nacional del Perú como Biblioteca Especializada. Actualmente viene trabajando con la Colección del poeta Carlos  Germán Belli.

Los aprendices como Una piel de serpiente (1964) de Luis Loayza, Los geniecillos dominicales (1965) de Julio Ramón Ribeyro,   son novelas en las que figuran otros personajes que encarnan ideales y actitudes del momento.

El  Libro reciente, incluye  una carta inédita de JMA, sin fecha,  dirigida a su amiga cusqueña Elsa Samanez Concha, en la que habla de un proyecto de novela que tratara de interpretar  el Perú actual  de algunas zonas de la sierra muy dinámicamente vinculadas a Lima. Podría ser  Todas las sangres.

EL SUEÑO DEL PONGO
El Sueño del Pongo, en la narración  de Arguedas,  cuando fue difundido a fines de los sesenta y poco después,  provocó la ira contra el régimen militar que había decidido hacer  reforma agraria, proceso  incomprendido inclusive  por los más lucidos dirigentes de la Izquierda del Perú, cuando en efecto la RA buscaba  que el país saliera de la “barbarie” a la “modernidad”. Martín Leinghard considera que la novela de Arguedas alude ciertamente a la efervescencia indígena o campesina que estaba en su auge. Ninguno de estos discursos, neutraliza o anula del todo a ningún otro.

El Sueño del Pongo,  eliminado de los libros publicados por el Ministerio de Educación, es la historia de un campesino constantemente maltratado por el patrón de la hacienda: "Creo que eres perro,"ladra", "ponte en cuatro patas", "trota de costado como perro". El pongo hacía todo lo que le ordenaba y el patrón reía a mandíbula batiente. 

Pero... una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba repleto de gente de la hacienda, el hombrecito le dijo a su patrón: "Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío. El 
pongo, tiene un sueño que se atreve a contárselo acerca de que en el cielo los papeles cambiarían.  Dice que el ángel cubre al pongo con excremento humano que tenía en un tarro de gasolina, al mencionar “el tarro de gasolina” ya estaría señalando un proceso de modernización en la cultura andina.

El patrón le dice: "Habla... si puedes". Entonces el pongo empieza a contarle: "Oye patroncito, anoche soñé que los dos habíamos muerto y estábamos desnudos ante los ojos de nuestro gran padre San Francisco. Él nos examinó con sus ojos el corazón del tuyo y del mío y  ordenó al Ángel mayor que te eche toda la miel que estaba en la copa de oro. La cosa es que el ángel, levantando la miel con sus manos enlució todo tu cuerpecito, desde la cabeza hasta las uñas de tus pies.  

Bien, ahora me tocaba a mí, nuestro gran Padre le dijo a un ángel viejo:  "Oye, viejo, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has traído: todo el cuerpo, de cualquier manera, cúbrelo como puedas, ¡Rápido!". Entonces, patroncito, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubrió todo el cuerpo con esa porquería. Espérate, pues, patroncito, ahí no queda la cosa.

Nuestro gran Padre nos dijo a los dos: "Ahora, “lámanse el uno al otro; despacio, por mucho tiempo".

LA UTOPIA ARCAICA
Para Vargas Llosa, el Perú es un país marcado por una brecha insalvable entre la sierra y la costa, entre la cultura andina y occidental  que él equipara con la barbarie y la racionalidad, el primitivismo y la modernidad. Estos extremos son representados por el sargento Lituma y el hechicero Dionisio. El único camino (para lograr el desarrollo del país), sería incorporar el mundo andino a la cultura occidental y moderna, “lo cual supone despojarla de su espíritu nativo y abandonar el sentido gregario atávico, a fin de asumir la libertad plena de la sociedad actual”.




Todas las sangres de JMA, desde su publicación, hace 50 años, no ha dejado de suscitar pasiones encontradas.  La reciente  obra,  auspiciada  por el Ministerio de Cultura, trae el recuerdo de viejas debates como el de  junio de 1965, cuando los científicos sociales locales y del exterior, con la presencia de Arguedas, concluyeron que la novela era limitada y llena de falacias con respecto al mundo andino y la sociedad peruana de entonces.

UNA OBRA TEATRAL y  TOTAL
El actor Luis Peirano,  califica el libro de JMA como  una “novela polémica”, evocando  el aspecto teatral del comienzo de Todas las sangres.  

Ramón Mujica, director de la  Biblioteca Nacional del Perú,  reconoce  que Todas las sangres es una novela de vanguardia y precursora de la “novela total”, con elementos  sociales, políticos, religioso,  una novela viva y vigente para el Perú de hoy.

Reúne textos de Martin Lienhard, Luis Nieto de Degregori,  Alejandro Ortiz Rescanieri, Gonzalo Portocarrero, Carla Sagástegui y Stefano Varese, Cecilia Rivera, Francisco Miro Quesada C. Aníbal Quijano, Mario Vargas Llosa y hermanos Cecilia, Carlos y Teresa Tovar Samanez.

EL COMUNICADOR DE VERDADES  
Muchos son los que aún no han leído a Arguedas y guardan devoción por su vida. Fue un Comunicador de Verdades. El antropólogo ayacuchano Rodrigo Montoya, con motivo del centenario del nacimiento de JMA,   recordó que JMA ha dejado una especie de precedente, de lo que más tarde podría suceder. “Falta esa biografía del país que no  soportó,  que aceptó y que vivió alegrías y grande dolores”,  en palabras de Abelardo Oquendo.

En junio de 2011, en el Congreso Internacional “Arguedas: la dinámica de los encuentros culturales” en la PUCP,  se presentaron más de 160 ponencias de estudiosos de todas partes del mundo, que abordaban la representativa y polifacética obra del autor desde variadas perspectivas académicas.

El escritor peruano Luis Nieto, como director regional  en Cusco, del Ministerio de Cultura,  nos ofrece  una    visión global  sobre Todas las sangres, que  desde su aparición  crea un nuevo imaginario sobre la nación peruana.  Como expresión literaria llama  la heterogeneidad estructural de la sociedad peruana, entendida como la “coexistencia  de muchas formaciones  sociales, muchos modos de existencia social, de tiempos y distancias diferentes, que se juntan en Perú y América Latina  más que en otras partes  del mundo”.

Hay que tener presente que estamos hablando de una empresa desmesurada y quijotesca: mostrar cómo  en el Perú la servidumbre de los indios y la hacienda terrateniente conviven con  la comunidad, el trabajo asalariado, el gran capital, la pequeña producción mercantil, etc.

Ese  horizonte utópico, en palabras de Aníbal Quijano, consistiría en el inmenso movimiento de la población indigenizada mundial, es decir  toda la que no es europea. Utopía que gana mayor sentido luego  de las grandes tragedias históricas que sufrió la   humanidad en el siglo XX  al perseguir  la utopía socialista.

Citando a Bajín sobre JMA,  menciona que en    la particularidad profunda  con  las novelas de Dostoievski, hay una multiplicidad  de conciencias plenamente  cualificadas, no es un mundo único.
Para Carla Sagástegui,  el soporte  estructural de la Novela y las características de muchos de los dioses de Huarochirí alimentarían los rasgos de los personajes de Arguedas.


Gonzalo Portocarrero, destaca  la influencia de  muchos intelectuales como Mariátegui. Aborda  el tema del neo colonial que sigue aprisionado a la sociedad peruana y  que la misión que se plantea Arguedas es deshacer este  nudo colonial,  generando entre los señores una política de reconocimiento a los logros indígenas. Apunta el proyecto arguediano a sacar de la penumbra la cultura andina,  al lugar donde  el mundo criollo la tenía  relegada.

Luis Nieto, comparte  con otros  autores,  que “son dos  las novelas más importantes en lo que va de la segunda mitad  del siglo XX y la década y media del  XXI: Todas las sangres y Conversación  en la catedral”. La relación  entre Arguedas y Vargas Llosa siempre fue compleja y que por eso  han enriquecido  grandemente la cultura peruana:


Ambas se han convertido en expresión de dos proyectos nacionales en pugna: Ese que, desde la óptica que los sectores menos favorecidos  propugna  un Perú en el que puedan convivir en igualdad de condiciones grupos culturalmente diversos y ese otro identificado con los intereses de los sectores criollos que todavía hegemónicos, se irroga  el derecho de orientar el rumbo  de la sociedad peruana.

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